En la entrada anterior se hacía referencia a ese jardín secreto que tenemos en el alma y que sólo conocemos cada uno de nosotros. Y la historia de esta semana, titulada La cámara secreta, trata precisamente de esto.
Por eso conviene desterrar del corazón todas las cosas negativas que reducen nuestra visión, como el rencor, la envidia, la avaricia,... y cultivar todo lo que nos engrandece como personas: el amor, la generosidad, la amistad,...
Y aunque provoque reacciones adversas en los demás, el ser fieles a estas convicciones íntimas nos hará plenamente felices y realmente alegres.
De todo esto trata este cuento, aunque estoy seguro que en vuestra cámara secreta encontraréis más tesoros aún para enriquecerlo.
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La cámara secreta
Evidentemente su posición no dejó de exacerbar el odio y los celos de los demás cortesanos que no soñaban sino con su caída y trataban por todos los medios de desacreditarle delante del rey.
Movido por esta camarilla llena de odio y convencido de la fidelidad de su favorito, el rey aceptó su petición a fin de acallar aquellas malas lenguas.
Intrigado, el rey hizo venir a Ayâz y le preguntó por qué guardaba tan celosamente aquellos viejos andrajos. Y éste le respondió con modestia:
-Fue vestido con estas ropas viejas como llegué a la corte y vengo a verlas todos los días, para acordarme de todas las bondades que me habéis dispensado desde entonces y no olvidar la humildad de mis inicios.
Alejandro Jodorowsky
La Historia de la Semana
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