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sábado, 11 de febrero de 2017

No me responde...

A veces nos asalta una pregunta que nos interpela profundamente y nos deja meditativos: ¿realmente Dios escucha mi oración?

Hay momentos de la vida interior que no sabemos responder a esta pregunta y nos deja sumidos en una purificación espiritual. Pero al final caemos en la cuenta de que  Dios, como buen Padre que es, no se aleja de nosotros sino que está siempre presente a nuestro lado, aunque no seamos capaces de apreciarlo.

La historia de la esta semana, titulada No me responde..., nos adentra en este misterio de la mano de un joven monje...
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No me responde...

Un joven monje muy cumplidor de sus obligaciones dedicaba todos los días un rato a la oración. Entraba en la iglesia con gran devoción, hacía la genuflexión, se sentaba en un banco, miraba al crucifijo del altar mayor y se quedaba ensimismado. 

Así un día tras otro. Pero el joven monje no se sentía satisfecho. Se decía a sí mismo que Dios lo había abandonado, ya que no respondía a su petición de hacer de él un hombre santo.

Entristecido por el silencio de Dios, el joven monje decidió acudir al maestro y contarle su preocupación. 

El maestro miró con ternura al joven y, después de una larga conversación, le aconsejó que siguiera haciendo oración.

Con el paso del tiempo, el joven monje descubrió una gran verdad: 


Dios sí respondía; era él quien no escuchaba: tan lleno estaba su corazón de cosas y de ruidos su alma.


La Historia de la Semana

viernes, 12 de junio de 2015

La mosca y el samurai

Decía santa Teresa de Jesús que la imaginación es la loca de la casa, haciendo referencia a los pensamientos disparatados o inútiles que muchas veces rondan nuestra mente.

El tema de la concentración mental o del recogimiento espiritual es siempre deseado pero, según las circunstancias, difícil o complicado de alcanzar.

El video de animación que comparto esta semana, titulado La mosca, hace referencia a cómo un guerrero samurai intenta mantener la concentración pero una molesta mosca (un pensamiento inoportuno...) le descentra continuamente, y cómo. cuando no se sabe manejar bien, se convierte en todo un enjambre.

No digo más para que veáis cómo lo soluciona nuestro samurai. ¡Seguro que os sorprende y os gusta!

El autor del cortometraje es Hanjin Song y lo realizó en el año 2006 como trabajo de fin de carrera de sus estudios.




La Historia de la Semana

miércoles, 28 de enero de 2015

¿Quién cambia?

Cuando las cosas no funcionan como a uno le gustan es evidente que hay que hacer algunos cambios, pero ¿por dónde comenzar a hacerlos?, ¿por uno mismo o por los demás?

O dicho de otra manera, ¿quién se erige en medida de las situaciones para decir lo que está bien y lo que está mal, lo que hay que cambiar y lo que hay que mantener?

La historia de esta semana me parece muy oportuna pues relata cómo la madurez en la vida nos va transformando y nos va llevando del 'los demás son los que tienen que cambiar y yo tengo siempre la razón' a 'seguramente no tengo toda la razón y el que tiene que cambiar soy yo'. 

El título es muy ilustrativo: ¿Quién cambia?, y nos hace reflexionar sobre este tema tan importante.
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¿Quién cambia?

Un venerable maestro les solía recordar a sus discípulos una parte de su historia. Les decía: 


De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios:  

Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo.

A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir:  


Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho.

Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Ahora mi única oración es la siguiente:  

Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo.

Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.




La Historia de la Semana

miércoles, 29 de octubre de 2014

La plegaria

En los momentos de dudas, dificultades, situaciones complicadas, un buen recurso es dirigirse a Dios para pedirle ayuda.

Este diálogo íntimo con Dios es lo que llamamos oración, pero suele surgir una pregunta importante: ¿cómo tiene que ser esta oración?

La historia de esta semana, que lleva por título La plegaria, viene a recordar que la mejor oración es la que se hace con sinceridad, con el corazón abierto a la respuesta de Dios auqnue muchas veces no sepamos qué decir.

Pues quien ve en lo escondido dde nuestro corazón es Dios y sabe lo más conveniente para cada uno de nosotros.
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La plegaria

Cierta vez, hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo sucedió un milagro:



El río se desbordó y el agua, que avanzaba amenazando con destruirlo todo a su paso, se detuvo milagrosamente a la entrada del poblado sin dañar nada, sin lastimar a nadie.

El sacerdote agradeció a Dios el milagro, y esta vez Él contestó:

- La plegaria de Samuel me conmovió… – dijo el Señor. 


 
El sacerdote fue a ver Samuel, a quien todos tenían por el tonto del pueblo.

- ¿Qué oración dirigiste a Dios el día en que se detuvo el río?

