Dice un refrán popular
español que ‘es de bien nacidos ser agradecidos’. Yo creo que la
mayoría de las personas son agradecidas en su corazón cuando son
conscientes de ello, pero muchas veces no se atreven a expresar el
agradecimiento.
Por eso, quiero aprovechar
este medio del blog para dar las gracias sinceramente por todas las muestras de
cariño y amistad que he recibido con motivo de mi reciente
cumpleaños.
Así como el año pasado por estas fechas compartía un enlace de humor, en esta ocasión comparto un sentimiento íntimo y personal de los que sólo se cuentan a los amigos.
Así como el año pasado por estas fechas compartía un enlace de humor, en esta ocasión comparto un sentimiento íntimo y personal de los que sólo se cuentan a los amigos.
Uno de los motores
de mi vida es el servicio y disponibilidad a los demás. Y los amigos
desempeñan un papel importante en ello: ayudan a salir de uno mismo
para darse al prójimo, al cercano. Y en esta tarea tan bonita cuento
con la asistencia de nuestro buen Dios que me da la fuerza necesaria
para superarme cuando surgen la flaqueza y debilidad, y así poder ir
cumpliendo los sueños del corazón.
En los momentos de soledad y retiro interior aprovecho para recargar las pilas con la canción que comparto en este video titulada Anima Christi. A mí me sosiega el alma y el espíritu y me fortalece el ánimo para seguir adelante con ilusión renovada.
En los momentos de soledad y retiro interior aprovecho para recargar las pilas con la canción que comparto en este video titulada Anima Christi. A mí me sosiega el alma y el espíritu y me fortalece el ánimo para seguir adelante con ilusión renovada.
La letra es de una poesía
antigua que ya utilizaba San Ignacio de Loyola al inicio de sus
ejercicios espirituales y refleja muy bien mis sentimientos. Más
adelante va un poco de su historia y la letra en latín y en español.
Así que muchísimas
gracias de todo corazón a todas las personas que me honran con su
amistad. ¡Hasta siempre!
La letra de esta canción se remonta a la primera mitad del siglo XIV. El dato se conoce porque el Papa Juan XXII en el 1330 concedió indulgencias a quien la rezara, aunque su autor es desconocido.
San Ignacio de Loyola la popularizó porque la recomendaba constantemente y la incluyó al principio de sus ejercicios espirituales.
Anima Christi
Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salve me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, lava me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Iesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te,
ut cum Sanctis tuis laudem te
in infinita saecula saeculorum.
Amen
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti
Para que con tus santos te alabe
Por los siglos de los siglos.
Amén.