La historia de esta semana aporta un ingrediente más para la reflexión con el que estoy completamente de acuerdo: la oración es mucho más eficiente cuando el objeto de nuestra súplica es el prójimo y no uno mismo, cuando va dirigida a los demás.
¡A fin y al cabo Dios ya sabe lo que yo necesito!
Pero de todas maneras, para mí lo más importante de la oración es dialogar con Dios como quien habla con un amigo: sabiendo que mi voz va a ser escuchada.
Aquí va un relato sobre este tema titulado El poder de la oración.
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El poder de la oración
Un barco naufragó en una tormenta y sólo dos hombres pudieron nadar hasta una isla desierta. Los dos hombres no sabían qué hacer y decidieron que ambos debían orar a Dios.
Decidieron que para saber cuál de los dos haría las oraciones más eficaces iban a separarse; y, así, decidieron establecerse en lados opuestos de la isla.
Lo primero por lo que oraron fue por alimentos. A la mañana siguiente, el primer hombre vio un frondoso árbol de frutas en su territorio, del cual pudo comer. El segundo hombre no recibió nada.
Varios días después el primer hombre se sintió solo y oró por una mujer que le acompañase.
Al próximo día, otro barco naufragó y la única sobreviviente fue una mujer que llegó a su territorio y allí se estableció como su compañera.
Los dos hombres siguieron orando y el primero pidió en sus oraciones casa, ropa y más alimentos. Como por arte de magia el primer hombre recibió todos sus deseos, mientras el segundo nada recibía.
Cuando el barco zarpaba de la isla escuchó una voz resonando desde los cielos que le preguntó:
-¿Por qué dejaste a tu compañero abandonado en la isla?
El primer hombre respondió a la voz:
-Mis bendiciones son sólo mías porque fui yo quien las pidió. Las súplicas de mi compañero no fueron escuchadas por Dios, porque Dios no tenía nada para él.
La voz le respondió:
-Estás totalmente equivocado, él sólo tuvo una súplica que yo le respondí.
A lo cual el primer hombre preguntó:
-Dime entonces, ¿qué pidió él para que yo le deba algo en pago?
La voz le respondió:
-Él oró sencillamente para que todas tus súplicas fueran concedidas.
La Historia de la Semana