Sin embargo creo que hay dos factores que han influido de forma considerable en ella:
el afán desmedido de enriquecerse de algunos (lo que decíamos avaricia en otros tiempos) y la falta de justicia ante determinados casos (que hace que no todos sean iguales ante la ley).
¿Qué hacer ante esta situación? La historia de esta semana nos da alguna pista de actuación, que pasa necesariamente por nuestro compromiso y honestidad personal, procurando ser justo con los que me rodean y no dejándome llevar por el tener sino por el ser.
Y sin más aquí va El mercader y la bolsa.
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El mercader y la bolsa
Cierto día un mercader ambulante iba caminando hacia un pueblo. Por el camino encontró una bolsa con 80 monedas de oro. El mercader decidió buscar a la persona que había perdido el dinero para entregárselo pues pensó que el dinero pertenecía a alguien que llevaba su misma ruta.
Cuando llegó a la ciudad fue a visitar a un amigo.
- ¿Sabes quién ha perdido una gran cantidad de dinero? -le preguntó a éste.
- Sí, sí -le respondió.- Lo perdió nuestro vecino, que vive en la casa de enfrente.
El mercader fue a la casa indicada y devolvió la bolsa. Este vecino era una persona avara y apenas terminó de contar el dinero gritó:
- ¡Faltan 20 monedas! Esa era la cantidad de dinero que yo iba a dar como recompensa. ¿Cómo lo has agarrado sin mi permiso? Vete de una vez. Ya no tienes nada que hacer aquí.
El honrado mercader se sintió indignado por la falta de agradecimiento, y no queriendo pasar por ladrón fue a ver al juez.
El avaro fue llamado a la corte. Insistió ante el juez que la bolsa contenía 100 monedas, mientras que el mercader aseguraba que eran 80.
El juez, que tenía fama de sabio y honrado, no tardó en decidir el caso. Le preguntó al avaro:
- Tú dices que la bolsa contenía 100 monedas ¿verdad?
- Sí, señor -respondió.
- Y tú dices que la bolsa contenía 80 monedas -le preguntó el juez al mercader.
- Sí, señor.
- Pues bien -dijo el juez- considero que ambos son personas honradas e incapaces de mentir. A ti porque has devuelto la bolsa con el dinero, pudiéndote quedar con ella. Y al vecino porque lo conozco desde hace tiempo.
Esta bolsa de dinero no es la suya, pues contenía 100 monedas y ésta sólo tiene 80. Así pues, que se quede el mercader con ella hasta que aparezca su dueño.
Y tú, mientras tanto, sigue esperando que alguien te devuelva la tuya.
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