martes, 17 de junio de 2014

Viaje a La Paz y Santa Cruz de la Sierra

Siempre que inicio un viaje me asalta la misma pregunta: ¿saldrá todo como a uno le gusta? ¿habrá situaciones imprevistas que trastoquen los planes iniciales? 


Aeropuerto de Barajas
Pero es una impresión que enseguida desecho: hay que vivir intensamente cada momento y compartir con las personas lo mejor de uno mismo, y así se conoce y se participa en plenitud de los aconteceres del viaje.

Con esta impresión salí de Barajas (Madrid) hacia la primera etapa del viaje: la ciudad de La Paz, en Bolivia, a donde llegué, después de más de 20 horas de viaje entre aviones, escalas y trámites, cansado pero contento. 

La Paz se encuentra a unos 3.600 metros sobre el nivel del mar y lo primero que llama la atención es su distribución urbanística: casi toda ella está construida en las laderas de las montañas, ya que la parte llana es muy pequeña, lo que no impide que haya una gran cantidad de coches que le dan un aire caótico a la circulación.

Vistas de La Paz













Debido a la altitud es casi inevitable el ‘soroche’ (mal de altura con dolores de cabeza, mareos, agotamiento,…) que se supera a base de
mate de coca y descanso. 

El mate de coca es simplemente una infusión a base de hojas de coca que se consiguen en cualquier supermercado. ¡También hay licor de coca! Nos llama mucho la atención a los que lo vemos por primera vez, aunque allí es normal su consumo.

Aeropuerto de La Paz, en El Alto
En el altiplano, a más de 4.000 metros de altitud se encuentra la ciudad de El Alto, que al principio era un barrio de La Paz pero con la llegada de personas de todo el país a la capital ya es más grande que ésta. Es donde se encuentra el aeropuerto, y las vistas de las montañas de alrededor son espectaculares.

Mujeres aymara













Vivir a estas alturas no es fácil para los recién llegados. Aquí predomina la etnia aymara, ¡que ya están habituados a estas altitudes!


La Muela del Diablo (¡al fondo!)

Cerca de La Paz ¡y todavía más alto! se encuentra una colina que por su aspecto la llaman la Muela del Diablo. Es un lugar ideal para hacer una excursión, aunque al poco tiempo ya se nota la falta de oxígeno y aparece la fatiga, pero al descender a la ciudad se recupera uno.

Y después de un par de días, viene la siguiente etapa del viaje: Santa Cruz de la Sierra, la capital más importante del Oriente boliviano y el motor económico del país.

Mercado en la calle
Indígena
De Santa Cruz llama la atención todas las zonas verdes de la ciudad. Cada pocas manzanas hay una dedicada a esparcimiento con parques, jardines, colegios, iglesias,... Y están bastante cuidadas por lo general (en el extrarradio ya es otra cosa...)

La labor principal la desarrollé en torno a la parroquia de San Pedro y San Pablo, que tiene una gran actividad pues el área encomendada es muy extensa y tiene asociadas cuatro capillas (casi tan grandes como la propia parroquia) y tres colegios (que en realidad son nueve pues cada uno tiene tres turnos perfectamente diferenciados).

Virgen de Cotoca
Comida típica (torta de queso y yuca)
Hay una gran veneración a la Virgen de Cotoca, cuyo santuario se encuentra cerca de la ciudad y es lugar de peregrinación para todo el mundo. 

Allí, en el siglo XVII, un par de indígenas que huían se encontraron la imagen de la virgen dentro del tronco de un árbol, y desde entonces ha sido centro muy venerado.


Parroquia de San Pedro y San Pablo, en Santa Cruz de la Sierra






Viaje a San Ignacio y San Miguelito                            Viaje a Iquitos

La Historia de la Semana

sábado, 17 de mayo de 2014

El maestro y el pájaro enjaulado

En nuestros días, uno de los valores más considerados y defendidos es el de la libertad. Se suele invocar en todos los ámbitos.

Parece que ya han quedado desfasados otros valores clásicos como la generosidad, el honor, la humildad, la honestidad, el heroísmo,... La libertad sigue estando en primera línea.

Este tema ya ha salido en varias ocasiones en el blog (se puede ver aquí), incidiendo en alguna de sus características. 

La historia de esta semana, titulada El maestro y el pájaro enjaulado, explica de donde viene la libertad que disfrutamos: es un reflejo del amor de Dios a los hombres. ¡Espero que os guste!


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​El maestro y el pájaro enjaulado 


Paseaban el maestro y su discípulo por la ciudad y se detuvieron ante una tienda cuyo escaparate estaba repleto de jaulas con pájaros multicolores.

 Tras contemplar unos instantes las aves el maestro preguntó:

- ¿Quién ama más a los pájaros: el que los tiene en una jaula, los cuida, les da de comer, impide que le ocurra ningún mal, o el que los deja en libertad?

El discípulo respondió sin titubear:

- El que los deja en libertad...


Sonrió el maestro y dijo:

- Pero en libertad se han de buscar el alimento y están expuestos a mil y un peligros...

- -apuntó el discípulo- Pero así son ellos mismos. Existen para ser libres...


Guardó silencio el maestro y luego añadió:

- Lo mismo a hecho Dios con nosotros. Podía tenernos controlados. Procurar que no nos falte nada. Librarnos de todos los peligros. Impedir que sufriéramos... 


Pero nos ha hecho libres. Hemos de espabilarnos para vivir. Estamos expuestos al sufrimientos y somos capaces de hacer el mal. Y no aceptamos que eso lo ha hecho precisamente porque nos ama... Somos raros los hombres...

Y siguieron paseando por la ciudad...



jueves, 24 de abril de 2014

Pipas

¡Real como la vida misma! Así podríamos resumir el cortometraje que comparto esta semana y que hace referencia al nivel educativo de nuestro entorno.

Los que nos dedicamos al mundo de la educación con niños y adolescentes nos encontramos con estas situaciones más a menudo de lo que nos gustaría. 

Es habitual el uso de malas palabras, demostrar lagunas importantes en los conocimientos, dejarse llevar por prejuicios sin fundamento,... y todo ello ambientado con una costumbre típica: comer pipas.

Este corto ha recibido varios galardones desde su presentación en el 2013.

Me ha parecido interesante compartirlo para poner de manifiesto, de forma humorística, cómo la falta de cultura lleva consigo un mundo de prejuicios considerable; o dicho de otra forma: la cultura y la educación nos ayudan a ser más libres para encontrar lo mejor y superarnos diariamente. 

Creo que este es el reto que tenemos como educadores: abrir ventanas al conocimiento y a la vida para ampliar el campo de visión de nuestros jóvenes.

Aquí va a continuación el corto titulado Pipas.



La Historia de la Semana