sábado, 4 de mayo de 2019

La verdad

Una de las palabras de moda últimamente es la posverdad: distorsión deliberada de la realidad para obtener un beneficio. O sea, la mentira de toda la vida. Incluso fue declarada 'palabra del año' hace un tiempo.

Vivimos en una época en que parece que los valores tradicionales han perdido su categoría y todo se reduce a un relativismo cada vez mayor.
La historia que comparto esta semana, titulada La verdad, me ha recordado la frase del Evangelio que dice la verdad os hará libres,  pues lo contrario lleva a hacerse rehén de la propia mentira. 

Y con el agravante de que siempre hay alguien que se da cuenta de la situación, como la abuela de este cuento. Por eso hay que actuar con la suficiente madurez para aceptar las consecuencias de nuestras acciones. Aquí va a continuación.
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La verdad

Un niño y su hermanita fueron a visitar a sus abuelos en el campo. El niño tenía un tirachinas y practicaba con él en el campo, pero nunca lograba dar en el blanco. Cuando regresó al patio trasero de casa de su abuela, vio allí un patito. Apuntó y disparó una piedra. La piedra golpeó el pato y cayó muerto. El niño fue presa del pánico. Desesperadamente, escondió el pato muerto en el establo, y al levantar la cabeza vio a su hermana que le observaba. Su hermana Sara lo había visto todo, pero no dijo nada.

Ese día, después de comer, la abuela dijo: 


- Sara, vamos a lavar la vajilla. 

Pero Sara respondió: 

- Juan me dijo que quería lavar los platos hoy. ¿No es así, Juan? -Y le susurró-: ¿Te acuerdas del pato? -Así que Juan tuvo que lavar los platos.

Más tarde, el abuelo decidió llevar a los dos niños a pescar. La abuela dijo: 


- Lo siento, pero necesito que Sara me ayude a preparar la cena

Sara sonrió y dijo: 

- Oh, Juan dijo que quería hacerlo. -Una vez más, Sara susurró-: ¿Recuerdas el pato? -Juan se quedó y Sara fue a pescar.

Después de un par de días de hacer todas las tareas, Juan se sintió desesperado y no pudo soportarlo más. Entonces le confesó a la abuela que había matado a su patito. La abuela acarició su rostro en sus manos y dijo: 


- Lo sé, Juan. Estaba de pie junto a la ventana y vi todo. Allí mismo te perdoné porque te quiero. Me preguntaba cuánto tiempo ibas a esconder la verdad y dejar que Sara hiciera de ti un esclavo.


La Historia de la Semana

miércoles, 1 de mayo de 2019

Get service

Lo decimos muchas veces pero no es fácil ponerse 'en el lugar del otro' para conocerlo mejor y saber vincularse de forma más positiva. 

La tendencia general es ver las cosas y situaciones desde la propia perspectiva y evitar el esfuerzo de superar el punto de vista personal para acercarse al del otro, en definitiva para ser un poco más empáticos en las relaciones.
Es una realidad que cuando somos conscientes de las dificultades y problemas de los demás, nuestra visión cambia radicalmente, y es más fácil comprender a las otras personas.

El video que comparto esta semana, titulado Get service, algo así como Dar servicio, lo refleja muy bien.




La Historia de la Semana

sábado, 27 de abril de 2019

La esposa sorda

Un dicho que me parece muy acertado es el que dice que no vemos la realidad como es sino como somos.

Acabo de leer el cuento de Jorge Bucay que viene a continuación y me ha venido a la mente el dicho anterior, por eso me ha parecido oportuno para compartirlo. 

Se titula La esposa sorda e ilustra muy bien esa idea de que vemos las cosas como somos. Y además dicho con humor, que siempre es de agradecer.
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La esposa sorda

​Un tipo llama por telefono al médico de cabecera de la familia:
— Ricardo, soy yo, Julián.
— Ah, ¿qué dices, Julián?
— Mira, te llamo preocupado por María.
— Pero, ¿qué pasa?
— Se está quedando sorda.
— ¿Cómo que se está quedando sorda?
— Y si, amigo, necesito que la vengas a ver.
— Bueno, la sordera en general no es una cosa repentina ni aguda, así que el lunes que venga al consultorio y la reviso.
— Pero, ¿te parece esperar hasta el lunes?


— ¿Cómo te diste cuenta de que no oye?
— Ah... porque la llamo y no contesta.
— Mira, puede tener un tapón en la oreja. A ver, hagamos una cosa: vamos a detectar el nivel de la sordera de María: ¿dónde estás tú?
— En el dormitorio.
— Y ella ¿dónde está?
— En la cocina.


— Bueno, llámala desde ahí.
— MARIAAA... No, no oye.
— Bueno, acércate a la puerta del dormitorio y grítale por el pasillo.
— MARIIIAAA... No, amigo mío, no contesta.
— Espera, no te desesperes. Coge el teléfono inalámbrico y acércate por el pasillo llamándola para ver cuándo te oye. 


— MARIAA, MARIIAAA, MARIIIAAAA... No hay caso, Estoy parado en la puerta de la cocina y la veo, está de espaldas lavando los platos, pero no me oye. MARIIIAAA... No hay caso.
— Acércate más.

El tipo entra en la cocina, se acerca a María, le pone una mano en el hombro y le grita en la oreja:

MARIIIAAAA!
La esposa furiosa se da vuelta y le dice:
— ¿Qué quieres? ¡¿QUE QUIERES, QUE QUIEREEEES?!, ya me llamaste como diez veces y diez veces te contesté ¿QUÉ QUIERES?... Tú cada día estás más sordo, no sé por qué no consultas al médico de una vez...



 La Historia de la Semana