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miércoles, 1 de mayo de 2019

Get service

Lo decimos muchas veces pero no es fácil ponerse 'en el lugar del otro' para conocerlo mejor y saber vincularse de forma más positiva. 

La tendencia general es ver las cosas y situaciones desde la propia perspectiva y evitar el esfuerzo de superar el punto de vista personal para acercarse al del otro, en definitiva para ser un poco más empáticos en las relaciones.
Es una realidad que cuando somos conscientes de las dificultades y problemas de los demás, nuestra visión cambia radicalmente, y es más fácil comprender a las otras personas.

El video que comparto esta semana, titulado Get service, algo así como Dar servicio, lo refleja muy bien.




La Historia de la Semana

domingo, 23 de septiembre de 2018

La mejor medicina

 Una asignatura pendiente que tienen muchas personas es la de las relaciones interpersonales. Basta una pequeña discrepancia o un malentendido para sean causa de riñas, enfados, rupturas,...

Y casi siempre es por estar más pendiente de uno mismo, de los hábitos y costumbres personales, que de lo que la otra persona necesita en ese momento o quiere transmitir.
En definitiva, nos hace falta trabajar más la empatía y el acompañamiento para mejorar esas relaciones. 

La historia de esta semana toma como ejemplo la relación entre médico y paciente, y muestra cómo con un poco de empatía se obtienen mejores resultados. Se titula La mejor medicina, y aquí va a continuación.
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La mejor medicina

Un estudiante fue con un maestro para aprender el arte de curar. Vieron venir a un paciente y el maestro dijo:

-Este hombre necesita granadas para curarse.

El estudiante recibió al paciente y le dijo:

-Tiene usted que tomar granadas, es todo lo que necesita. 


El hombre se fue protestando y probablemente no consideró en serio el consejo. El estudiante corrió a su maestro y preguntó qué es lo que había fallado. El maestro no dijo nada y esperó a que de nuevo se dieran las circunstancias.

Pasó un tiempo y el maestro dijo de otro paciente:

-Ese hombre necesita granadas para curarse, pero esta vez seré yo quien actúe. 


Le recibió y se sentaron, hablaron de su familia, de su trabajo, de su situación, dificultades e ilusiones. El maestro con aire pensativo dijo como para sí mismo:

-Necesitarías algún fruto de cáscara dura, anaranjada, y que en su interior contenga granos jugosos de color granate.

 
El paciente interrumpió exclamando:

-¡Granadas!, ¿y eso es lo que podría mejorarme?

El paciente se curó y el estudiante tuvo una ocasión más para aprender que el remedio es la mitad de la cura.

La otra mitad es el acompañamiento y la respuesta de aquél a quien se cura.



La Historia de la Semana

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El valor de una sonrisa

Una de las características de las sociedades modernas suele ser la despersonalización.

Cada persona va por su lado, más atenta a los propios intereses que al bien comunitario, más atenta a satisfacer los gustos personales que a ver sus consecuencias en los demás.

Y nos olvidamos que hace falta muy poco para acercarnos al otro, para ayudar, para no ser una carga,... 

En muchas ocasiones basta una simple sonrisa para relajar situaciones complicadas y momentos de dificultad. Y para facilitar la empatía tan necesaria para acercarnos a los demás.

Por eso comparto esta semana este texto titulado El valor de una sonrisa, para que nos ayude a aportar un granito de arena realmente fácil y sencillo en las relaciones humanas.
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El valor de una sonrisa

Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho:
Enriquece a quienes la reciben
sin empobrecer a quienes la dan.


No dura más que un instante,
pero su recuerdo es a veces eterno.

Nadie es demasiado rico para prescindir de ella,
nadie es demasiado pobre para no merecerla.

Da felicidad en el hogar, apoyo en el trabajo,
es el símbolo de la amistad.

Una sonrisa da reposo al cansado,
ánimo a los más deprimidos.

No puede ni comprarse, ni prestarse, ni robarse,
pues es una cosa que no tiene valor
hasta el momento en que se da.

Y si alguna vez te tropiezas con alguien
que no sabe dar una sonrisa,
sé generoso y dale la suya.

Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa
como el que no puede dársela a los demás.

La Historia de la Semana

miércoles, 25 de junio de 2014

El viejo y el asno


Uno de los valores más necesarios hoy día para relacionarnos con los demás es la empatía.

Se suele definir como la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, sentir sus emociones, pero sin perder la propia identidad.

Hay personas que les cuesta mucho este 'ponerse en los zapatos del otro', pero cuando se consigue es mucho más fácil y dinámica la relación.

El cuento de esta semana, titulado El viejo y el asno, trata precisamente sobre esta capacidad en clave de humor, y es un buen complemento del Decálogo de la Empatía.

