Alguna vez me he preguntado de dónde sale el azúcar que consumimos. En Europa proviene sobre todo de la remolacha y en América de la caña de azúcar. Pero, ¿cómo es el proceso que se inicia en la caña y termina en la mesa?
Hace unos días tuve la oportunidad de visitar una 'molienda', el lugar donde se trabaja la caña para obtener la panela, de donde sale el azúcar moreno.
Me ha sorprendido por todo el trabajo artesanal que conlleva y cómo se sigue obteniendo de la misma forma desde hace muchos años, siguiendo tradiciones que se remontan a los tatarabuelos.
Comparto estas fotos con el proceso de elaboración de una forma muy resumida, como homenaje a esos pequeños empresarios que dedican su esfuerzo a la producción artesanal de azúcar.
Todo comienza con el corte de la caña, de la que hay que quitar las hojas y dejar solamente el tronco. Estas se dejan en el campo y serán quemadas, para que la ceniza haga de abono en la siguiente cosecha.
Luego hay que trasladar la caña hasta donde está el trapiche, lo cual se realiza a lomos de burritos que van cargados hasta arriba y caminan solos hasta su destino (¡van en modo piloto automático!)
La caña se va apilando para que sea triturada en el trapiche, y se pueda obtener el jugo de la caña. El trapiche es la máquina que realiza esa función. Antes era de madera operada por animales, pero ahora ya es con motor. Al pasar la caña entre los cilindros, la va triturando y el jugo se deposita en un recipiente.
El siguiente proceso es la condensación del líquido, para que se vaya evaporando el agua y vaya quedando cada vez más sólido, hasta llegar a la panela.
Para ello, se va pasando el jugo por diversos recipientes a elevada temperatura de manera que cada vez el producto se va solidificando un poco más. ¡Todo de forma manual! Para alimentar el horno se utiliza la misma caña triturada una vez seca.
Una vez evaporado el líquido y antes de que se enfríe la masa hay que removerla continuamente para que no se haga una masa compacta, y así va quedando granulada.
El siguiente paso es cribar el producto, para que se obtenga la textura deseada y se pueda empaquetar para su venta.
Una vez terminado, ya se coloca en sacos o en bolsas listas para la venta y degustación de una rica y sabrosa panela.
Este es el resumen de la visita a una molienda artesanal en Malacatos. Seguramente los ingenios azucareros ya tienen moliendas más industrializadas que sacan un mayor rendimiento por tonelada de caña, pero aún siguen estando estos sitios que sobreviven gracias a la gran labor de la gente que sigue con la tradición familiar durante varias generaciones. Desde aquí mi reconocimiento a esta labor tan abnegada y dura.
La historia que comparto esta semana me ha encantado porque revela un grado de madurez que es muy deseable en todas las personas.
Y la trama es sencilla: el personaje que se cree poderoso reclama un milagro al sabio, pero no es consciente de los 'pequeños milagros' que continuamente ocurren a su alrededor.
A veces nos dirigimos a Dios para pedirle que nos resuelva una situación o un problema, y está bien porque El es que más sabe, pero seguramente sería mejor si le pedimos fortaleza, paciencia o humildad y que nos acompañe en nuestra tarea.
El texto se titula Los verdaderos milagros, y aunque es un poco largo espero les guste.
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Los verdaderos milagros
Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque: un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante alumno del sabio.
- Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa, inclusive puedes hacer milagros.
- Soy una persona vieja y cansada... ¿cómo crees que yo podría hacer milagros?
- Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos..... esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso.
- ¿Te referías a eso? Tú lo has dicho, esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso... no un viejo como yo; esos milagros los hace Dios, yo sólo pido se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego. Todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
- Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que tú haces..... muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.
- Esta mañana, ¿volvió a salir el sol?
- Sí, claro que sí.
- Pues ahí tienes un milagro..... el milagro de la luz. - No, yo quiero ver un VERDADERO milagro. Oculta el sol, saca agua de una piedra.... Mira hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas.
- ¿Quieres un verdadero milagro? ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?
- ¡¡Sí!!, fue un varón y es mi primogénito.
- Ahí tienes el segundo milagro.... el milagro de la vida.
- Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro...
- ¿Acaso no estamos en época de cosecha?, ¿no hay trigo y sorgo donde hace unos meses sólo había tierra?
- Sí, igual que todos los años.
- Pues ahí tienes el tercer milagro...
- Creo que no me he explicado, lo que yo quiero...
- Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podía hacer por ti... si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer.
Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda; cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían el sabio y su alumno, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó al conejo, sopló sobre él y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba algo desconcertado, y le dijo:
- Maestro: te he visto hacer milagros como éste casi todos los días, ¿por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿por qué lo haces ahora que no puede verlo?
- Lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo. Le mostré tres milagros y no pudo verlos.... para ser rey primero hay que ser príncipe, para ser maestro primero hay que ser alumno... no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día.
El día que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días sin que tú se los hayas pedido.
Seguramente cuando afrontamos las situaciones de la vida no nos paramos a pensar si son fáciles o difíciles, sino si me cuestan más o menos, o si me apetecen o no.
El texto que comparto este semana quiere hacer reflexionar sobre esas cosas que son muy fáciles, y por tanto se hacen de manera casi espontánea, frente a otras que nos parecen difíciles o más complicadas, pero que a la larga son mucho más beneficiosas para uno mismo y para los demás.
Por ejemplo, resulta fácil poner normas a los demás para que actúen como nos parece, pero a veces no las respetamos nosotros mismos.
Por eso me ha parecido muy instructivo este sencillo texto que viene a continuación y que refleja una madurez de comportamiento necesaria en nuestro entorno habitual.
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Qué es fácil, qué es difícil
Fácil es herir a quien nos ama. Difícil es curar esa herida...
Fácil es dictar reglas. Difícil es seguirlas...
Fácil es soñar todas las noches. Difícil es luchar por un sueño...
Fácil es exhibir la victoria. Difícil es asumir la derrota con dignidad...
Fácil es admirar una luna llena. Difícil es ver su otra cara...
Fácil es tropezar en una piedra. Difícil es levantarte...
Fácil es disfrutar la vida todos los días. Difícil es darle el verdadero valor...
Fácil es orar todas las noches. Difícil es encontrar a Dios en las cosas pequeñas.
Fácil es prometerle algo a alguien. Difícil es cumplirle esa promesa...
Fácil es decir que amamos. Difícil es demostrarlo todos los días...
Fácil es criticar a los demás. Difícil es mejorar uno mismo...
Fácil es cometer errores. Difícil es aprender de ellos...
Fácil es llorar por el amor perdido. Difícil es cuidarlo para no perderlo...
Fácil es pensar en mejorar. Difícil es dejar de pensarlo y realmente hacerlo...
Muchas veces pensamos que la vida se nos impone y no tenemos capacidad de maniobra en nuestro destino.
En parte creo que es cierto, pero también es verdad que en muchas ocasiones nos dejamos llevar por los aspectos negativos que no nos gustan y olvidamos otros que siendo significativos no los tenemos en cuenta.
Esta semana comparto este texto titulado ¡Tú escoges! para recordar todos esos momentos que pasan desapercibidos y son ocasión para ejercer nuestra creatividad, viendo lo positivo que se puede encontrar en cada situación.
Espero que os guste y ayude a escoger lo bueno de cada cosa, porque ¡eres importante y puedes elegir!
======== ¡Tú escoges!
Esta mañana desperté emocionado con todas las cosas que tengo que hacer antes
de que el reloj marque la medianoche.
Tengo responsabilidades que cumplir hoy. Soy importante. Mi trabajo es escoger
qué clase de día voy a tener.
Hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso o puedo dar gracias a Dios
porque las plantas están siendo regadas gratis.
Hoy me puedo sentir triste porque no tengo mas dinero o puedo estar contento de
que mis finanzas me empujan a planear mis compras con inteligencia.
Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme de que estoy vivo.
Hoy puedo lamentarme de todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba
creciendo o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas o puedo celebrar que las
espinas tienen rosas.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar o puedo gritar de alegría
porque tengo un trabajo.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela o puedo abrir mi mente
enérgicamente y llenarla con nuevos y ricos conocimientos.
