miércoles, 31 de enero de 2018

Caravansary

Dentro de la sección de música relajante incluyo esta semana un tema de un autor japonés afincado en Estados unidos no muy conocido: Kitaro, compositor autodidacta que se inspira en la naturaleza para sus piezas musicales.

La composición que he seleccionado lleva por título Caravansary, de su album Silk Road IV, publicado en el 1983, y está  inspirada en la famosa ruta de la seda.

En esta pieza se establece un diálogo entre el teclado y el violín que resulta muy agradable al oído. Entre los videos que tienen este tema comparto dos. Uno de una actuación en directo y otro con imágenes de astronomía en una versión un poco más larga.

Aquí va el primero en directo:




Y el segundo con las imágenes de astronomía:


sábado, 27 de enero de 2018

Sabía silbar


Una de las actitudes más importantes para mí en la vida social es estar atento a lo positivo antes que a lo negativo.

Seguramente lo primero que nos viene a la mente del comportamiento de los demás y lo que nos llama más la atención son los aspectos negativos que no encajan con nuestra forma de ver las situaciones.





Por eso como criterio de actuación hay que tener claro que es más importante lo que une que lo que separa, lo bello que lo feo, la verdad que la mentira,...

Y aunque parezca difícil, siempre es posible sacar algo positivo del comportamiento del otro.

La historia de esta semana, Sabía silbar, me parece muy ilustrativa de este tema, en la búsqueda de lo bueno que tienen los demás para resaltarlo y servir de punto de unión con las personas que nos rodean.


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Sabía silbar

 Dicen que en un pueblo pequeño vivía una viejecita muy agradable. Con la sabiduría que dan los años, sus comentarios de todo el mundo eran siempre positivos .

Un día murió un hombre, conocido por todos, que parecía reunir todas las miserias, defectos y desgracias: era un vago, un ladrón, un borracho pendenciero y había abandonado a su mujer y a sus hijos pequeños … ¡vamos! una verdadera calamidad, un auténtico estorbo para la comunidad.


 
La noche de su muerte, en el velatorio, llegó la viejecita a la sala donde se rezaba por el difunto. Todos se miraban y se decían para sí: “Seguro que de éste no dice nada bueno”.

La viejecita estuvo un momento callada. Estaba claro. Parecía que, efectivamente, no tenía nada que decir.

Pero mientras todos pensaban esto, al fin, habló:


“Sabía silbar …. la verdad es que daba gusto oirle cuando pasaba por debajo de mi ventana todas las mañanas. Lo echaré de menos”.



La Historia de la Semana

miércoles, 17 de enero de 2018

El amigo herido

Uno de los valores más relevantes y necesarios en la sociedad actual es el de la amistad, el de la auténtica amistad.

Vivimos en un mundo bastante superficial en el que las relaciones humanas sólo suelen buscar el bien personal más que el crecimiento del otro. Por eso una auténtica amistad es un verdadero tesoro, como ya reconocían los clásicos.
El tema de la amistad ya ha salido en numerosos artículos del blog, como se puede ver aquí, pero a mí personalmente me encanta en particular esta historia titulada La amistad, porque revela lo profunda que es la verdadera amistad, aunque sea en clave de humor.

La historia de esta semana, titulada El amigo herido, recuerda las palabras de Jesucristo cuando dice a los que le seguían que no hay mayor amor que dar la vida por el amigo

Y es un buen recordatorio para nosotros y afianzar así nuestros lazos de amistad con los auténticos amigos.
 
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El amigo herido


En pleno campo de batalla un soldado dice a su teniente: 

- Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarle. 
 
- ¡Permiso denegado! –respondió el teniente-. No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente haya muerto.


El soldado, sin pensárselo dos veces y no haciendo caso a la orden de su superior, salió al campo de batalla y, una hora más tarde, regresó muy  malherido transportando el cadáver de su amigo.


El teniente estaba furioso:

- ¡Ya le dije yo que había muerto!


Y añadió:


- ¡Dígame! ¡¿merecía la pena arriesgarse para traer un cadáver?!

Y el soldado, herido, haciendo un gran esfuerzo por decir unas palabras respondió:


- Claro que mereció la pena, señor… Cuando lo encontré todavía estaba vivo y pudo decirme: “… estaba seguro de que vendrías…”


La Historia de la Semana