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domingo, 24 de marzo de 2019

La Plaza

Hay historias muy sencillas del día a día que tienen una gran calidad humana y encierran una lección ejemplar.

 

Hoy comparto esta historia de Manuel, ese señor mayor, de pueblo, que queda viudo y tiene que ir a vivir a la ciudad con su hijo, en la que tiene que iniciar una nueva vida en un entorno extraño y con un poso de melancolía.

Hasta que encuentra una plaza en la que se siente útil ayudando a los demás.

 

A mí me recuerda las grandes cosas que se pueden hacer de manera callada y sencilla con un poco de sensibilidad, y que ayudan a hacer de este mundo un lugar mejor.
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La Plaza

La plaza era más o menos redonda. Tenía siete árboles viejos, que habían sobrevivido a todas las obras. Tenía cuatro bancos de madera. Tenía una fuente. Tenía cinco farolas, a cuyo talle se abrazaban cinco papeleras. Y nada más. La plaza más o menos redonda no tenía nada más. Los siete árboles daban sombra a las personas y servían de hogar a un centenar de gorriones. 


En los cuatro bancos de madera la gente se sentaba a merendar, a leer el periódico, a mirar a los demás, a dibujar corazones atravesados por las flechas del amor.
 
Alrededor de la fuente jugaban los niños: atascaban el desagüe de la pileta con tierra y abrían el grifo hasta que se formaba un charco grande.

Las cinco farolas se encendían al atardecer y las amorosas papeleras siempre estaban llenas de envoltorios de golosinas.
 
Algunas mañanas, Lola y Braulio, dos gitanos jóvenes, aparcaban su vieja furgoneta en la plaza y vendían melones. El pelo de Braulio parecía esculpido en carbón brillante. El delantal de colores de Lola no disimulaba su embarazo.

Todos los días, puntualmente, Manuel acudía a la plaza más o menos redonda. Manuel era muy viejo y caminaba despacio, arrastrando los pies. Cada paso que daba le costaba un esfuerzo muy grande. Su rostro, lleno de surcos, parecía un campo áspero y recién labrado, en el que sólo brillaban las dos gotas de rocío que eran sus ojos.


Manuel había vivido siempre en el pueblo, en su casa grande y horizontal de adobe, muy cerca de la tierra. Pero cuando Elia murió, su hijo Manolo se lo llevó a vivir a su piso de la gran ciudad.

Se sintió extraño Manuel en la nueva casa, vertical y pequeña, en la que apenas había sitio para acomodarlo. Se sintió extraño con su hijo y su nuera, tan hacendosos. Se sintió extraño con sus nietos que no se despegaban del televisor. Se sintió extraño en aquel barrio donde todo el suelo era de asfalto y cemento.

Un día, paseando, Manuel encontró la plaza más o menos redonda. Desde entonces, acude puntualmente a ella todas las tardes. Se sienta en un banco y abre la bolsa de plástico donde lleva un trozo de pan, que desmigaja para que puedan comerlo los cien gorriones que viven en los siete árboles. Algunos pajarillos se atreven incluso a picotear en la palma pétrea de su mano.


Manuel siente que los cien gorriones le necesitan. De vez en cuando pasan por la plaza más o menos redonda los guardias. Pasan frente a Lola y Braulio, los gitanos que venden melones, pero no les dicen nada. Los guardias recuerdan el día en que les quitaron la fruta por vender sin licencia y Manuel comenzó a defenderlos. Al final, todo el barrio se puso de su parte y los guardias tuvieron que meterse a toda prisa en su coche con luces y sirenas y marcharse de allí.

Manuel piensa que Lola y Braulio le necesitan. Si alguien recrimina a los niños cuando encenagan la fuente y forman un charco, Manuel se levanta del banco muy enfadado y grita: "¡Dejen a los niños en paz! ¡Los niños tienen que jugar!" Los niños quieren a Manuel y a veces le han invitado a jugar con ellos.


Manuel piensa que los niños le necesitan. También piensa que le necesitan los enamorados que se besan en los bancos y pintan sobre los respaldos corazones atravesados por las flechas del amor.

Y cuando se encienden las cinco farolas, al atardecer, Manuel se levanta del banco y regresa hacia la casa de su hijo Manolo, vertical y pequeña, con su nuera tan hacendosa, con sus nietos que no se despegan del televisor, en medio de aquel barrio tan grande y sin tierra firme.

