viernes, 9 de julio de 2010

Diario de un viaje - 1

Todos los años cuando llega esta época del año hay que trasladar el todoterreno que se utiliza para los campamentos desde Constantina (Sevilla) a Quintanabaldo (Burgos). 

A mí me ha tocado hacerlo algunas veces, y en esta ocasión he tenido la idea de hacer una pequeña crónica del viaje para dejar constancia de las cosas que me han llamado la atención y especialmente comprobar cómo blogspot.com  gestiona una gran cantidad de fotos y texto, pues me da la impresión de que no es tan fácil. Por ejemplo, no consigo poner un pie de foto explicativo, por lo que las fotos van insertadas en orden cronológico, siguiendo más o menos el orden del texto.
 

Así que aquí va una narración muy personal de esta pequeña aventura de trasladar un coche a través de media España desde Constantina hasta Quintanabaldo.




Sábado día 3 de julio. Comienza la aventura en la estación de Atocha (Madrid) a las 16:10 tomando un tren de alta velocidad hasta Córdoba. 



Tras una espera de media hora y con una temperatura en el exterior de la estación de 39º C, me subo a un tren regional que me deja en Lora del Río a las 19:25, donde me recogen en coche para llegar al monasterio de Constantina sobre las 20 horas. Allí coincido con un grupo de jóvenes de la Juventud Idente de Sevilla que están haciendo un curso y celebramos por todo lo alto la victoria de España en el mundial de fútbol y su pase a semifinales.
 

Después de un buen descanso y mejor desayuno con todo el grupo, comprobamos que el coche está a punto e inicio la conducción a las 9:30 del domingo día 4 rumbo a la autopista A-5. 

 

Esta es una vista del pueblo de Constantina  desde la terraza del monasterio. Pueblo típico de la sierra norte de Sevilla.





 

A pocos kilómetros de Constantina encuentro un desvío a un pueblo de nombre Malcocinado, ¡que hasta tiene página web en internet!  ¿Cuál será el nombre de sus habitantes?, me pregunto.


Llama la atención los campos de Extremadura: mucho calor y poco verde. A la derecha, el coche con un servidor en un breve descanso.



La primera parada técnica la hago en Mérida (Badajoz)  a eso de la 12h. Atravieso la ciudad, doy un pequeño paseo y disfruto de los monumentos romanos que hay por todas partes, incluyendo un magnífico puente sobre el Guadiana.

Llega la hora de comer. 

Segunda parada a las 14h. ya en Trujillo (Cáceres),  cuna de famosos conquistadores como Pizarro. 

Es la primera vez que estoy en esta ciudad y me sorprende muy gratamente por lo bien conservada que está, guardando el sabor de la época antigua. 




 





(Continuará...)

jueves, 8 de julio de 2010

El Beso

Esta semana comparto un cuento infantil, de los de 'toda la vida', que me ha parecido muy interesante. Se trata de El Beso, de Didier Levy

Y es que los cuentos no sólo sirven para entretener y dormir a los niños: también tienen una enseñanza para los mayores.

En este cuento, por medio de una situación ingenua y sencilla nos habla de la importancia de la amistad, incluso donde menos se espera, y sobre todo, que la amistad hay que cultivarla con cariño y amor.

A continuación, El Beso.


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El Beso


Un buen día, apareció una ratita y besó a un gato.



-¡Esto es imposible! -chilló el gato, secándose el morro.

-¡Anda ya! Cómo te pones por un besito de nada -respondió la ratita.

-¡Largo de aquí! -se enfureció el gato- O te vas o te como en un santiamén.

-De acuerdo -dijo la ratita, y regresó de nuevo a su agujero de ratita.


A la mañana siguiente, el gato estaba charlando con una gata muy bonita... Y, entonces, ¿quién llegó para darle un beso?

-¿Pero cómo puedes dejarte besar por una ratoncita? -dijo la gata bonita.

- De eso nada -respondió el gato enojado.

- ¿Te burlas de mí? -contestó la gata-. Una ratoncita ha pasado por aquí, te ha dado un beso en la punta de la nariz y se ha largado hacia su agujero.

A la mañana siguiente, claro está, la ratita llegó para darle su beso del día.

- ¿Pero se puede saber qué te ocurre, gato? -preguntó la ratita-. Parece que te duela la barriga.


-Soy el hazmerreír de todos los gatos del barrio -dijo el gato muy triste-. Todo quisque sabe que me das besos en la nariz. Ya me dirás lo que parezco ahora...

-¿Quieres que deje de darte besitos? -propuso la ratita.

-Ahora ya es demasiado tarde -suspiró el gato. - Mi fama está hecha.

Entonces, la ratita dio un beso al gato y se largó a todo correr. Ni a la mañana siguiente, ni durante un día ni dos después, la ratita apareció.

El gato empezaba a sentirse mejor. Al cuarto y al quinto día, ella tampoco dio señales de vida. El gato se sentía aliviado. Pero, curiosamente, al mismo tiempo se preguntaba qué habría sido de la ratita. De alguna forma, la echaba en falta.

Entonces, como si nada, el gato empezó a buscar a la ratita.

Muy despacito se acercó a todos los agujeros donde vivían los ratones y, como si la cosa no fuera con él, fue preguntando si conocían, por casualidad, a una ratita que se dedicaba a besar a los gatos en la punta de la nariz.


Evidentemente, como estaban seguras dentro de su agujero, la ratitas se burlaron del gato:

-Y tu hermana, ¿no da besos a los elefantes? -le preguntaron sin parar  de reír.

¡Ah!, que triste y solo
se sentía el gato. Casi casi se pone a llorar.  ¡Pero un gato no llora! Sin embargo, cerró los ojos. Quién sabe si, a pesar de  todo, no había una lágrima que quería escaparse...

Pero, en ese instante, ¿quién vino para darle un beso en la punta de la nariz? El gato abrió los ojos y se fijó un buen rato en la ratita.

-¿Ahora en qué estás pensando, gato?

-Me pregunto si un gato y una ratita pueden ser amigos-respondió el gato.


-Escucha a tu corazón -dijo la ratita.

Entonces el gato se puso a escuchar su corazón bastante tiempo. Y por toda respuesta, depositó un beso muy chiquito en la frente de la ratita. 


Didier Lévy

 

martes, 6 de julio de 2010

Babies

Muchos de los lectores del blog se dedican al trabajo educativo con niños, trabajo abnegado y generoso donde los haya, y que requiere una gran dosis de ilusión y entrega.

El video de esta semana trata precisamente sobre el primer año de vida de cuatro niños de sociedades bien diferentes: Mongolia, Japon, Namibia y Estados Unidos (¡faltaría uno de Latinoamérica!); su cuidado, sus juegos, su forma de actuar, ....

Y lo más sorprendente ¡es que los cuatro niños hacen prácticamente lo mismo! 

Inevitablemente me ha surgido la pregunta: siendo así que nacemos iguales, ¿por qué los mayores nos fijamos más en lo que nos separa que en los que nos une?

Aquí va el documental que seguro os va a gustar.