El tema de la felicidad siempre está presente en nuestras acciones: hemos nacido para ser felices, ¡no unos desgraciados!
Pero con mucha frecuencia buscamos la verdadera felicidad en los sitios donde difícilmente se encuentra, y nos contentamos con la felicidad efímera del instante.
La historia de este semana nos recuerda un hecho bien sencillo: la felicidad está en nuestro corazón, dentro de cada uno de nosotros.
¡Ya sólo nos queda llegar a ella!
La felicidad
En el principio de los tiempos, se reunieron varios demonios para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: "Debemos quitarles algo a los hombres, pero, ¿qué les quitamos?".
Después de mucho pensar uno dijo: "¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser donde esconderla para que no la puedan encontrar".
El primero propuso: "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo", a lo que inmediatamente repuso otro: "no; recuerda que tienen fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está".
Luego propuso otro: "Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar", y otro contesto: "No; recuerda que tienen curiosidad; alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará".
Uno más dijo: "Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra". Y le dijeron: "No; recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad".
El último de ellos era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: "Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren".
Todos se volvieron asombrados y preguntaron al mismo tiempo: "¿Dónde?". El demonio respondió: "La esconderemos dentro de ellos mismos: estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así:
el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva siempre consigo.