El acceso está vigilado por los militares y para acceder hay que pasar un control similar al de los aeropuertos.
Dado que es la única parte que se conserva del primitivo Templo de Jerusalén destruido por los romanos es el lugar más importante para los judíos. E inevitablemente vienen a la mente las palabras de Jesús: Dios no sólo está en el Templo, sino en el corazón de todo ser humano.
Tras otro control militar se accede a la explanada de las mezquitas, pues hay dos: la de Al Aksa y la de la Roca, que es la de las fotos.
Es éste un lugar sagrado para los musulmanes, donde recuerdan la piedra en la que Abraham iba a sacrificar a Isaac (de ahí el nombre de la Roca) y donde Mahoma subió al cielo.
De nuevo es imposible visitar el interior de ninguna de ellas. La explanada tiene forma de rectángulo y en cada lado se conservan unos arcos como los de la foto que datan de la época de los cruzados, y que marcaban su perímetro.
En este lugar se encontraba el Templo de Jerusalén (impresiona ver la maqueta a escala por la magnificencia que tenía) y en la actualidad se están realizando excavaciones arqueológicas por parte de los judíos para encontrar sus restos (¡con gran disgusto de la comunidad árabe!).
De allí nos dirigimos a la Iglesia de Santa Ana, la madre de María, donde hubo un detalle significativo: estábamos cantando la Salve Regina con nuestras mejores voces (en honor a la verdad, salvo Paco que canta muy bien, el resto hacíamos lo que podíamos...) cuando se nos unió un coro profesional que venía de Francia y nos ayudó. Signo de la comunión de la Iglesia y de que cuando uno pone toda su buena intención en lo que hace, María lo acompaña.
Esta imagen corresponde a los restos de una cárcel romana situada en la que había sido casa de Caifás, donde San Pedro negó por tres veces a Jesús antes de que cantara el gallo. Sobre ella hay una basílica, conocida como San Pedro in Gallicantu, contruida a principios del siglo XX por los Padres Asuncionistas. Resultó muy impresionante ver sobre el lugar cómo torturaban los romanos a los reos, y en particular a Jesús.
Dentro del mismo recinto se encuentra esta escalera de piedra que está datada en la época de Herodes, y dado que está en una vía de comunicación natural entre el valle y el palacio es muy problable que por ella condujeran a Cristo cuando lo prendieron.
En la actualidad está vallada para que las personas no se lleven piedras de recuerdo.
La siguiente foto refleja el camino que siguó Jesús desde que lo prendieron en Getsemaní (1) hasta el lugar donde le dieron sepultura (7).
Como se puede apreciar, en la actualidad está todo construido con casas, pero en aquella época la ciudad de Jerusalén se extendía un poco más allá del Templo, en el lugar ocupado actualmente por la explanada de las mezquitas.
Seguir el mismo camino que hizo Jesús en su Pasión es espiritualmente muy emotivo.
La útima visita del día es al Cenáculo. Está bajo control de Israel y no se permite celebrar ningún culto (salvo una misa que hizo Juan Pablo II durante su visita). Han aprovechado para situar en el piso de abajo la tumba del rey David, aunque con escasos visos de valor histórico.
Los franciscanos lograron adquirir un lugar próximo para construir una iglesia donde pudimos celebrar la eucaristía.
Es una mezcla de culturas, religiones, costumbres,... todo ello en un clima de tranquilidad aparente tras el que se aprecia un frágil equilibrio que se puede romper en cualquier instante.
Sobre todo en la ciudad vieja es habitual encontrar judíos ortodoxos, soldados y policías fuertemente armados en los lugares estratégicos, cámaras de vigilancia en cada esquina, monjes ortodoxos, peregrinos y turistas de todos los países,...
Y árabes sentados a la puerta de sus tiendas vendiendo todo tipo de cosas o en las esquinas reposando tranquilamente y matando el tiempo, como los que aparecen en la foto. ¿De qué vivirán?, es la pregunta que a uno le viene sin pensar...
Israel tiene una extensión similar a la de la Comunidad Autónoma de Valencia con una población de unos 10 millones de habitantes, de los que el 85% son judíos, el 1,2% cristianos (de todas las confesiones) y el resto musulmanes.
Las tres religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islamismo) conviven y comparten lugares santos y cada una tiene que afirmarse externamente frente a las otras, y con las proporciones mencionadas, tiene un mérito inmenso que los católicos sigan presentes y mantengan viva la llama de la fe en los lugares que acogieron a Jesús. Visto desde fuera, podríamos decir que en los judíos predomina la imposición (son los que tienen aquí la fuerza), en los árabes la frustración (les gustaría que fuera al revés pero no pueden) y en los cristianos la resignación (son los que menos recursos poseen).
Y la última foto es una visión panorámica de la ciudad vieja, con nuestro flamante hotel en primer término (el edificio grande del extremo inferior izquierdo)
(Viaje a Tierra Santa - 1) (Viaje a Tierra Santa - 3)