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domingo, 26 de febrero de 2017

Nunca es demasiado tarde

Decía San Agustín que 'hay que vivir el presente del presente', para indicar que no se puede estar añorando el pasado ni pensando en el futuro sino realizando lo que cada momento de la vida nos va deparando.

Y en ese ir viviendo intensamente el día a día es fundamental la disposición para aprender nuevas cosas e incrementar nuestra sensibilidad y desarrollo personal.

Esa es la actitud de los niños y jóvenes cuando van adquiriendo experiencia y madurez; y cuando falta es señal de que uno se ha hecho mayor, independientemente de la edad que tenga.

En la historia de esta semana comparto un texto de José María Escudero en el que nos recuerda que siempre estamos a tiempo para aprender y rectificar los errores cometidos.

Se titula Nunca es demasiado tarde, y es que realmente nunca es demasiado tarde para ser feliz, para amar, para soñar, para sonreir,... 
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Nunca es demasiado tarde

Nunca es demasiado tarde para perdonar...
Aunque siempre es demasiado pronto para llegar a las manos.


Nunca es demasiado tarde para sonreír...
Aunque siempre es demasiado pronto para lamentarse.

Nunca es demasiado tarde para implicarse...
Aunque siempre es demasiado pronto para pasar de largo.

Nunca es demasiado tarde para abrirse a los otros...
Aunque siempre es demasiado pronto para cerrarse en sí mismo.


Nunca es demasiado tarde para dar el primer paso...
Aunque siempre es demasiado pronto para obsesionarse con la meta.

Nunca es demasiado tarde para edificar puentes...
Aunque siempre es demasiado pronto para construir muros.

Nunca es demasiado tarde para ser feliz...
Aunque siempre es demasiado pronto para sentirse un desdichado.


 Nunca es demasiado tarde para amar...
Aunque siempre es demasiado pronto para juzgar si lo merecen.

Nunca es demasiado tarde para soñar y arriesgar...
Aunque siempre es demasiado pronto para bostezar y “seguir tirando.”

Nunca es demasiado tarde para nacer a una vida nueva...
Aunque siempre es demasiado pronto para seguir muriendo en vida.



La Historia de la Semana

lunes, 8 de septiembre de 2014

Las piedras

Uno de los aspectos que más tiempo ocupan los pensamientos de las personas es lo relativo a las cosas negativas que reciben.


Suele ser habitual darles vueltas y más vueltas, alimentando los resentimientos y los prejuicios, dejando un poso poco constructivo en las relaciones humanas e imposibilitando un buen desarrollo de la personalidad.

La historia de esta semana, que lleva por título Las piedras, hace referencia a esta carga negativa interior que va dejando el rencor y cómo se va acumulando si no se le da una buena salida.

Y la mejor salida es bien sencilla: saber perdonar a los que nos molestan, para que ese resentimiento no anide en nuestro corazón. O al menos, como decía Oscar Wilde con humor: perdona a tus enemigos, pues no hay nada que les moleste más.

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Las piedras

Un maestro propuso a sus discípulos el siguiente relato:


-Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?

-Que es un necio -respondió uno de los discípulos-. ¿Para qué cargaba las piedras con que tropezaba?


Dijo el maestro:

-Efectivamente. Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que les han hecho sus amigos, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos.

Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro.



La Historia de la Semana

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Recogiendo piedras

Uno de los valores que distingue específicamente al ser humano es el perdón y la compasión. Sólo las personas somos capaces de tener piedad y misericordia y ejercer el perdón.

Su contravalor se identifica también con claridad: el rencor y el resentimiento.

Por desgracia es muy frecuente encontrar personas que viven instaladas en el resentimiento por hechos pasados hace tiempo pero que son incapaces de olvidar y perdonar, con el resultado de no apreciar lo positivo de la vida humana.

Por eso, para crecer en la madurez y el desarrollo personal es imprescindible tener la grandeza de corazón de saber perdonar y 'pasar página' para no vivir anclados en temas que ya no aportan nada a la persona.

De esto trata la historia de esta semana titulada Recogiendo piedras. Espero que os guste.

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Recogiendo piedras

Un día el maestro les contó a sus discípulos esta historia:

- Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó.

Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no podía caminar.

- ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?

- Que es un necio -respondió uno de los discípulos.
-¿Para qué cargar las piedras con que tropezaba? Es un esfuerzo inútil -dijo otro.

Y añadió el maestro:

-Eso es lo que hacen aquéllos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aún la amargura de las propias equivocaciones...

Todo eso lo debéis dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor y del resentimiento contra los demás o contra uno mismo.

Si haces a un lado esa inútil carga y no la llevas contigo, tu camino será más ligero y tu paso más seguro.