Y mientras se esfuerza por mover sus piernas, habla en voz alta con Elia:

Tendrás que esperar un poco más. Esta plaza más o menos redonda es lo único con sentido que le queda a este barrio. Y temo que, si yo me marcho, desaparezca también. Tengo que quedarme un poco más, pero no te impacientes, cariño.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Noticia o Buena Noticia

A finales de año siempre se suele hacer un balance de los acontecimientos que han sido noticia a lo largo del mismo y han destacado por algo, aunque casi siempre se fijan en las malas noticias.

Pero también podemos pensar en lo que queremos que sean buenas noticias el año que viene en nuestra vida, para que resalte la parte noble que todas las personas llevamos dentro.
 

Por eso comparto este texto de José María Escudero que me han enviado, ya que nos proporciona unas cuantas pistas para distinguir entre noticia y buena noticia, y obrar en consecuencia. 

Lleva por título precisamente Noticia o Buena Noticia, y nos ilumina el camino a seguir para crecer en madurez y sensibilidad.

¡Que el año que iniciamos esté todo él lleno de buenas noticias!
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Noticia o Buena Noticia

Noticia es cada uno de los 365 días que tienes por delante ... 

Buena Noticia es convertir cada uno de ellas en oportunidades que Dios te concede para ser más y mejor persona y madurar en sensibilidad. 


. o O o .

Noticia es el número de personas que, unas por primera vez, otras sobradamente conocidas, se van a cruzar por tu vida ... 

Buena Noticia es reconocer en cada una de ellas a Dios, que se hace padre, madre, amigo, hermano, compañero de trabajo, de estudios, de camino... 


. o O o . 

Noticia es tener una casa donde cobijarse, un colegio donde aprender, una zona de marcha donde disfrutar…

Buena Noticia es tener un corazón agradecido, desinteresado y altruista donde haya espacio para todos tus hermanos, en especial aquellos que más te necesitan. 


. o O o .

Noticia es la enfermedad, el fracaso o lo tristeza que, irremediablemente, se colarán en tu vida ... 

Buena Noticia es cargar con coraje, valentía y fe con cada una de las cruces, sabiendo que Dios es tu mejor Cireneo. 


. o O o .

Noticia es la repetición, un año más, de sucesos de violencia, injusticia e intolerancia, que asomarán por las hojas del periódico o por la pantalla del televisor...

Buena Noticia es despertar tu conciencia, dejando que cada uno de los acontecimientos provoquen tu reacción. 

                                   
. o O o .

Noticia es que los dirigentes, los políticos, los mandatarios velen únicamente por sus intereses ... 

Buena Noticia es que dejes de echar balones fuera y descubras en cada una de las situaciones de injusticia que se dan en tu entorno puedes aportar algo.
                                 
. o O o .

Noticia es que tus padres, tus hijos, tus amigos o tu gente se sientan arropados por tu cariño, cercanía y amistad ... 

Buena Noticia es ir aumentando la familia, abriendo las puertas de tu vida a nuevos hermanos que, aun sin compartir lazos de sangre, comparten al mismo Padre.
                                    
. o O o .

Noticia es cada una de las capacidades que tienes, cada una de los cualidades que te convierten en un ser especial. .. 

Buena Noticia es no enterrar los talentos que posees y hacer que sigan fructificando en el corazón de tus hermanos.
                                
. o O o .

Noticia es acabar de leer o escuchar este texto y pasar a otra cosa ... 

Buena Noticia es tener la certeza de que Dios te acaba de hablar, haciéndole partícipe de cada uno de las sucesos, de cada una de las noticias que te toque vivir... 

                                   
. o O o .

Entonces sí, entonces tú mismo serás Buena Noticia.

En definitiva: ¿Noticia o Buena Noticia? ¡Tú decides!Y no olvides que de tu elección va a depender el grado de felicidad que alcances durante este año.



La Historia de la Semana

viernes, 11 de septiembre de 2015

Los Nadies

Vivimos tiempos difíciles y complicados en las relaciones sociales. Siempre ha habido diferencias, pero con la globalización se hacen más patentes y llegan a todos los rincones.

Estamos viendo el drama de los desplazados, de los inmigrantes, de los indigentes, de la explotación de los recursos, de las consecuencias de las guerras,...


Y tenemos que avivar nuestra sensibilidad para aportar nuestro granito de arena y ayudar a los más desfavorecidos de la sociedad, evitando los prejuicios que en ocasiones sobrevienen.

