viernes, 31 de octubre de 2008

La mejor medicina

Hola de nuevo!!
Esta semana me han llegado más historias, así que aquí va otra sobre cómo tratar a la gente.
Más abrazos y mejor finde
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LA MEJOR MEDICINA
Un estudiante fue con un maestro para aprender el arte de curar. Vieron venir a un paciente y el maestro dijo:
-Este hombre necesita granadas para curar.
El estudiante recibió al paciente y le dijo:
-Tiene usted que tomar granadas, es todo lo que necesita.
El hombre se fue protestando y probablemente no consideró en serio el consejo. El estudiante corrió a su maestro y preguntó qué es lo que había fallado. El maestro no dijo nada y esperó a que de nuevo se dieran las circunstancias.
Pasó un tiempo y el maestro dijo de otro paciente:
-Ese hombre necesita granadas para curar, pero esta vez seré yo quien actúe.
Le recibió y se sentaron, hablaron de su familia, de su trabajo, de su situación, dificultades e ilusiones. El maestro con aire pensativo dijo como para sí mismo:
-Necesitarías algún fruto de cáscara dura, anaranjada, y que en su interior contenga granos jugosos de color granate.
El paciente interrumpió exclamando:
-¡Granadas!, ¿y eso es lo que podría mejorarme?.
El paciente curó y el estudiante tuvo una ocasión más para aprender que el remedio es la mitad de la cura.
La otra mitad es el acompañamiento y la respuesta de aquel a quien se cura.


Padrenuestro


A veces releemos cosas y nos sorprende algún matiz nuevo que antes no habíamos captado.

A mí me acaba de ocurrir con este Padrenuestro que me ha llegado y que comparto con todos vosotros.

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Padre nuestro que estás en los cielos,
Y en la tierra que se muere
y en los ojos de los niños que no tienen p'a comer.

Santificado sea tu nombre,
Y que "to" el mundo se entere
de tu mano generosa, de tu fuerza y tu poder.

Venga a nosotros tu reino,
Y que brille lo más limpio,
lo más bueno, lo más puro, lo mejor de nuestro ser.

Hágase tu voluntad,
Y se lleve la basura,
la violencia y la mentira hasta desaparecer.

Así en la tierra como en el cielo,
Protégenos, Señor,
Ayúdanos, Señor.

Danos hoy nuestro pan de cada día,
Y que la naturaleza se reparta entre la gente
de manera natural.

Y perdona nuestras ofensas,
Como tú nos enseñaste a querer
a tus hermanos y a saberlos perdonar.

Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Nos ofenden la injusticia,
los tiranos, los cobardes, los racistas y el dolor.

No nos dejes caer en la tentación.
No permitas que se enferme
lo bonito, lo cristiano, ni el amor del corazón.

Y líbranos del mal.
Bendícenos Señor
Escúchanos, Señor.

Amén.

(De la Misa de la Alegría)

viernes, 24 de octubre de 2008

La juventud

A veces pensamos, viendo el ambiente que nos rodea, que la juventud de hoy 'está perdida'.


Pero siempre hay lugar a la esperanza. Yo apuesto por ello, por su futuro, como el autor del texto que sigue (¡¡seguramente sólo hace falta que lo vean en nosotros, los mayores!!)


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LA JUVENTUD



Lo importante de la juventud es haber producido una gran cosecha:



- De la vehemencia y el entusiasmo surgirá la paz y la serenidad.



- De la ilusión brotará la lucidez.



- Del optimismo, la esperanza.



- De la risa fácil y la alegría ruidosa, el apacible y agudo sentido del humor.



- De la capacidad de asimilación nacerá la riqueza interior.



- Del interés abierto a todo llegará la experiencia abierta a todo.



- El ímpetu y el vigor producirán la paciencia y la dulzura.



- La búsqueda inquieta de la felicidad concluirá en el aprecio del bien poseído.



- De la fe en los demás llegará la indulgencia y la comprensión de todos.



- De la alegría de vivir, el gozo de haber vivido.



- De la necesidad de amar y ser amado surgirá la derrota de todos los egoísmos y un amor, al fin, plenamente desprendido.



(Del libro Razones, de José Luis Martín Descalzo)

sábado, 18 de octubre de 2008

Llámale...

Para pensar un poco y situar las cosas en su justo sitio.


Abrazos y feliz finde,


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LLAMALE...



A eso de caer y volver a levantarte,


de fracasar y volver a comenzar,


de seguir un camino y tener que torcerlo,


de encontrar el dolor y tener que afrontarlo,


a eso, no le llames adversidad,


llámale SABIDURIA.



A eso de sentir la mano de Dios y saberte impotente,


de fijarte una meta y tener que seguir otra,


de huir de una prueba y tener que encararla,


de planear un vuelo y tener que recortarlo,


de aspirar y no poder,


de querer y no saber,


de avanzar y no llegar,


a eso, no le llames castigo,


llámale ENSEÑANZA.



A eso, de pasar días juntos radiantes,


días felices y días tristes,


días de soledad y días de compañía,


a eso, no le llames rutina,


llámale EXPERIENCIA.



A eso de que tus ojos miren y tus oídos oigan,


y tu cerebro funcione y tus manos trabajen,


y tu alma irradie y tu sensibilidad sienta,


y tu corazón ame,


a eso, no le llames poder humano,


llámale MILAGRO.

viernes, 3 de octubre de 2008

Dos monjes

¿Hasta qué punto nuestro pasado condiciona nuestro futuro?
¿Somos libres para decidir nuestras acciones?
Esto y más en la historia de esta semana.
Abrazos y feliz finde!

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Dos monjes iban caminando por el campo al atardecer; mientras caminaban, oraban y reflexionaban.

Un poco antes de acercarse a un río que tenían que cruzar, el cual no tenía puente para hacerlo, se les acercó una mujer de baja estatura, pidiéndoles que le ayudaran a cruzar el río. Uno de ellos inmediatamente dijo que sí, mientras el otro lo veía con mirada de desaprobación.


El que se apuntó para ayudar a la pequeña mujer la subió en sus hombros y terminado el río la bajó de sus hombros, la mujer quedó muy agradecida con ese monje.

Los monjes siguieron su camino y el que no aprobó la decisión empezó a reclamarle al monje que ayudó a la mujer a cruzar el río acerca de su comportamiento: ¿Porqué subiste a esa mujer a tus hombros?, ¿no sabes que en el convento nos tienen prohibido mantener contacto con mujeres?

El monje que había ayudado a la mujer no respondía a las preguntas del otro monje. Siguieron su camino y el monje insistía en sus preguntas, a lo que el otro monje no respondía.

Poco antes de llegar al convento, el monje le volvió a cuestionar acerca de lo que había hecho y por fin el monje respondió: Hace más de cuatro horas que esta mujer ya no está cerca de mi cabeza, pero sigue en la tuya. ¿Qué ganas con hacerte daño al tener en tu mente cosas del pasado?, ¿qué ganas con tener en tu mente cosas que a ti no te afectan?