Uno de los rasgos de nuestra sociedad es la competitividad exagerada que existe en todos los ámbitos de la vida, desde el escolar al laboral.
Desear sobresalir en alguna especialidad, anhelar destacar sobre los demás, ser el primero en mi campo,... es un sentimiento natural de todas las personas, acorde con nuestra definición más profunda de ser +, y constituye por tanto una aspiración legítima.
Pero cuando esto se hace a costa de hundir a los demás, a veces incluso de humillarlos o de quitarles oportunidades, entonces en lugar de ser una oportunidad para engrandecerse por dentro ocurre todo lo contrario: se va reduciendo el horizonte personal.
La historia de esta semana trata precisamente de un caso práctico en el que esto se manifiesta de forma clara y evidente. Se titula El granjero y el éxito, y espero que os guste.
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El granjero y el éxito
Había un agricultor que producía un maíz de altísima calidad, 
reconocido en su zona por ser ganador de varios premios. Cada año concursaba con su maíz
 en la feria del estado, en la que ganaba honores y premios.
En una ocasión lo entrevistó un periodista y aprendió algo interesante 
acerca de cómo crecía el maíz. El reportero descubrió que el agricultor 
compartía su semilla de maíz con sus vecinos.
- "Pero, ¿cómo puede darse el lujo de compartir sus mejores semillas de maíz 
con sus vecinos cuando están poniendo a competir el maíz de ellos con el
 suyo cada año?" -preguntó el reportero.
-"¿Por qué, señor?" -dijo el granjero- "¿usted no lo sabe?: el viento levanta 
el polen del maíz maduro y lo transporta de un campo a otro. Si mis 
vecinos cultivan un maíz de calidad inferior, sub-estándar o de mala 
calidad, la polinización cruzada paulatinamente degradará la calidad de 
mi maíz. Si quiero recoger un buen maíz, debo ayudar a mis vecinos a que cultiven también un buen maíz".
El granjero le dio una maravillosa visión sobre la conexión de la 
vida: su maíz no puede mejorar a menos que el maíz de su vecino también 
mejore; el éxito personal es el éxito colectivo.    
Y lo mismo ocurre en todas las dimensiones de la vida: para estar en paz con uno mismo hay que estar en paz con los demás, para ser feliz uno mismo hay que hacer felices a los demás... 
Y por eso es tan importante compartir con los amigos, compañeros,... todo lo que somos y sabemos.