Me ha parecido interesante compartirlo porque la empatía nos puede ayudar mucho en mundo de relaciones que tenemos. Aquí va.

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El viejo y el asno

En una granja de un país lejano había un asno. Era ciertamente un asno especial, con largas orejas sedosas y grandes ojos brillantes, y todos los niños lo querían mucho. Por eso, cuando un día desapareció, todos los niños se preocuparon. 




El asno había sido la atracción favorita de la granja infantil. Por las mañanas, los niños acostumbraban a llegar en grupos de dos o tres, o en grupos más numerosos acompañados por sus maestros para visitar al asno. Los más pequeños hasta efectuaban cortos paseos sobre él. 

Por las tardes, los niños acudían a verlo trayendo a sus padres, para que éstos también saludaran a Shlomo, el asno. 

Ahora, sin embargo, el asno no estaba y los niños se sentían abatidos.

Como la tristeza es algo contagioso, antes de que terminara el día, todos los miembros de la granja se habían congregado en el espacioso comedor y, con preocupación en todos los rostros, discutían tratando de decir qué hacer. 

Ya habían buscado por todas las partes Shlomo, el asno, que no aparecía por ningún lado.

En esa misma graja vivía un viejo, padre de uno de los primeros fundadores. Últimamente había empezado a dar muestras de senilidad y, a veces, los niños se burlaban de él abiertamente, aunque los adultos eran un poco más circunspectos. 

Pues bien, cuando toda la población de la granja estaba en el nuevo y espacioso salón-comedor preguntándose qué hacer, entró el viejo tirando de Shlomo, el asno, a sus espaldas.

Si el júbilo fue grande, el asombro fue todavía mayor. Mientras los niños rodeaban al asno, los adultos se congregaron alrededor del viejo.

- ¿Cómo es -le preguntaron- que tú, entre todos, hayas encontrado al asno? ¿Cómo lo hiciste?

El viejo se rascó la calva coronilla, miró al techo y luego al piso, sonrió y al fin dijo:

- Fue muy sencillo, simplemente me pregunté yo mismo: "si tú fueras Shlomo, el asno, ¿adónde irías?" Entonces fui, lo encontré y lo traje de regreso.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Decálogo de la Empatía

Esta semana quisiera compartir con todos el Decálogo de la Empatía. Está dirigido a padres con niños pequeños pero es perfectamente extrapolable, con los necesarios ajustes, al ámbito de la educación y de las relaciones personales.

Los que nos movemos en el ambiente educativo tendemos a imponer nuestro criterio y forma de ver las cosas pensando que es lo mejor (¡y puede que lo sea pues con nosotros ha funcionado!) , pero es también importante y necesario ponerse en la piel del educando o del amigo para discernir qué es lo que piensa y lo que más le conviene en cada momento.

Siempre recordaré una anécdota de un campamento: estaba recriminando un determinado comportamiento a una niña cuando, después de dejarme hablar, me contestó: '¡pero si sólo tengo nueve años y me tratas como si fuera mayor!'. Palabra de honor que no supe qué responderle.

Pues aquí va este Decálogo de la Empatía,
dedicado sobre todo a los padres y educadores, y que espero os sea muy útil en vuestra labor.


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Decálogo de la Empatía

1.- Sólo por hoy, en la mañana, voy a sonreír cuando vea tu rostro y reír cuando tenga ganas de llorar.

2.- Sólo por hoy, en la mañana, voy a dejarte escoger la ropa que te vas a poner, voy a sonreír y a decirte que te queda perfecta.

3.- Sólo por hoy pediré un día de descanso, o vacaciones, para llevarte al parque a jugar.

4.- Sólo por hoy, al mediodía, voy a dejar los platos en la cocina y voy a dejarte que me enseñes como armar un rompecabezas.

5.- Sólo por hoy, en la tarde, voy a desconectar el teléfono y apagar la computadora para sentarme junto a ti en el jardín para hacer burbujas de jabón.

6.- Sólo por esta tarde no voy a reclamarte, ni siquiera a murmurar, cuando tú grites y llores cuando pase el carro de los helados, y voy a salir contigo a comprarte uno.

7.- Sólo por esta tarde no voy a preocuparme sobre que va a ser de ti cuando crezcas y voy a pensar otra vez en todas las decisiones que haya hecho acerca de ti.

8.- Sólo por esta tarde te estrecharé en mis brazos y te contaré una historia acerca de cuando tú naciste y sobre lo mucho que te quiero.

9.- Sólo por esta noche te dejaré salpicar en la bañera y no me voy a enojar.

10.- Sólo por esta noche te dejaré despierto hasta tarde, mientras nos sentamos en el porche a contar las estrellas.

Y sólo por esta noche, cuando pase mis dedos entre tu cabello mientras rezas, simplemente daré gracias a Dios por el mayor regalo que he recibido.