La anterior entrada del blog era una invitación a sonreir frente a las adversidades de la vida y a ver las situaciones en perspectiva para tener una idea más objetiva de las cosas.
Detrás de todo ello late con fuerza la esperanza en un futuro mejor. Pero, ¿dónde ponemos nuestra esperanza?
Porque al final, cuando todo lo demás se desmorona, quien sigue dando un soplo de esperanza es Dios, que anida en el corazón de cada ser humano. Y sigue siendo la mejor esperanza.
¡Espero que os guste!
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Canto a la esperanzaNunca podrás, dolor, acorralarme.
Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,
secar mi lengua, amordazar mi canto,
sajar mi corazón y desguazarme.
Podrás entre tus rejas encerrarme,
destruir los castillos que levanto,
ungir todas mis horas con tu espanto.
Pero nunca podrás acorralarme.
Puedo amar en el potro de tortura.
Puedo reir cosido por tus lanzas.
Puedo ver en la oscura noche oscura.
Llego, dolor, a donde tú no alcanzas.
Yo decido mi sangre y su espesura.
Yo soy el dueño de mis esperanzas.
En medio de la sombra y de la herida
me preguntan si creo en Ti. Y digo
que tengo todo cuando estoy contigo:
el sol, la luz, la paz, el bien, la vida.
Sin Ti el sol es luz descolorida.
Sin Ti la paz es cruel castigo.
Sin Ti no hay bien ni corazón amigo.
Sin Ti la vida es muerte repetida.
Contigo el sol es luz enamorada,
y contigo la paz es paz florida.
Contigo el bien es casa reposada,
y contigo la vida es sangre ardida.
Pues si me faltas Tú, no tengo nada:
ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida.
Sin Ti, Señor, la muerte.
Contigo, Señor, la vida.
José Luis Martín Descalzo
La Historia de la Semana
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