Por eso comparto este poema del escritor uruguayo recientemente fallecido Eduardo Galeano titulado Los Nadies, pues retrata muy bien la situación de las personas marginadas. Es uno de los poema de El libro de los abrazos, publicado en el 1989

Espero que guste y que nos haga pensar...

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Los Nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.


 
Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.



La Historia de la Semana

jueves, 20 de junio de 2013

Toma de conciencia

Cuando observamos el avance tan rápido de la sociedad se suele decir a veces que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'.

Personalmente creo que el mejor tiempo es el que nos toca vivir ahora, siendo bien conscientes, eso sí, de los retos que se nos van planteando y de las cosas a favor y en contra que tenemos enfrente.

El texto de esta semana quiere ser una toma de conciencia de estas realidades con las que tenemos que convivir en nuestro ambiente, para no asustarnos y poder ser cada uno de nosotros el motor que vaya transformando lo negativo en positivo, lo malo en bueno, contribuyendo así a construir una sociedad mejor ¡al menos en nuestro entorno!

Y sin más, aquí os dejo con esta Toma de conciencia.

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Toma de conciencia 

Construimos casas cada vez más grandes...
para familias más pequeñas.
Gastamos más... pero tenemos menos.
Compramos más... pero lo disfrutamos menos.

Habitamos en edificios más altos...
con vidas poco profundas.
Vamos por autopistas más amplias...
con mentes cada vez más estrechas.

Tenemos más comodidades...
pero vivimos más incómodos.
Tenemos más conocimientos... y menos sensatez.

Más expertos... y menos soluciones.
Más medicinas... y menos salud.

Son tiempos de comida rápida...
y de digestión lenta.
De casas fantásticas... con hogares rotos.
De enojarnos enseguida...
pero de perdonar muy lentamente.

De salir muy temprano...
y llegar siempre tarde.
Levantamos las banderas de la igualdad,
pero sostenemos los prejuicios.


Tenemos la agenda llena
de teléfonos de amigos
a los que nunca llamamos...

Y los estantes de nuestra biblioteca
repletos de libros
que jamás leeremos...

Nos ganamos la vida,
pero no sabemos cómo vivirla.

Poseemos cada vez más cosas,
y desperdiciamos casi todas...

viernes, 3 de febrero de 2012

La Casa

¿La vida es fácil o complicada? ¿Es triste o es alegre? ¿Cómo vivo las situaciones que se me van presentando? ¿Cómo las asumo en mi interior?

Hay respuestas para todos los gustos, y, al final, como dijo el poeta: nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.

Efectivamente, la vida está llena de sorpresas y cada persona las interpreta según su modelo. Por eso es tan importante saber afrontar con coraje las vicisitudes que se nos van presentando en el día a día, desde un modelo que ayude a crecer y sacar de nuestro corazón todo lo bueno que hay en él.

Conozco personas muy enfermas pero con una actitud ante la enfermedad que contagian alegría y esperanza a su alrededor; y personas sanas que sólo ven problemas y dificultades.

La historia de esta semana, titulada La Casa, trata precisamente de cómo con una actitud positiva ante la vida las situaciones se vuelven mucho más llevaderas.

Y es que, casi siempre en esta vida... todo es según el color del cristal con que se mira.

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La Casa
 
Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada, y cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.
 
El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta entreabierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había 1.000 perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. 

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los 1.000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1.000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo: 

-¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir a visitarlo más a menudo!
 
Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1.000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir; y vio cómo los 1.000 perritos le gruñían a él. 

Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1.000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: 

-'¡Qué lugar tan horrible es este! ¡Nunca más volveré a entrar allí!'

En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: 'La Casa de los 1.000 Espejos'.

viernes, 29 de octubre de 2010

Diccionario de la vida

Con el paso del tiempo las palabras van adquiriendo otros significados distintos del original, habitualmente perdiendo parte de su contenido semántico.

En esta ocasión comparto un sencillo diccionario escrito desde el sentimiento para describir algunas palabras que son claves en nuestra vida y que nos pueden servir para resituar nuestra percepción de las mismas, dentro de la línea del desarrollo de los mejores valores que llevamos en nuestreo corazón.

Se titula Diccionario de la vida. ¡Espero que os sirva!

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Diccionario de la vida

Adiós: Es cuando un corazón se va y deja la mitad con quien se queda.

Amigo: Es alguien que se queda para ayudar cuando todos los demás se alejan.

Amor al prójimo: Es cuando un extraño pasa a ser el amigo que todavía no abrazamos.

Caridad: Es cuando una persona tiene hambre y compartimos con ella la única galleta que tenemos.

Celos: Es cuando el corazón se retuerce porque no confía en sí mismo.

Cariño: Es cuando no encontramos ninguna palabra para expresar lo que sentimos y hablamos con las manos, colocando una caricia en cada dedo.


Evangelio: Es un libro que sólo se lee bien con el corazón.

Cordialidad: Es cuando amamos mucho a una persona y tratamos a todos los demás como a ella.

Evolución: Es cuando avanzamos y sentimos el deseo de buscar a los que van quedando atrás.

Hijos: Es cuando Dios pone una joya en nuestras manos y nos recomienda cuidarla.

Fe: Es cuando una persona dice que va a escalar el Everest y su corazón ya lo considera un hecho.

Comprensión: Es cuando un anciano camina lentamente delante de nosotros y, aunque tenemos prisa, no lo apuramos .

Envidia: Es cuando una persona todavía no descubrió que puede ser mejor que otra.

Enemistad: Es cuando una persona empuja bien lejos la línea del afecto.

Lágrima: Es cuando un corazón triste pide a los ojos que hablen por él.

Luto: Es una espina en el corazón que tarda en desaparecer.

Maldad: Es cuando arrancamos las alas al ángel que deberíamos ser.

Perfume: Es cuando reconocemos a quienes nos agradan, aun con los ojos cerrados.

Muerte: Es una separación con aroma de eternidad.

Nietos: Es cuando Dios envía ángeles para alegrar a los abuelos.

Orgullo: Es cuando una persona se siente hormiga y quiere convencer a los demás de que es un elefante.

Odio: Es cuando plantamos trigo todo el año, esperando que madure, y una persona lo quema todo en un día.

Perdón: Es liberar al corazón del peso de una enorme piedra.

Pesimismo: Es cuando una persona pierde la capacidad de ver la vida en colores.

Paz: Es el premio de quien cumple honestamente con su deber.

Pereza: Es cuando un virus entra en la voluntad y la enferma.

Rabia: Es cuando colocamos una muralla en el camino de la paz.

Simplicidad: Es el comportamiento de quien comienza a ser sabio.

Superfluo: Es cuando nuestra sed necesita una gota de agua y pedimos un río entero.

Soledad: Es cuando estamos rodeados de gente, pero nuestro corazón no ve a nadie alrededor.

Ternura: Es cuando alguien nos mira y sus ojos brillan como dos estrellas.

Vanidad: Es cuando una persona abdica de su esencia a favor de otra, generalmente peor.

martes, 5 de octubre de 2010

Merece la pena

¿Merece la pena desprenderse de algo que apreciamos mucho para ayudar a un amigo?

Para responder bien a esta cuestión seguramente habría que concretar casos, situaciones, momentos, ... pero en líneas generales yo creo que la respuesta es afirmativa. Y en la mayoría de las ocasiones no se trata de bienes económicos sino de los valores que llevamos en nuestro corazón esperando una oportunidad para salir.


El video de esta semana es muy breve, apenas llega al minuto, pero ilustra magistralmente esta idea de compartir lo poco o mucho que se tenga con el que lo necesita más, de la mano de la imaginación y creatividad de los niños, porque efectivamente, merece la pena.

Aquí va:



viernes, 1 de octubre de 2010

Dios y el zapatero

A menudo nos solemos quejar de nuestra suerte, envidiando a otras personas que parece tienen justo lo que a nosotros nos gustaría para ser plenamente felices.

Y entretenidos en esos pensamientos no caemos en la cuenta de todas las cosas buenas que tenemos, desaprovechando grandes ocasiones de vivir felizmente saboreando los pequeños -o grandes- detalles de la vida, desde la sonrisa de un niño a la compañía de esa amistad especial.

La historia de esta semana me ha hecho meditar más profundamente sobre este tema y, sobre todo, dar gracias a Dios por todas las cosas sencillas que me rodean y me ayudan casi sin darme cuenta en el vivir cotidiano. 

Se titula Dios y el zapatero, y espero que os guste.

