sábado, 1 de mayo de 2021

Inseparables

Es una verdad incontestable confirmada por la experiencia que Se recoge lo que se siembra. 

No se puede esperar obtener los resultados apetecidos en cualquier circunstancia si antes no hemos puesto las bases para que así sea. 

Y esto ocurre en todos los campos de la vida. Especialmente cuando hablamos de las relaciones humanas: queremos que los demás tengan  deferencia con nosotros, pero ¿la tengo con los demás?

El video de animación que comparto esta semana trata precisamente de la generosidad, de saber compartir lo que tenemos, aunque nos parezca que lo que poseemos es pobre y sencillo. Porque siempre podemos regalar una sonrisa, un poco de tiempo, una conversación, una compañía,.... ¡Hasta un vaso de agua dice el Evangelio!

Y cuando compartimos algo experimentamos la alegría y satisfacción de saber que estamos en el camino correcto.

El video se titula Inseparables, y muestra la amistad entre dos niños gracias a compartir sus comidas en el colegio. El fondo musical es la canción Iré donde tú vayas. Que lo disfrutéis.

 

La Historia de la Semana

martes, 3 de noviembre de 2020

El anciano profesor y el joven

La educación, además de ser una ciencia, es un arte que hay que aprender y cultivar desde una perspectiva trascendente para tener presente siempre el bien y el crecimiento del educando.

No solamente se trata de transmitir conocimientos de la ciencia que sea, sino de formar personas que sean capaces de no dejarse llevar por la moda imperante y asumir los valores que hacen una sociedad más justa.

Y para ello es necesario que el docente 'predique con el ejemplo' pues es la mejor manera de transmitir las vivencias personales.

Este es el caso de la historia de esta semana, El anciano profesor y el joven, en la que se pone de manifiesto que para enseñar no hace falta humillar al que es encontrado en falta. Es un poco larga pero espero les guste.
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El anciano profesor y el joven

Un anciano se encuentra a un joven quien le pregunta:
- ¿Se acuerda de mí?,  el anciano le dice que no.
Entonces el joven le dice que fue su alumno. Y el profesor le pregunta:
- ¿Qué estás haciendo, a qué te dedicas?

El joven le contesta:
- Bueno, me convertí en profesor.
- Ah, qué bueno, ¡cómo yo! -
le respondió el anciano.
- Pues, sí. De hecho, me convertí en profesor porque usted me inspiró a ser como usted.

El anciano, curioso, le pregunta al joven qué momento fue el que lo inspiró a ser profesor. Y el joven le cuenta la siguiente historia:

- Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj, nuevo, y decidí que lo quería para mí y lo robé, lo saqué de su bolsillo.
Poco después, mi amigo notó el robo y de inmediato se quejó a nuestro profesor, que era usted. Entonces, usted se dirigió a la clase:

- El reloj de su compañero ha sido robado durante la clase de hoy. El que lo robó, por favor que lo devuelva.

- No lo devolví porque no quería hacerlo.

Luego usted, cerró la puerta y nos dijo a todos que nos pusiéramos de pie y que iría uno por uno para buscar en nuestros bolsillos hasta encontrar el reloj. Pero nos dijo que cerráramos los ojos, porque lo buscaría solamente si todos teníamos los ojos cerrados.
Así lo hicimos, y usted fue de bolsillo en bolsillo, y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo tomó. 
Usted continuó buscando los bolsillos de todos, y cuando terminó, dijo:

- Abran los ojos. Ya tenemos el reloj.

- Usted no me dijo nada, y nunca mencionó el episodio. Tampoco dijo nunca quién fue el que había robado el reloj. Ese día, usted salvó mi dignidad para siempre. Fue el día más vergonzoso de mi vida. Pero también fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en ladrón y mala persona. 

Usted nunca me dijo nada, y aunque no me regañó ni me llamó la atención para darme una lección moral, yo recibí el mensaje claramente. Y gracias a usted entendí que esto es lo que debe hacer un verdadero educador. ¿Se acuerda de ese episodio, profesor?

Y el profesor responde:
- Yo recuerdo la situación del reloj robado, que busqué en todos, pero no te recordaba ...  porque yo también cerré los ojos mientras buscaba.



La Historia de la Semana

domingo, 27 de septiembre de 2020

Los dos halcones

Creo que es en una obra de Shakespeare donde un protagonista dice: Sabemos lo que somos, pero ignoramos lo que podríamos ser.

Siempre he pensado que es una frase acertadísima y que se puede aplicar a todas las personas. Tenemos un futuro por delante que depende en gran medida de nuestra capacidad de superación y fuerza de voluntad. 


La actitud de conformismo, el resignarse sin más a la situaciones que nos vienen y adoptar una postura acomodaticia cierra muchas oportunidades de crecimiento que se abren a otras realidades.

La historia de esta semana, titulada El halcón, recuerda que en los momentos de dificultad somos capaces de sacar lo mejor de uno mismo, que muchas veces ignoramos, y superar los problemas, siempre que 'cortemos nuestra rama'.

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El halcón

Un rey recibió, como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería, para que los entrenara. Pasados unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente adiestrado, pero que al otro no sabía qué le sucedía: no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día en que llegó.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo volar. Al día siguiente, el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. 

A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte:

- Traedme al autor de ese milagro. 

Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le preguntó: 

¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago? 

Intimidado, el campesino le dijo al rey: 

- Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama, y el halcón voló, se dio cuenta que tenía alas y empezó a volar.