A menudo nos solemos quejar de nuestra suerte, envidiando a otras personas que parece tienen justo lo que a nosotros nos gustaría para ser plenamente felices.
Y entretenidos en esos pensamientos no caemos en la cuenta de todas las cosas buenas que tenemos, desaprovechando grandes ocasiones de vivir felizmente saboreando los pequeños -o grandes- detalles de la vida, desde la sonrisa de un niño a la compañía de esa amistad especial.
Se titula Dios y el zapatero, y espero que os guste.
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Dios y el zapatero
Un buen día Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo. Buscó la casa del zapatero y le dijo: “Hermano, soy muy pobre, no tengo ni una moneda en la bolsa, estas son mis únicas sandalias y están rotas, si me hicieras el favor...”.
El Señor le dijo: “Yo puedo darte lo que tu necesitas”.
El zapatero desconfiado, viendo a un mendigo, le preguntó: “¿Tu podrías darme el millón de dólares que yo necesito para ser feliz?”.
El zapatero preguntó: “¿A cambio de qué?”
El Señor le respondió: “A cambio... a cambio de tus piernas”.
El zapatero dijo: “Para qué quiero yo diez millones de dólares si no voy a poder caminar”.
El zapatero dijo: “Para qué quiero yo cien millones de dólares si ni siquiera voy a poder comer solo”.
El Señor le dijo: “Bueno, entonces puedo darte mil millones de dólares a cambio de tus ojos”.
El zapatero pensó un poco y dijo: “Para que quiero yo mil millones de dólares si no voy a poder ver a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos...”.
Entonces el Señor le dijo: “Hermano, hermano... ¡¡qué fortuna tienes y no te das cuenta!!”.
2 comentarios:
Que interesante lección. Es cierto vivimos quejándonos por lo que no tenemos, pero no damos gracias por esas partes tan obvia de nuestro cuerpo que precisamente por eso le restamos importancia hasta que la perdemos. Entonces vemos donde y en que radica la verdadera riqueza y la felicidad. todo el que ve, camina y puede comer con sus propias manos es multimillonario.
Excelente mensaje. Todo a aquel que puede Ver, Caminar, Comer con sus propias manos y hablar es rico y no se ha dado cuenta. quizás lo sepa cuando le falte algunos de estos maravillosos sentidos.
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