jueves, 4 de octubre de 2012

Viaje a Fátima

Explanada del santuario
Normalmente cuando se habla de Fátima (Portugal) suele venir un lejano recuerdo de la niñez, en que nos dijeron que allí hubo un milagro muy grande en el que se apareció la Virgen a tres pastorcillos hace muchos años.

Pero la realidad supera con creces ese recuerdo que aprendimos de niños. 

El fin de semana pasado tuve la suerte de acompañar a la Pastoral Universitaria de Madrid al santuario de Fátima dentro de una peregrinación diocesana para dar inicio a la Misión Madrid y pude comprobar que el significado que tiene va mucho más allá del simple milagro.

Entre los meses de mayo y octubre de 1917 la Virgen se apareció a tres niños, Lucía, Francisco y Jacinta,  que estaban cuidando las ovejas del rebaño familiar, para transmitir el mensaje de que había que orar mucho por la paz del mundo (había estallado la primera guerra mundial) y ofrecer sacrificios por el perdón de los pecadores.

Capelinha, en el lugar donde se apareció la Virgen
Prácticamente desde el inicio mucha gente creyó en las apariciones, y en la última se observó el milagro del Sol que acabó convenciendo a todos los presentes, entre los que no faltaban ateos y críticos.

Monumento a Juan Pablo II
En la actualidad, el árbol sobre el que se apareció la Virgen ya no existe, y en su lugar se ha construido una sencilla casita, la Capelinha, donde la oración brota de forma natural y se percibe la presencia sobrenatural de María.

La explanada donde está situado el santuario es grandiosa, y debido a la gran afluencia de peregrinos recientemente se ha construido una nueva basílica con amplias instalaciones para acogerlos, junto con un monumento a Juan Pablo II, cuya vida está muy relacionada con la Virgen de Fátima a raíz del atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981, el mismo día en que se iniciaron las apariciones de la Virgen a los niños.


Tumbas de Jacinta y Lucía
Dos de los niños, Francisco y Jacinta, fallecieron por enfermedad pocos años después de las apariciones y fueron beatificados por Juan Pablo II en el año 2000. En cambio Lucía ingresó en las Carmelitas Descalzas y vivió hasta el 2005.

Los tres están enterrados en la primera basílica que se contruyó y sus capillas tienen una gran afluencia de fieles.

Llama poderosamente la atención la gran devoción popular que se manifiesta por todos los rincones, con muchas personas rezando el rosario y participando de la liturgia.

Nueva basílica
Interior de la basílica










Parte del grupo
Procesión de antorchas


















Destaca como una gran manifestación popular la 'procesión de antorchas', en la que el sábado por la noche miles de personas rezan el rosario con velas en las manos y luego van en procesión rodeando la plaza del santuario. Es impresionante y sobrecogedor participar del ambiente y de la fe que se vive y se percibe a flor de piel.

Otra parte del grupo











Como dato curioso que me llamó la atención, porque nunca lo había visto, es que se ofrendan tantas velas a la Virgen que de vez en cuando sale una llamarada en el lugar donde se colocan,  de manera que las derrite para que la gente pueda colocar otras nuevas. ¡Ingenioso!

En definitiva, resumiría este viaje diciendo que merece la pena hacer una visita al santuario de Fátima para acercarse a la presencia de la Virgen como Madre nuestra que es y recordar el sentimiento de que la ofrenda de la propia vida por los demás es lo que colma el corazón del ser humano y le hace crecer espiritualmente en medio de las circunstancias particulares de la vida de cada uno.

1 comentario:

Beatriz dijo...

Gracias por tu precioso testimonio de la peregrinación a Fátima.
Puedo confirmar lo que dices, de que en el lugar en que la Virgen ha puesto sus pies, es decir, todo su cuerpo (puesto que espiritualmente está constantemente en todas las personas), se nota su presencia.
Por ej., en Asturias en Covadonga donde la Virgen socorrió a don Pelayo, hace ya más siglos, también se nota su presencia y da gusto estar un rato tranquilo en la cueva en pleno santuario natural.