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Dios y el zapatero


Un buen día Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo.  Buscó la casa del zapatero y le dijo: “Hermano, soy muy pobre, no tengo ni una moneda en la bolsa, estas son mis únicas sandalias y están rotas, si me hicieras el favor...”. 

El zapatero le dijo: “Estoy cansado de que todos vengan a pedir y nadie a dar”. 

El Señor le dijo: “Yo puedo darte lo que tu necesitas”. 

El zapatero desconfiado, viendo a un mendigo, le preguntó: “¿Tu podrías darme el millón de dólares que yo necesito para ser feliz?”.

El Señor le dijo: “Yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo”.

El zapatero preguntó: “¿A cambio de qué?”  

El Señor le respondió: “A cambio... a cambio de tus piernas”. 

El zapatero dijo: “Para qué quiero yo diez millones de dólares si no voy a poder caminar”.

Entonces el Señor le dijo: “Puedo darte cien millones de dólares a cambio de tus brazos”. 

El zapatero dijo: “Para qué quiero yo cien millones de dólares si ni siquiera voy a poder comer solo”. 

El Señor le dijo: “Bueno, entonces puedo darte mil millones de dólares a cambio de tus ojos”.

El zapatero pensó un poco y dijo: “Para que quiero yo mil millones de dólares si no voy a poder ver a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos...”. 

Entonces el Señor le dijo: “Hermano, hermano... ¡¡qué fortuna tienes y no te das cuenta!!”.

Facundo Cabral 

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sobre el Alzheimer

Las últimas semanas estoy yendo a misa en un pueblecito de la sierra norte de Madrid, en el que hay una residencia de minusválidos psíquicos y síndrome de Down que aparecen por allí con gran alboroto y alegría. 

Es un buen ejercicio mental ponerse en su lugar y descubrir cómo se sienten  para poder comprenderlos, quererlos y ayudarles a expresar lo bueno que llevan en su corazón. ¡En eso consiste la empatía!

En el video que viene a continuación un grupo de actores hace lo mismo para concienciarnos y sensibilizarnos de la situación de los enfermos de Alzheimer. 

Algunos tenemos familiares o amigos en esta situación y me ha parecido interesante compartirlo con todos. Aquí va:




sábado, 13 de junio de 2009

La ventana

Muchas veces vamos tan acelerados con nuestras cosas que no nos damos cuenta de las necesidades que hay a nuestro alrededor, no sólo de las materiales, que tanto llaman la atención, sino especialmente las necesidades de los corazones de las personas.


Y cuando caemos en la cuenta, solemos primero cubrir nuestras espaldas y dar de lo que nos sobra. La historia de esta semana va más allá todavía: dar de lo que se carece. ¿A que parece imposible? Pues continuad leyendo y veréis.
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La ventana

Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación un hospital.

A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas.

Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, dónde habían ido de vacaciones... Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana.

El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad. El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito y el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.

Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía oír la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras. Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía.

Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo.
Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana.

La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación. Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo él mismo. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se encontró con una pared blanca.

El hombre preguntó a la enfermera qué podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.

La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indicó: “Quizás sólo quería animarle a usted”.

jueves, 12 de marzo de 2009

El violinista

La historia de la semana de hoy me ha sorprendido y hecho reflexionar.
A lo largo del día estamos envueltos en un montón de cosas que nos parecen muy importantes, pero que miradas en pespectiva tal vez no lo sean tanto. Y al revés, seguramente hay muchos 'pequeños detalles' que nos pasan inadvertidos y no alcanzamos a apreciarlos en toda su belleza y profundidad.
Vivimos a veces tan metidos en nuestras cosas que no vemos la riqueza que florece a nuestro lado, mientras que un niño es capaz de extasiarse con el vuelo de una mosca.

Pues de esto trata esta historia que parece verídica.
Espero que os guste.


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El violinista

Un hombre se sentó en una estación del metro en Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero. Durante los siguientes 45 minutos, interpretó seis obras de Bach. Durante el mismo tiempo, se calcula que pasaron por esa estación algo más de mil personas, casi todas camino a sus trabajos.

Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música.

Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha.
Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino. Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.

En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo silencio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos.


Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su actuación en el metro, Bell llenó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.


Esta es una historia real. La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas.

La consigna era: en un ambiente banal y a una hora inconveniente, ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?


Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar a uno de los mejores músicos interpretar la mejor música escrita, ¿qué otras cosas nos estaremos perdiendo?....