viernes, 16 de julio de 2010

El bigote del tigre

El cuento de esta semana es un poco largo, así que para compensar seré breve.

¿Qué esfuerzos estamos dispuestos a hacer para conseguir lo que deseamos? ¿Merecen la pena? ¿Realmente voy en la dirección y sentido necesarios para lograr lo que es importante de verdad?

Todas estas cuestiones y muchas más aparecen en El bigote del tigre, relato sencillo pero ilustrativo en muchos casos de nuestra forma de proceder.

¡Espero que os guste!


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El bigote del tigre

Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a la casa de un ermitaño de la montaña en busca de ayuda. El ermitaño era un sabio de gran renombre, hacedor de ensalmos y pociones mágicas.
Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, sin levantar los ojos de la chimenea que estaba mirando dijo:
- ¿Por qué viniste?

Yun Ok respondió:
- Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme una poción!
- Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos necesitan pociones! ¿Podemos curar un mundo enfermo con una poción ?
- Maestro -insistió Yun Ok-, si no me ayudas, estaré verdaderamente perdida.
- Bueno, ¿cuál es tu problema? -dijo el ermitaño, resignado por fin a escucharla.

- Se trata de mi marido -comenzó Yun Ok-. Tengo un gran amor por él. Durante los últimos tres años ha estado peleando en la guerra. Ahora que ha vuelto, casi no me habla, a mí ni a nadie. Si yo hablo, no parece oír. Cuando habla, lo hace con aspereza. Si le sirvo comida que no le gusta, le da un manotazo y se va enojado de la habitación. A veces, cuando debería estar trabajando en el campo de arroz, lo veo sentado ociosamente en la cima de la montaña, mirando hacia el mar.

- Sí, así ocurre a veces cuando los jóvenes vuelven a su casa después de la guerra -dijo el ermitaño-. Prosigue.
- No hay nada más que decir, Ilustrado. Quiero una poción para darle a mi marido, así se vuelve cariñoso y amable, como era antes.
- ¡Ja! Tan simple, ¿no? -replicó el ermitaño-. ¡Una poción! Muy bien, vuelve en tres días y te diré qué nos hará falta para esa poción.

Tres días más tarde, Yun Ok volvió a la casa del sabio de la montaña.
- Lo he pensado -le dijo-. Puedo hacer tu poción. Pero el ingrediente principal es el bigote de un tigre vivo. Tráeme su bigote y te daré lo que necesitas.
- ¡El bigote de un tigre vivo! -exclamó Yun Ok-. ¿Cómo haré para conseguirlo?
- Si esa poción es tan importante, obtendrás éxito -dijo el ermitaño.

Y apartó la cabeza, sin más deseos de hablar.
Yun Ok se marchó a su casa. Pensó mucho en cómo conseguiría el bigote del tigre. Hasta que una noche, cuando su marido estaba dormido, salió de su casa con un bol de arroz y salsa de carne en la mano. Fue al lugar de la montaña donde sabía que vivía el tigre. Manteniéndose alejada de su cueva, extendió el bol de comida, llamando al tigre para que viniera a comer.
El tigre no vino.

A la noche siguiente, Yun Ok volvió a la montaña, esta vez un poco más cerca de la cueva. De nuevo ofreció al tigre un bol de comida.
Todas las noches Yun Ok fue a la montaña, acercándose cada vez más a la cueva, unos pasos más que la noche anterior. Poco a poco, el tigre se acostumbró a verla allí.
Una noche, Yun Ok se acercó a pocos pasos de la cueva del tigre.

Esta vez el animal dio unos pasos hacia ella y se detuvo. Los dos quedaron mirándose bajo la luna. Lo mismo ocurrió a la noche siguiente, y esta vez estaban tan cerca que Yun Ok pudo hablar al tigre con una voz suave y tranquilizadora.

La noche siguiente, después de mirar con cuidado los ojos de Yun Ok, el tigre comió los alimentos que ella le ofrecía. Después de eso, cuando Yun Ok iba por las noches, encontraba al tigre esperándola en el camino.
Cuando el tigre había comido, Yun Ok podía acariciarle suavemente la cabeza con su mano. Casi seis meses habían pasado desde la noche de su primera visita. Al final, una noche, después de acariciar la cabeza del animal, Yun Ok dijo:

- "Oh, Tigre, animal generoso, es preciso que tenga uno de tus bigotes. ¡No te enojes conmigo!" Y le arrancó uno de los bigotes.
El tigre no se enojó, como ella temía. Yun Ok bajó por el camino, no caminando sino corriendo, con el bigote aferrado fuertemente en la mano.
A la mañana siguiente, cuando el sol asomaba desde el mar, ya estaba en la casa del ermitaño de la montaña.

