Uno de los aspectos que más tiempo ocupan los pensamientos de las personas es lo relativo a las cosas negativas que reciben.
Suele ser habitual darles vueltas y más vueltas, alimentando los resentimientos y los prejuicios, dejando un poso poco constructivo en las relaciones humanas e imposibilitando un buen desarrollo de la personalidad.
La historia de esta semana, que lleva por título Las piedras, hace referencia a esta carga negativa interior que va dejando el rencor y cómo se va acumulando si no se le da una buena salida.
Y la mejor salida es bien sencilla: saber perdonar a los que nos molestan, para que ese resentimiento no anide en nuestro corazón. O al menos, como decía Oscar Wilde con humor: perdona a tus enemigos, pues no hay nada que les moleste más.
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Las piedras
Un maestro propuso a sus discípulos el siguiente relato:
-Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?
-Que es un necio -respondió uno de los discípulos-. ¿Para qué cargaba las piedras con que tropezaba?
Dijo el maestro:
-Efectivamente. Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que les han hecho sus amigos, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos.
Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro.
La Historia de la Semana
Suele ser habitual darles vueltas y más vueltas, alimentando los resentimientos y los prejuicios, dejando un poso poco constructivo en las relaciones humanas e imposibilitando un buen desarrollo de la personalidad.
La historia de esta semana, que lleva por título Las piedras, hace referencia a esta carga negativa interior que va dejando el rencor y cómo se va acumulando si no se le da una buena salida.
Y la mejor salida es bien sencilla: saber perdonar a los que nos molestan, para que ese resentimiento no anide en nuestro corazón. O al menos, como decía Oscar Wilde con humor: perdona a tus enemigos, pues no hay nada que les moleste más.
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Las piedras
Un maestro propuso a sus discípulos el siguiente relato:
-Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?
-Que es un necio -respondió uno de los discípulos-. ¿Para qué cargaba las piedras con que tropezaba?
Dijo el maestro:
-Efectivamente. Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que les han hecho sus amigos, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos.
Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro.
La Historia de la Semana