¡Real como la vida misma! Así podríamos resumir el cortometraje que comparto esta semana y que hace referencia al nivel educativo de nuestro entorno.
Los que nos dedicamos al mundo de la educación con niños y adolescentes nos encontramos con estas situaciones más a menudo de lo que nos gustaría.
Es habitual el uso de malas palabras, demostrar lagunas importantes en los conocimientos, dejarse llevar por prejuicios sin fundamento,... y todo ello ambientado con una costumbre típica: comer pipas.
Este corto ha recibido varios galardones desde su presentación en el 2013.
Me ha parecido interesante compartirlo para poner de manifiesto, de forma humorística, cómo la falta de cultura lleva consigo un mundo de prejuicios considerable; o dicho de otra forma: la cultura y la educación nos ayudan a ser más libres para encontrar lo mejor y superarnos diariamente.
Creo que este es el reto que tenemos como educadores: abrir ventanas al conocimiento y a la vida para ampliar el campo de visión de nuestros jóvenes.
Aquí va a continuación el corto titulado Pipas.
La Historia de la Semana
Semana Santa es tiempo de meditación y de reposo para poder pensar en temas importantes, especialmente los relativos a los misterios que se celebran estos días.
Y dentro de ellos, la relación personal con Dios ocupa un lugar destacado. ¿Quién no ha recurrido a El en momentos difíciles de la vida?
Me ha parecido oportuno compartir esta semana este poema de García Monje, titulado Peticiones desoídas, en el que pone de manifiesto la relación entre nuestras peticiones a Dios y la respuesta que nos da, que siempre tiene en cuenta el hacernos conscientes de nuestra propia realidad y nuestro papel dentro de la convivencia con los demás.
Por ejemplo, le pedimos sentir el amor de los demás, cuando tenemos la capacidad para dar nuestro amor al necesitado...
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Peticiones desoídas
Yo había pedido a Dios poder para ser amado,
y me he encontrado con el amor para no necesitar ser poderoso.
Yo le había pedido la salud para hacer grandes cosas,
y me he encontrado con la enfermedad para hacerme grande.
Yo le había pedido la riqueza para ser feliz,
y me he encontrado con la felicidad para vivir la pobreza.
Yo le había pedido leyes para dominar a otros,
y me he encontrado libertad para liberarlos.
Yo le había pedido admiradores para estar rodeado de gente,
y me he encontrado amigos para no estar solo.
Yo le había pedido ideas para convencer,
y me he encontrado respeto para convivir.
Yo le había pedido dinero para comprar cosas,
y me he encontrado personas para compartir mi dinero.
Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo,
y Él sólo me ha dado su Hijo para acompañarme en la tierra.
Yo le había pedido de todo para gozar en la vida,
y Él me ha dado la vida para que goce de todo.
Yo le había pedido ser un dios,
y Él eligió ser humano como yo.
Hace tiempo que no comparto un poco de música relajante y me ha parecido oportuno incluir hoy el famoso Canon en Re Mayor de Pachelbel.
Este canon es la obra más conocida del compositor alemán Johann Pachelbel, quien la compuso sobre el año 1680.
Fue compuesta como música de cámara para tres violines y contrabajo. Posteriormente se han realizado sobre ella numerosos arreglos para orquesta.
He encontrado dos versiones que me parecen buenas. La primera interpretada por la Orquesta Sinfónica de Londres y va acompañada de un video de flores de vistosos colores.
La segunda se ciñe más a la idea original y es una versión en directo interpretada por un cuarteto de cuerda de origen australiano, el Stringspace String Quartet.
Aquí va la primera versión:
Y aquí la segunda:
La Historia de la Semana
Decía Ramón de Campoamor, poeta del romanticismo del siglo XIX, esa frase tan famosa de que En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira.
Efectivamente la visión que tenemos de las cosas y de las personas depende en gran medida de nuestra propia mirada, de la perspectiva en que nos encontramos, y es bastante sencillo dejarse llevar por los prejuicios adquiridos.
Comparto este semana una simpática poesía titulada El poema de la cebra, original de Sheldon A. Silverstein, poeta estadounidense y autor de libros para niños, que refleja muy bien este tema, y nos recuerda que aunque es natural la tendencia a etiquetar a las cosas y a las personas, hay que tener mucho cuidado en ello.
Y por eso es conveniente, como dice Fernando Rielo, ver la tierra desde el cielo, tener una mirada de las cosas que vaya a su raíz.
He puesto el poema en español y en su versión inglesa original, que tiene sus matices. Espero que os guste.
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El poema de la cebra
Le pregunté a la cebra:
¿Eres negra con rayas blancas?
¿O blanca con rayas negras?
Y la cebra me contestó:
¿Eres bueno y a veces te portas mal?
¿O malo y a veces te portas bien?
¿Eres ruidoso con momentos de silencio?
¿O silencioso con momentos ruidosos?
¿Eres alegre con algunos días tristes?
¿O triste con algunos días alegres?
¿Eres ordenado con algunos descuidos?
¿O desordenado con alguna organización?
Y así siguió y siguió.
Una y otra vez.
No vuelvo a preguntarle a una cebra
Sobre sus rayas.
¡Nunca!
Y para los que saben inglés, aquí va el original, que siempre tiene matices que se pierden con la traducción:
I asked the Zebra:
Are you black with white stripes?
Or white with black stripes?
And the zebra asked me:
Are you good with bad habits?
Or are you bad with good habits?
Are you noisy with quiet times?
Or are you quiet with noisy times?
Are you happy with some sad days?
Or are you sad with some happy days?
Are you neat with some sloppy ways?
Or are you sloppy with some neat ways?
And on and on and on and on
And on and on he went.
I’ll never ask a zebra
About stripes
Again
La Historia de la Semana
A todos nos gusta que nuestros deseos y aspiraciones se hagan realidad lo antes posible, para poder apreciar el fruto de nuestras acciones.
Pero la realidad a veces se muestra esquiva y el tiempo va pasando sin que veamos su realización concreta.
Esto suele suceder especialmente cuando nos dirigimos a Dios a través de nuestra oración en busca de ayuda, consuelo y cercanía, y no apreciamos ningún cambio alrededor, sintiendo una impotencia interior que nos sobrepasa.
La historia de esta semana, titulada El discípulo impaciente, trata sobre esto, y nos recuerda que aunque no veamos resultados concretos de nuestro oración, es importante no desfallecer en ella.
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El discípulo impaciente
Después de una exhaustiva sesión matinal de oraciones en el monasterio, el novicio le preguntó al abad:
-Todas estas oraciones que usted nos enseña, ¿hacen que Dios se acerque a nosotros?
-Te voy a responder con otra pregunta -dijo el abad. -¿Todas estas oraciones que rezas harán que el Sol salga mañana?
-¡Claro que no! ¡El Sol sale porque obedece a una ley universal!
-Entonces, ésta es la respuesta a tu pregunta. Dios está cerca de nosotros, independientemente de las oraciones que recemos.
El novicio se enojó:
-¿Usted quiere decir que nuestras oraciones son inútiles?
-En absoluto. Si tú no te despiertas temprano jamás podrás ver la salida del Sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, nunca conseguirás notar Su presencia.
La Historia de la Semana