- ¡Oh, Famoso! -gritó-. ¡Lo tengo! ¡Tengo el bigote del tigre! Ahora puedes hacer la poción que me prometiste para que mi marido vuelva a ser cariñoso y amable.
El ermitaño tomó el bigote y lo examinó. Satisfecho, pues realmente era de tigre, se inclinó hacia adelante y lo dejó caer en el fuego que ardía en su chimenea.

- ¡Oh señor! -gritó la joven mujer, angustiada- ¡Qué hiciste con el bigote!
- Dime como lo conseguiste -dijo el ermitaño.

- Bueno, fui a la montaña todas las noches con un bol de comida. Al principio me mantuve lejos, y me fui acercando poco cada vez, ganando la confianza del tigre. Le hablé con voz cariñosa y tranquilizadora para hacerle entender que sólo deseaba su bien. Fui paciente. Todas las noches le llevaba comida, sabiendo que no comería. Pero no cedí. Fui una y otra vez. Nunca le hablé con aspereza. Nunca le hice reproches. Y por fin, una noche dio unos pasos hacia mí. Llegó un momento en que me esperaba en el camino y comía del bol que yo llevaba en las manos. Le acariciaba la cabeza y él hacía sonidos de alegría con la garganta. Sólo después de eso le saqué el bigote.

- Sí, sí -dijo el ermitaño-, domaste al tigre y te ganaste su confianza y su amor.
- Pero tú arrojaste el bigote al fuego -exclamó Yun Ok llorando-. ¡Todo fue para nada!

- No, no me parece que todo haya sido para nada -repuso el ermitaño-. Ya no hace falta el bigote. Yun Ok, déjame que te pregunte algo:
¿es acaso un hombre más cruel que un tigre? ¿Responde menos al cariño y la comprensión? Si puedes ganar con cariño y paciencia el amor y la confianza de un animal salvaje y sediento de sangre, sin duda puedes hacer lo mismo con tu marido.

Al oír esto, Yun Ok permaneció muda unos momentos. Luego avanzó por el camino reflexionando sobre la verdad que había aprendido en casa del ermitaño de la montaña.

martes, 13 de julio de 2010

Alegria

Si pudiéramos poner en los platillos de una balanza y sopesar las alegrías y las penas, los gozos y las tristezas, las situaciones agradables y las desagradables,... estoy convencido que ganarían las primeras: creo que hay más cosas buenas que malas en la vida, aunque éstas sean mucho más aparatosas que las primeras y llamen mucho más la atención.



Siempre me ha llamado sorpendido una cualidad de San Francisco de Asís: su capacidad de extasiarse en la contemplación de las criaturas, de las maravillas de la vida en todas sus manifestaciones (de ahí su amor a la naturaleza y los animales), y en definitiva el salir de sí  mismo con la contemplacion de las cosas sencillas.



El video de esta semana expresa para mí todas estas cosas y me ha parecido muy bonito para compartir. Se trata de la canción Alegría del famoso Circo del Sol, con unas imágenes de sus espectaculares actuaciones, y, como es habitual en estos casos, con la letra al final (está copiada de la web pero me da la impresión que tiene fallos. Si alguien sabe de una versión mejor, que me avise. ¡Gracias!).


¡Que esta alegría interior, de corazón, esté siempre presente en todos!






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Alegría

Alegria
Come un lampo di vita
Alegria
Come un pazzo gridar
Alegria
Del delittuoso grido
Della ruggente pena, seren
Come la rabbia di amar
Alegria
Come un assalto di gioia

Alegria
I see a spark of life shining
Alegria
I hear a young minstrel sing
Alegria
Beautiful roaring scream
Of joy and sorrow
So extreme
There is a love in me raging
Alegria
A joyous, magical feeling

Alegria
Come un lampo di vita
Alegria
Come un pazzo gridar
Alegria
Del delittuoso grido
Della ruggente pena, seren
Come la rabbia di amar
Alegria
Come un assalto di gioia
Del delituoso grido
Della ruggente pena, seren
Come la rabbia di amar
Alegria
Come un assalto di gioia

