De la historia de esta semana se pueden sacar muchas ideas prácticas para nuestra actividad cotidiana.
La primera que resalta son los efectos del afán de perfeccionismo. Está bien desear hacer las cosas de la mejor manera posible, pero cuando nos quedamos en la cosa en sí y nos olvidamos del objetivo final es muy fácil que nos ocurra como general de nuestra historia, que se queda 'a verlas venir'.
Otra idea es lo bien que funciona con ciertas personas la adulación: basta que les digas lo quieren escuchar para que ya te hagan caso; y es un mecanismo de manipulación al que hay que estar atento.
Y otras ideas que seguro se os ocurren. Así que sin más, aquí va El puente perfecto.
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El puente perfecto
Hace mucho tiempo, un simple soldado tenía la importante misión de guardar el paso existente en un río.
Un día, al despertar, se encontró con todo un ejército al otro lado del río, dirigido por un gran general, orgulloso y de genio rápido. Con grandes voces el general le indicó sus intenciones de cruzar el río, tomar sus tierras y declararse dueño de todo el lugar.
El soldado miró las muy numerosas tropas y al orgulloso general y, tras meditar un rato, se inclinó ante el ejército.
Un día, al despertar, se encontró con todo un ejército al otro lado del río, dirigido por un gran general, orgulloso y de genio rápido. Con grandes voces el general le indicó sus intenciones de cruzar el río, tomar sus tierras y declararse dueño de todo el lugar.
El soldado miró las muy numerosas tropas y al orgulloso general y, tras meditar un rato, se inclinó ante el ejército.
"Oh, gran general", dijo. "Veo vuestras tropas, valientes como ninguna otra. Veo vuestra nobleza, más allá de toda duda. Veo todas estas cosas".
Entonces habló el general, complacido por haber sido correctamente juzgado.
"¡Pues apártate y déjanos tomar lo que nos pertenece!".
El soldado se inclinó ante el general, pero se negó pesaroso.
"No podría, general. Mirad el río. Hay rocas, con las que podríais tropezar y caer. Hay barro, con el que podríais mancharos. Y fría está el agua. ¿Cómo podría dejaros cruzar de una manera tan poco noble, nada apropiada para vos?".
El general meditó y vió que sufrir tales incomodidades estaba por debajo de lo que se merecía, por lo que asintió.
El soldado se inclinó de nuevo.
"Dejadme enviar mensaje a mi señor. Entenderá la situación como yo lo he hecho y enviará artesanos y materiales, los mejores de ambos, para que construyan un puente, el mejor que se haya construido jamás, para que vos y vuestras tropas, crucéis".
El general asintió y acampó con sus tropas en su orilla del río.
El señor del soldado entendió a su súbdito y, como éste había predicho, envió los mejores artesanos y materiales.
Durante meses trabajaron con dedicacion y cuidado, de modo que el puente fuese perfecto. El puente tardó más de un año en ser construido y, cuando fue finalizado, era perfecto.
La Historia de la Semana
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