Pero una cosa es padecerlos y otra muy distinta repercutirlos sobre los que están a nuestro lado. Con frecuencia solemos ser más injustos y desconsiderados con los que más nos quieren que con los desconocidos. Por eso es un signo de madurez saber 'aparcar' los problemas y afrontarlos en el momento adecuado. Y éste es el tema que trata nuestra historia El árbol de los problemas.
Y como hoy es el día de San José, ¡muchas felicidades a todos los que lo tienen por patrono y hoy celebran su onomástica, y a los que sean padres también!
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El árbol de los problemas
El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar mi vieja granja, acababa de finalizar su primer día de trabajo muy duro. Su cortadora eléctrica se había dañado y le había hecho perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.
Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.
Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el auto.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.
- "Ese es mi árbol de los problemas", contestó. "Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero hay algo que es seguro: los problemas no pertenecen a mi casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego. Luego a la mañana los recojo otra vez."
- "Lo divertido es... -dijo sonriendo- que cuando salgo a la mañana a recogerlos, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior".
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