Hoy puedo murmurar amargamente porque tengo que hacer las labores del hogar o
puedo sentirme honrado porque tengo un techo para mi mente, cuerpo y alma.
Aquí estoy hoy, siendo el
escultor que tiene que dar forma a mi día. Lo que suceda hoy depende de mi, yo debo
escoger qué tipo de día voy a tener.
¿Cómo actuamos con los que son diferentes a nosotros? ¿Con aceptación, rechazo, indiferencia,...?
Es una realidad en nuestras sociedades que hay personas diferentes por muchos motivos, bien por cultura, costumbres, deficiencias, enfermedades,...
El corto que comparto esta semana trata este tema teniendo como protagonista a un niño con una capacidad especial: ¡vuela!, lo que lo hace diferente de los demás niños.
Aunque al principio no es aceptado por su padre, pronto se da cuenta de que sólo la aceptación basada en el amor puede hacer felices a ambos.
Y es la lección que yo saco del video: solo con amor y solidaridad se puede integrar al diferente de uno mismo.
El video se titula Float, (Vuela), es de la factoría Pixar, y está dedicado a las familias con niños especiales.
Las personas mayores estamos acostumbradas a dar consejos a los jóvenes basándonos en la experiencia acumulada, que nos da la impresión de tener respuestas para todos los interrogantes.
Pero a veces hay que ponerse en el lugar del educando para lograr una acción más efectiva en el campo de la educación. Comparto esta semana un texto que me ha llegado, ¡seguramente de un educador!, con unos consejos que un adolescente da a sus padres, y que me han parecido importantes para tener en cuenta en la labor de los maestros.
Y lograr así algo tan importante como es saber llegar al corazón de los educandos para transmitirles los mejores valores de las personas.
Aquí están estos Consejos de un adolescente a sus padres.
======================= Consejos de un adolescente a sus padres
1. Trátame con la misma cordialidad con la que tratas a tus amigos. Que seamos familia no quiere decir que no podamos ser amigos también.
2. No me des siempre órdenes. Si me pidieras las cosas en vez de ordenármelas, yo las haría antes y de buena gana.
3. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Mantén tu decisión.
4. No me des todo lo que te pida. A veces pido para saber hasta dónde puedes llegar.
5. Cumple las promesas, tanto si son buenas como si son malas. Si me prometes un permiso, dámelo. Si es un castigo, también.
6. No me compares con nadie, especialmente con mis hermanas o hermanos. Si me ensalzas, el otro va a sufrir. Si me haces de menos, quien sufre soy yo.
7. No me corrijas en público. No es necesario que todo el mundo se entere.
8. No me grites. Te respeto menos cuando lo haces.
9. Déjame valerme por mí mismo. Si tú lo haces todo, nunca aprenderé.
10. No mientas delante de mí. Tampoco pidas que yo mienta por ti, para sacarte de un apuro.
11. Cuando haga algo malo, no me exijas que te explique por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé.
12. Cuando estés equivocado en algo, admítelo y crecerá mi estima por ti, y yo aprenderé a admitir mis equivocaciones.
13. No me pidas que haga una cosa que tú no haces. Aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas.
14. Cuando te cuento un problema no me digas "ahora no tengo tiempo para tus tonterías" o "eso no tiene importancia". Trata de comprenderme y ayudarme.
15. Quiéreme y dímelo. Me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo creas necesario. Me agrada mucho.
Es una verdad incontestable confirmada por la experiencia que Se recoge lo que se siembra.
No se puede esperar obtener los resultados apetecidos en cualquier circunstancia si antes no hemos puesto las bases para que así sea.
Y esto ocurre en todos los campos de la vida. Especialmente cuando hablamos de las relaciones humanas: queremos que los demás tengan deferencia con nosotros, pero ¿la tengo con los demás?
El video de animación que comparto esta semana trata precisamente de la generosidad, de saber compartir lo que tenemos, aunque nos parezca que lo que poseemos es pobre y sencillo. Porque siempre podemos regalar una sonrisa, un poco de tiempo, una conversación, una compañía,.... ¡Hasta un vaso de agua dice el Evangelio!
