martes, 13 de marzo de 2012

La niña y la piedra

La acción educativa es una de las tareas más bonitas e importantes que podemos acometer en nuestro entorno.

Los que nos dedicamos a ello somos conscientes de la riqueza y también de la dificultad que comporta en estos tiempos.

La palabra 'educar' significa algo así como 'sacar de dentro': dar salida a todo lo bueno que el educando lleva en su interior. Por eso es buen educador el que sabe ver en cada persona la obra de arte inacabada en que consiste, y le ayuda a desarrollar todo ese potencial interior para aspirar a los más nobles valores para él mismo y para la sociedad.

La historia de esta semana, titulada La niña y la piedra, trata precisamente de este ver más allá de las apariencias externas y llegar a lo que es realmente importante.

¡Espero que os guste!

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La niña y la piedra

Cuentan que, en cierta ocasión, entró una niña en el taller de un escultor muy conocido. 

Por un largo rato estuvo disfrutando de todas las cosas asombrosas del taller: martillos, cinceles, pedazos de esculturas desechadas, bocetos... 

¡Pero lo que más le impresionó a la niña fue una enorme piedra en el centro del taller!

Era una piedra tosca, llena de magulladuras y heridas, desigual. La niña estuvo acariciando con sus ojos la piedra y, al rato, se marchó.

Volvió la niña al taller a los pocos meses y vio sorprendida que, en el lugar de la enorme piedra, se erguía un hermosísimo caballo que parecía ansioso de liberarse de la fijeza de la estatua y ponerse a galopar. 

La niña se dirigió al escultor y le dijo: 

¿Cómo sabías tú que dentro de la piedra se escondía ese caballo tan bonito?



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