- La verdad es que no sabía qué palabras usar –respondió Samuel–, de hecho no tenía conmigo el libro de las oraciones… 


Así que recité el abecedario y le dije al Todopoderoso: “Aquí están tus letras Señor, acomódalas y construye con ellas la mejor plegaria para que protejas este pueblo”.



La Historia de la Semana

miércoles, 2 de abril de 2014

El discípulo impaciente

A todos nos gusta que nuestros deseos y aspiraciones se hagan realidad lo antes posible, para poder apreciar el fruto de nuestras acciones.


Pero la realidad a veces se muestra esquiva y el tiempo va pasando sin que veamos su realización concreta.

Esto suele suceder especialmente cuando nos dirigimos a Dios a través de nuestra oración en busca de ayuda, consuelo y cercanía, y no apreciamos ningún cambio alrededor, sintiendo una impotencia interior que nos sobrepasa.

La historia de esta semana, titulada El discípulo impaciente, trata sobre esto, y nos recuerda que aunque no veamos resultados concretos de nuestro oración, es importante no desfallecer en ella.


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El discípulo impaciente

Después de una exhaustiva sesión matinal de oraciones en el monasterio, el novicio le preguntó al abad:

-Todas estas oraciones que usted nos enseña, ¿hacen que Dios se acerque a nosotros?

-Te voy a responder con otra pregunta -dijo el abad. -¿Todas estas oraciones que rezas harán que el Sol salga mañana?


-¡Claro que no! ¡El Sol sale porque obedece a una ley universal!

-Entonces, ésta es la respuesta a tu pregunta. Dios está cerca de nosotros, independientemente de las oraciones que recemos.

El novicio se enojó:

-¿Usted quiere decir que nuestras oraciones son inútiles?

-En absoluto. Si tú no te despiertas temprano jamás podrás ver la salida del Sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, nunca conseguirás notar Su presencia.



La Historia de la Semana

miércoles, 30 de mayo de 2012

Gracias de todo corazón

Dice un refrán popular español que ‘es de bien nacidos ser agradecidos’. Yo creo que la mayoría de las personas son agradecidas en su corazón cuando son conscientes de ello, pero muchas veces no se atreven a expresar el agradecimiento.

Por eso, quiero aprovechar este medio del blog para dar las gracias sinceramente por todas las muestras de cariño y amistad que he recibido con motivo de mi reciente cumpleaños.

Así como el año pasado por estas fechas compartía un enlace de humor, en esta ocasión comparto un sentimiento íntimo y personal de los que sólo se cuentan a los amigos.

Uno de los motores de mi vida es el servicio y disponibilidad a los demás. Y los amigos desempeñan un papel importante en ello: ayudan a salir de uno mismo para darse al prójimo, al cercano. Y en esta tarea tan bonita cuento con la asistencia de nuestro buen Dios que me da la fuerza necesaria para superarme cuando surgen la flaqueza y debilidad, y así poder ir cumpliendo los sueños del corazón. 


En los momentos de soledad y retiro interior aprovecho para recargar las pilas con la canción que comparto en este video titulada Anima Christi. A mí me sosiega el alma y el espíritu y me fortalece el ánimo para seguir adelante con ilusión renovada.

La letra es de una poesía antigua que ya utilizaba San Ignacio de Loyola al inicio de sus ejercicios espirituales y refleja muy bien mis sentimientos. Más adelante va un poco de su historia y la letra en latín y en español.

Así que muchísimas gracias de todo corazón a todas las personas que me honran con su amistad. ¡Hasta siempre!


La letra de esta canción se remonta a la primera mitad del siglo XIV. El dato se conoce porque el Papa Juan XXII en el 1330 concedió indulgencias a quien la rezara, aunque su autor es desconocido.
San Ignacio de Loyola la popularizó porque la recomendaba constantemente y la incluyó al principio de sus ejercicios espirituales.


Anima Christi

Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salve me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, lava me.

Passio Christi, conforta me.
O bone Iesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.

Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.

Et iube me venire ad te,
ut cum Sanctis tuis laudem te
in infinita saecula saeculorum.
Amen

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti
Para que con tus santos te alabe
Por los siglos de los siglos.
Amén.

domingo, 25 de marzo de 2012

Señor, haz de mí una parábola viva

El género literario de la parábola lo inició Jesús en el Evangelio y ha marcado una pauta a seguir muy educativa y asequible para todas las personas, independientemente de sus conocimientos.

En esencia consiste en un relato que se basa en una observación verosímil y cotidiana cuya finalidad es transmitir una enseñanza espiritual, utilizando un lenguaje sencillo y entendible.

La historia de esta semana, titulada Señor, haz de mí una parábola viva, es una sencilla oración en la que uno le pide a Dios precisamente ser parábola viva, esto es, que nuestra vida transmita una enseñanza clara de compromiso, de amor, de entrega generosa, para todos los que están a nuestro lado.

Y como quedan pocos días para la celebración de la Semana Santa me ha parecido una buena manera de irla preparando.

¡Espero que os guste!

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Señor, haz de mí una parábola viva

Señor, haz de mí…

Sal del mundo: que me convierta en gourmet del reino, añadiendo a la vida de cada día el único ingrediente que conserva en su totalidad todas sus propiedades: Dios. (Mt 5, 13)

Luz de las gentes: que nadie pase por mi vida sin contemplar el enorme voltaje de paz, amistad y amor que Tú has encendido en mí. (Mt 5, 14-16)

Cimiento sólido: que las inclemencias y las adversidades de cada día no permitan echar abajo la gran obra que Tú estás construyendo en mi vida. (Mt 7, 24-27)

Semilla que cae en tierra buena: que tu palabra cale profundamente en mi corazón y pueda dar fruto y fruto abundante. (Mt 13, 3-8.18-23)

Trigo en medio de la cizaña: que combata el mal a base de bien, sin violencia, sin críticas destructivas, sin puñetazos encima de la mesa…, dejando que el Sembrador se encargue de la cosecha. (Mt 13, 24-30.36-43)

Grano de mostaza: que, desde el anonimato y los últimos puestos, pueda contribuir a acercar tu reino entre mi gente creciendo en sabiduría, prudencia y amor de Dios. (Mt 13, 31-32)

Levadura en medio de la masa: que mi vida sea un fermento de buenas obras en medio de mis hermanos. (Mt 13, 33)

Tesoro a la vista de todos: que sean muchos los que me encuentren y puedan adquirir, a precio de hermano agradecido, las maravillas que Tú depositas en mí. (Mt 13, 44)

Talento productivo: que jamás entierre los dones que Tú me entregas cada día, y tenga la valentía y la generosidad suficientes para compartirlos con mis hermanos (Mt 25, 14-30)

Señor, haz de mi vida una parábola de carne y hueso,
capaz de transmitir tus enseñanzas a mis hermanos,
y haz de mi corazón escuela de tu paz,
abierto las 24 horas del día, los 365 días del año.


La Historia de la Semana

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un cuento de Navidad

Navidad es tiempo de ilusión, de esperanza, de sueños,... no sólo para los pequeños de la casa.

Y, cómo no, es también tiempo de cuentos e historias que nos llevan a esos mundos ideales donde nos gustaría vivir, mundos que tenemos que recrear en nuestra ensoñación para que un día se hagan realidad.

La historia de esta semana es un sencillo cuento que nos recuerda que para hablar con Dios en estos días no hacen falta grandes palabras. Es suficiente un corazón generoso y abierto pues todo lo demás ya lo pone El.

Aquí va un Cuento de Navidad que espero os guste.

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UN CUENTO DE NAVIDAD

El sacerdote, viendo la iglesia llena, dio comienzo a la celebración.  Eran en su mayoría obreros del barrio más pobre de Río de Janeiro, reunidos esa noche con un solo objetivo común: la misa de navidad. Se sintió muy confortado y dio comienzo a sus palabras, cuando de improviso se oyó en la iglesia: a, b, c, d,...
Era, al parecer, un niño el que perturbaba la solemnidad del oficio. Los asistentes se volvieron hacia atrás algo molestos, mientras se seguía escuchando: a, b, c, d,...

- ¡Para! -dijo el sacerdote. El niño pareció despertarse de un trance. Lanzó una mirada temerosa a su alrededor y su rostro enrojeció de vergüenza.

- ¿Que haces? ¿ No ves que perturbas nuestras oraciones?


El niño bajo la cabeza y unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas...

- ¿Dónde está tu madre? - insistió el cura. ¿No te ha enseñado a seguir la misa?

- Perdóneme padre, -respondió el niño c
on la cabeza baja- pero yo no he aprendido a rezar. He crecido en la calle, sin padre ni madre. Hoy como es navidad, tenía la necesidad de conversar con Dios. Pero no sé cuál es el idioma que ÉL comprende, por eso digo sólo las letras que yo me sé. He pensado que, allá arriba, ÉL podría tomar esas letras y formar las palabras y las frases que más le gusten.

- Ya me voy -añadió-. No quiero molestar a las personas que saben tan bien cómo comunicarse con Dios.


