Comparto esta semana un cuento al estilo clásico que me ha parecido genial.
Trata sobre un tema tan importante como es la educación del niño, y lo hace resaltando dos aspectos fundamentales: la creatividad y el éxtasis.
El buen maestro no sólo tiene en cuenta los valores que quiere transmitir, sino la forma de hacerlo para que lleguen lo mejor posible al educando. Y para ello se requiere en primer lugar educar el éxtasis del niño, esto es, aprovechar en el acto educativo la capacidad que tiene para salir de sí mismo. De ahí la importancia de los juegos en la transmisión de los valores.
Y segundo la creatividad: abrir siempre la mente a nuevos horizontes, explorando caminos nuevos con imaginación; lo que requiere apertura, sensibilidad, donación, no caer en convencionalismos,... De ahí que vaya estrechamente unida a la educacón del éxtasis.
Y sin más, a continuación, El niño y el tambor, que espero os guste tanto como a mí.
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El niño y el tambor
Érase una vez un niño que lo único que quería era tocar el tambor. Y alegremente se pasaba las horas del día aporreándolo, sin importar lo mucho que el estruendo molestara a los que estaban a su lado.
A pesar de que sus padres intentaron hacer de todo, el niño no cejaba en su empeño, y, desesperados, los padres solicitaron la ayuda de hombres sabios que se autodenominaban maestros.
El primero de estos supuestos maestros intentó razonar con el muchacho, aduciendo que tanto ruido le dañaría los tímpanos.
El segundo decía que los tambores eran instrumentos sagrados y que solamente debían tocarse en ocasiones especiales.
El tercero repartió tapones para los oídos.
El cuarto intentó distraer al niño con libros.
El quinto se ofreció a enseñar a los padres y a los vecinos a convivir con el ruido.
El sexto lo introdujo en la meditación y le intentaba convencer de que el tambor era fruto de su imaginación.
Pero ninguno de estos hombres eran verdaderos maestros, y ninguno de esos remedios funcionó.
Por fin llegó el verdadero maestro. Este realizó un balance de la situación, se sentó junto al niño, le ofreció un martillo y un cincel y le dijo:
- Me pregunto qué habrá dentro del tambor. ¿Me lo enseñas?
La Historia de la Semana
Trata sobre un tema tan importante como es la educación del niño, y lo hace resaltando dos aspectos fundamentales: la creatividad y el éxtasis.
El buen maestro no sólo tiene en cuenta los valores que quiere transmitir, sino la forma de hacerlo para que lleguen lo mejor posible al educando. Y para ello se requiere en primer lugar educar el éxtasis del niño, esto es, aprovechar en el acto educativo la capacidad que tiene para salir de sí mismo. De ahí la importancia de los juegos en la transmisión de los valores.
Y segundo la creatividad: abrir siempre la mente a nuevos horizontes, explorando caminos nuevos con imaginación; lo que requiere apertura, sensibilidad, donación, no caer en convencionalismos,... De ahí que vaya estrechamente unida a la educacón del éxtasis.
Y sin más, a continuación, El niño y el tambor, que espero os guste tanto como a mí.
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El niño y el tambor
Érase una vez un niño que lo único que quería era tocar el tambor. Y alegremente se pasaba las horas del día aporreándolo, sin importar lo mucho que el estruendo molestara a los que estaban a su lado.
A pesar de que sus padres intentaron hacer de todo, el niño no cejaba en su empeño, y, desesperados, los padres solicitaron la ayuda de hombres sabios que se autodenominaban maestros.
El primero de estos supuestos maestros intentó razonar con el muchacho, aduciendo que tanto ruido le dañaría los tímpanos.
El segundo decía que los tambores eran instrumentos sagrados y que solamente debían tocarse en ocasiones especiales.
El tercero repartió tapones para los oídos.
El cuarto intentó distraer al niño con libros.
El quinto se ofreció a enseñar a los padres y a los vecinos a convivir con el ruido.
El sexto lo introdujo en la meditación y le intentaba convencer de que el tambor era fruto de su imaginación.
Pero ninguno de estos hombres eran verdaderos maestros, y ninguno de esos remedios funcionó.
Por fin llegó el verdadero maestro. Este realizó un balance de la situación, se sentó junto al niño, le ofreció un martillo y un cincel y le dijo:
- Me pregunto qué habrá dentro del tambor. ¿Me lo enseñas?
La Historia de la Semana
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