Alegria
Como la luz de la vida
Alegria
Como un payaso que grita
Alegria
Del estupendo grito
De la tristeza loca, serena
Como la rabia de amar
Alegria
Como un asalto de felicidad
Del estupendo grito
De la tristeza loca, serena
Como la rabia de amar
Alegria
Como un asalto de felicidad

There is a love in me raging
Alegria
A joyous,
Magical feeling

domingo, 11 de julio de 2010

Diario de un viaje - y 2


La ruta continúa y hay tiempo para casi todo. Desde tomar alguna foto indiscreta hasta contemplar el famoso toro que decora las carreteras hispanas y que ya ha quedado como símbolo nacional.

 
A las 17h hago una breve escala en Talavera de la Reina (Toledo) para visitar a un misionero aquejado de Alzheimer que se encuentra ingresado en una residencia. 

Momento más bien triste que me hace recordar cómo hemos de aceptar la voluntad de Dios y darle gracias por tantas cosas que a veces se nos pasan desapercibidas.

Continúo camino de Madrid y, como ya es habitual, se encuentra uno con la caravana de entrada 50 Km antes de llegar a la capital. Así que a la altura de Navalcarnero tomo un desvío hacia Collado Villalba y voy improvisando sobre la marcha. Viajo por carreteras que nunca he pasado y me encuentro un par de sorpresas interesantes: 1) hay un pueblo que se llama ¡Sevilla la Nueva! dentro de la provincia de Madrid; 2) la zona de Galapagar (Madrid) está llena de urbanizaciones por las que me pierdo pues la carretera no está bien señalizada. 

Consulto el mapa del coche, ¡que resulta ser del año 2002!, y con un poco de suerte e intuición reencuentro la carretera que me lleva directamente a Manzanares el Real, con su magnífico castillo muy bien conservado. 



Tras una breve parada para dejar constancia de la foto, reemprendo el camino que me lleva al Monasterio de La Cabrera, donde ya me está esperando la comunidad de monjes. Son las 20:30 y el cuentakilómetros del coche marca 624 Km. recorridos. 

Hay una gran diferencia, como se puede apreciar por las fotos, entre estos paisajes y los que hemos pasado anteriormente.

Lunes día 5. Tras el desayuno con la comunidad se incorpora al viaje Everardo, y salimos a las 9:00 con destino hacia Burgos.



Estamos con el tiempo un poco justo, así que vamos dejando atrás campos y pueblos, como Lerma y también Burgos, y hacemos la primera parada técnica a las 12:30 en Valdenoceda, valle cercano a nuestro destino.


Atravesamos el río Ebro por un puente muy antiguo y mi acompañante se sorprende de cómo son los pueblos de esta parte de Burgos: pequeños, con casas de piedra, muchas en muy mal estado, y bastante abandonados, aunque con arquitectura singular como el balcón de la foto. 

Eso sí, el paisaje es fantástico como se puede apreciar.







Un poco más adelante llegamos al famoso pueblo de Puentedey. Con ver la foto ya se puede uno imaginar porqué. ¡Es espectacular lo que hace la naturaleza!




Y a las 13:30, con el cuentakilómetros marcando 924 Km desde que salimos de Constantina, entramos en la campa de Quintanabaldo y hacemos entrega del coche en perfecto estado (bueno, un poco sucio) a los que lo van a usar durante los próximos días.


¡Pero nuestra aventura continúa! Tras comer rápidamente unos buenos macarrones con chorizo, nos dirigimos a Villarcayo para tomar el bus hacia Burgos que sale a las 15:05. Viaje tranquilo y durmiendo la mayor parte del trayecto.



 
Como el autobús para Madrid tiene su partida a las 18:15, nos queda un ratito para visitar la famosa catedral de Burgos, que siempre impresiona por su majestuosidad.

Y por fin, a las 21:30, llegamos a la estación de Madrid donde damos por concluida esta pequeña aventura en la que hemos recorrido más de 1.800 km. en dos días y medio.

PD.: 1) Seguramente en septiembre tenga que hacer el viaje en sentido inverso. ¿Alguien se anima y me acompaña?


2) Respondiendo a la pregunta inicial, he podido comprobar que insertar muchas fotos en el blog es, cuando menos, dificultoso.

Y 3) He logrado sacar un mapa con una visión general del viaje para hacerse una idea global. Aquí va: