Semana Santa es tiempo de meditación y de reposo para poder pensar en temas importantes, especialmente los relativos a los misterios que se celebran estos días.
Y dentro de ellos, la relación personal con Dios ocupa un lugar destacado. ¿Quién no ha recurrido a El en momentos difíciles de la vida?
Me ha parecido oportuno compartir esta semana este poema de García Monje, titulado Peticiones desoídas, en el que pone de manifiesto la relación entre nuestras peticiones a Dios y la respuesta que nos da, que siempre tiene en cuenta el hacernos conscientes de nuestra propia realidad y nuestro papel dentro de la convivencia con los demás.
Por ejemplo, le pedimos sentir el amor de los demás, cuando tenemos la capacidad para dar nuestro amor al necesitado...
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Peticiones desoídas
Yo había pedido a Dios poder para ser amado,
y me he encontrado con el amor para no necesitar ser poderoso.
Yo le había pedido la salud para hacer grandes cosas,
y me he encontrado con la enfermedad para hacerme grande.
Yo le había pedido la riqueza para ser feliz,
y me he encontrado con la felicidad para vivir la pobreza.
Yo le había pedido leyes para dominar a otros,
y me he encontrado libertad para liberarlos.
Yo le había pedido admiradores para estar rodeado de gente,
y me he encontrado amigos para no estar solo.
Yo le había pedido ideas para convencer,
y me he encontrado respeto para convivir.
Yo le había pedido dinero para comprar cosas,
y me he encontrado personas para compartir mi dinero.
Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo,
y Él sólo me ha dado su Hijo para acompañarme en la tierra.
Yo le había pedido de todo para gozar en la vida,
y Él me ha dado la vida para que goce de todo.
Yo le había pedido ser un dios,
y Él eligió ser humano como yo.
Y dentro de ellos, la relación personal con Dios ocupa un lugar destacado. ¿Quién no ha recurrido a El en momentos difíciles de la vida?
Me ha parecido oportuno compartir esta semana este poema de García Monje, titulado Peticiones desoídas, en el que pone de manifiesto la relación entre nuestras peticiones a Dios y la respuesta que nos da, que siempre tiene en cuenta el hacernos conscientes de nuestra propia realidad y nuestro papel dentro de la convivencia con los demás.
Por ejemplo, le pedimos sentir el amor de los demás, cuando tenemos la capacidad para dar nuestro amor al necesitado...
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Peticiones desoídas
Yo había pedido a Dios poder para ser amado,
y me he encontrado con el amor para no necesitar ser poderoso.
Yo le había pedido la salud para hacer grandes cosas,
y me he encontrado con la enfermedad para hacerme grande.
Yo le había pedido la riqueza para ser feliz,
y me he encontrado con la felicidad para vivir la pobreza.
Yo le había pedido leyes para dominar a otros,
y me he encontrado libertad para liberarlos.
Yo le había pedido admiradores para estar rodeado de gente,
y me he encontrado amigos para no estar solo.
Yo le había pedido ideas para convencer,
y me he encontrado respeto para convivir.
Yo le había pedido dinero para comprar cosas,
y me he encontrado personas para compartir mi dinero.
Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo,
y Él sólo me ha dado su Hijo para acompañarme en la tierra.
Yo le había pedido de todo para gozar en la vida,
y Él me ha dado la vida para que goce de todo.
Yo le había pedido ser un dios,
y Él eligió ser humano como yo.