 - Ven conmigo - le respondió el sacerdote. Tomó al niño de la mano y lo condujo al altar. Después se dirigió a los fieles:

- Esta noche, antes de la misa, vamos a rezar una plegaria especial.
Vamos a dejar que Dios escriba lo que ÉL desea oír. Cada letra corresponderá a un momento del año, en el que lograremos hacer una acción, luchar con coraje para realizar un sueño o decir una oración sin palabras. Y le pediremos que ponga en orden las letras de nuestra vida. Vamos a pedir en nuestro corazón que esas letras le permitan crear las palabras y las frases que a ÉL le agraden.

Y con los ojos cerrados, el sacerdote se puso a recitar el alfabeto... Y, a su vez, toda la iglesia repitió: a, b, c, d,...



La Historia de la Semana 
 

martes, 31 de mayo de 2011

El poder de la oración

Según los manuales clásicos, una de las formas más comunes de oración es la de petición: nos dirigimos a Dios para pedirle por lo que vemos necesario e inaplazable y está lejos de nuestras manos; aunque también es cierto, como dice el evangelio, que 'nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de pedirlo'.
 
La historia de esta semana aporta un ingrediente más para la reflexión con el que estoy completamente de acuerdo: la oración es mucho más eficiente cuando el objeto de nuestra súplica es el prójimo y no uno mismo, cuando va dirigida a los demás.

¡A fin y al cabo Dios ya sabe lo que yo necesito!

Pero de todas maneras, para mí lo más importante de la oración es dialogar con Dios como quien habla con un amigo: sabiendo que mi voz va a ser escuchada.

Aquí va un relato sobre este tema titulado El poder de la oración.


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El poder de la oración

Un barco naufragó en una tormenta y sólo dos hombres pudieron nadar hasta una isla desierta.   Los dos hombres no sabían qué hacer y decidieron que ambos debían orar a Dios. 


Decidieron que para saber cuál de los dos haría las oraciones más eficaces iban a separarse; y, así, decidieron establecerse en lados opuestos de la isla.

Lo primero por lo que oraron fue por alimentos.   A la mañana siguiente, el primer hombre vio un frondoso árbol de frutas en su territorio, del cual pudo comer. El segundo hombre no recibió nada.


Varios días después el primer hombre se sintió solo y oró por una mujer que le acompañase.


Al próximo día, otro barco naufragó y la única sobreviviente fue una mujer que llegó a su territorio y allí se estableció como su compañera.


Los dos hombres siguieron orando y el primero pidió en sus oraciones casa, ropa y más alimentos.   Como por arte de magia el primer hombre recibió todos sus deseos, mientras el segundo nada recibía.


Finalmente, el primer hombre oró por un barco de manera que él y su compañera pudieran dejar la isla.  Al día siguiente, un barco llegó milagrosamente al lado donde él vivía, y decidió dejar al segundo hombre abandonado en la isla, pues consideró que sus oraciones no habían recibido la bendición de Dios y por eso no habían sido respondidas.


Cuando el barco zarpaba de la isla escuchó una voz resonando desde los cielos que le preguntó:


-¿Por qué dejaste a tu compañero abandonado en la isla?


El primer hombre respondió a la voz:


-Mis bendiciones son sólo mías porque fui yo quien las pidió. Las súplicas de mi compañero no fueron escuchadas por Dios, porque Dios no tenía nada para él.


La voz le respondió:


-Estás totalmente equivocado, él sólo tuvo una súplica que yo le respondí.


A lo cual el primer hombre preguntó:


-Dime entonces, ¿qué pidió él para que yo le deba algo en pago?


La voz le respondió:


-Él oró sencillamente para que todas tus súplicas fueran concedidas.



La Historia de la Semana 

martes, 22 de febrero de 2011

Señor, ayúdame!

Mucha gente piensa que orar es repetir mecánicamente unas palabras, más o menos sentidas, dirigidas a Dios. A veces sí, pero su efecto va mucho más allá. Si esas palabras no tienen una clara repercusión en mi cotidianeidad, es que algo no va bien. 

La historia de esta semana es una oración de Gandhi que expresa magníficamente esta repercusión en los demás. 


De hecho ha sido utilizada en las escuelas de liderazgo para hacer ver a los futuros líderes cómo es la mejor manera de acercarse a los demás, cómo debe ser mi actitud frente a las situaciones que la vida nos va deparando, sin dejarse llevar por la corriente.

 
Y dicho de una forma que ya San Juan resumió sencillamente: no puedo amar a Dios a quien no veo si no amo a mi hermano a quien veo.

En definitiva, se trata de una apuesta por la superación personal en la dirección más bonita: la del amor. Aquí va esta magnífica y actual oración de Gandhi.

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Señor, ayúdame!
Señor,
Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes 
y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.

Si me das humildad, no me quites la dignidad.

  
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda,
no me dejes culpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a ti mismo y a no juzgarme como a los demás.

 
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Mas bien, recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.


Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme
y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.

¡Señor...si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí!