jueves, 13 de septiembre de 2012

Un empujoncito

¿Quién no ha precisado de un empujoncito en la vida?

Seguramente todos hemos necesitado que alguien nos anime, nos ilusione, nos empuje para emprender alguna acción que queríamos hacer pero no nos atrevíamos.

El video de esta semana trata, en clave de humor,  de  cómo una ayuda externa suele venir muy bien para afrontar los retos que nos proponemos.

La historia se desarrolla en Estambul y por lo visto se basa en un hecho real protagonizado por un turco de nombre Hezarfen en su primer intento de volar como los pájaros en el año 1632. 

Aquí va a continuación.



La Historia de la Semana

martes, 11 de septiembre de 2012

El detalle

Creo que ya lo he comentado en otras ocasiones, pero nunca está de más el repetirlo: el amor es un conjunto de detalles.

En los detalles es donde se muestra realmente la calidad de las relaciones humanas: 

no es lo mismo exigir una cosa que pedirla 'por favor', no es lo mismo dar un saludo genérico que aprovechar para interesarse por la otra persona, no es lo mismo sonreir y aliviar tensiones que ser una carga,...

Así podríamos seguir con un sinfin de detalles más que tenemos continuamente al alcance de la mano en la relación con las personas que conocemos, y que son importantes no tanto por su valor material sino por lo que significan para el otro.

El cuento de esta semana se titula precisamente El detalle, y nos recuerda que un simple detalle puede convertir un hecho normal en una obra de arte.

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El detalle

El alumno, según él, había terminado el cuadro y llamó a su maestro para que lo evaluara. 

 
Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato.

Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. 


Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá.

Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno, el cuadro había cambiado notablemente. 

 
El alumno quedó asombrado: ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime.

Casi con reverencia le dijo al maestro: 


"¿Cómo es posible que con unos cuantos toques que sólo son simples detalles haya cambiado tanto el cuadro?".

El maestro le contestó: "Es que en esos pequeños detalles está el arte". 


La Historia de la Semana

jueves, 6 de septiembre de 2012

La cámara secreta

En la entrada anterior se hacía referencia a ese jardín secreto que tenemos en el alma y que sólo conocemos cada uno de nosotros. Y la historia de esta semana, titulada La cámara secreta, trata precisamente de esto.
 
¿Qué guardo en lo más íntimo de mi corazón, en mi jardín secreto? Es seguro que caben muchas cosas, y aunque piense que sólo son para mí, al final también los que están a mi alrededor las acaban percibiendo.

Por eso conviene desterrar del corazón todas las cosas negativas que reducen nuestra visión, como el rencor, la envidia, la avaricia,... y cultivar todo lo que nos engrandece como personas: el amor, la generosidad, la amistad,...

Y aunque provoque reacciones adversas en los demás, el ser fieles a estas convicciones íntimas nos hará plenamente felices y realmente alegres.

De todo esto trata este cuento, aunque estoy seguro que en vuestra cámara secreta encontraréis más tesoros aún para enriquecerlo.

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La cámara secreta

Al ser joven, apuesto, inteligente y bueno, Ayâz era el favorito del rey. Este último gustaba de su compañía, buscaba sus consejos y tenía una confianza absoluta en él. Para sellar su amistad, colmó a Ayâz de tantas mercedes que se encontró en posesión de una pequeña fortuna.

Evidentemente su posición no dejó de exacerbar el odio y los celos de los demás cortesanos que no soñaban sino con su caída y trataban por todos los medios de desacreditarle delante del rey. 

Como Ayâz se encerraba todos los días en una pequeña cámara, donde se quedaba un buen rato, los cortesanos pensaron haber encontrado, por fin, la prueba de su doblez. Se imaginaron que guardaba allí el fruto de sus rapiñas. Se apresuraron a informar de sus sospechas al rey y le suplicaron que desenmascarara al traidor visitando la cámara misteriosa.

Movido por esta camarilla llena de odio y convencido de la fidelidad de su favorito, el rey aceptó su petición a fin de acallar aquellas malas lenguas.

Ordenó que se echara abajo la puerta de la cámara y, seguido de sus cortesanos, penetró en la estancia. Cuál no sería su asombro al descubrir todo el mundo que la estancia se hallaba completamente vacía. En vez de encontrar en ella montones de riquezas resguardadas de la mirada de los curiosos, lo que vieron fue nada más que un viejo par de sandalias de cuero y un mísero traje hecho pedazos.

Intrigado, el rey hizo venir a Ayâz y le preguntó por qué guardaba tan celosamente aquellos viejos andrajos. Y éste le respondió con modestia:

-Fue vestido con estas ropas viejas como llegué a la corte y vengo a verlas todos los días, para acordarme de todas las bondades que me habéis dispensado desde entonces y no olvidar la humildad de mis inicios.

Alejandro Jodorowsky


La Historia de la Semana