Y cuando compartimos algo experimentamos la alegría y satisfacción de saber que estamos en el camino correcto.
El video se titula Inseparables, y muestra la amistad entre dos niños gracias a compartir sus comidas en el colegio. El fondo musical es la canción Iré donde tú vayas. Que lo disfrutéis.
La educación, además de ser una ciencia, es un arte que hay que aprender y cultivar desde una perspectiva trascendente para tener presente siempre el bien y el crecimiento del educando.
No solamente se trata de transmitir conocimientos de la ciencia que sea, sino de formar personas que sean capaces de no dejarse llevar por la moda imperante y asumir los valores que hacen una sociedad más justa. Y para ello es necesario que el docente 'predique con el ejemplo' pues es la mejor manera de transmitir las vivencias personales.
Este es el caso de la historia de esta semana, El anciano profesor y el joven, en la que se pone de manifiesto que para enseñar no hace falta humillar al que es encontrado en falta. Es un poco larga pero espero les guste.
========== El anciano profesor y el joven
Un anciano se encuentra a un joven quien le pregunta: - ¿Se acuerda de mí?, el anciano le dice que no. Entonces el joven le dice que fue su alumno. Y el profesor le pregunta: - ¿Qué estás haciendo, a qué te dedicas?
El joven le contesta: - Bueno, me convertí en profesor. - Ah, qué bueno, ¡cómo yo! -le respondió el anciano. - Pues, sí. De hecho, me convertí en profesor porque usted me inspiró a ser como usted.
El anciano, curioso, le pregunta al joven qué momento fue el que lo inspiró a ser profesor. Y el joven le cuenta la siguiente historia:
- Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj, nuevo, y decidí que lo quería para mí y lo robé, lo saqué de su bolsillo. Poco después, mi amigo notó el robo y de inmediato se quejó a nuestro profesor, que era usted. Entonces, usted se dirigió a la clase:
- El reloj de su compañero ha sido robado durante la clase de hoy. El que lo robó, por favor que lo devuelva.
- No lo devolví porque no quería hacerlo.
Luego usted, cerró la puerta y nos dijo a todos que nos pusiéramos de pie y que iría uno por uno para buscar en nuestros bolsillos hasta encontrar el reloj. Pero nos dijo que cerráramos los ojos, porque lo buscaría solamente si todos teníamos los ojos cerrados. Así lo hicimos, y usted fue de bolsillo en bolsillo, y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo tomó. Usted continuó buscando los bolsillos de todos, y cuando terminó, dijo:
- Abran los ojos. Ya tenemos el reloj.
- Usted no me dijo nada, y nunca mencionó el episodio. Tampoco dijo nunca quién fue el que había robado el reloj. Ese día, usted salvó mi dignidad para siempre. Fue el día más vergonzoso de mi vida. Pero también fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en ladrón y mala persona.
Usted nunca me dijo nada, y aunque no me regañó ni me llamó la atención para darme una lección moral, yo recibí el mensaje claramente. Y gracias a usted entendí que esto es lo que debe hacer un verdadero educador. ¿Se acuerda de ese episodio, profesor?
Y el profesor responde: - Yo recuerdo la situación del reloj robado, que busqué en todos, pero no te recordaba ... porque yo también cerré los ojos mientras buscaba.
Creo que es en una obra de Shakespeare donde un protagonista dice: Sabemos lo que somos, pero ignoramos lo que podríamos ser.
Siempre he pensado que es una frase acertadísima y que se puede aplicar a todas las personas. Tenemos un futuro por delante que depende en gran medida de nuestra capacidad de superación y fuerza de voluntad.
La actitud de conformismo, el resignarse sin más a la situaciones que nos vienen y adoptar una postura acomodaticia cierra muchas oportunidades de crecimiento que se abren a otras realidades.
La historia de esta semana, titulada El halcón, recuerda que en los momentos de dificultad somos capaces de sacar lo mejor de uno mismo, que muchas veces ignoramos, y superar los problemas, siempre que 'cortemos nuestra rama'.
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El halcón
Un rey recibió, como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería, para que los entrenara. Pasados unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente adiestrado, pero que al otro no sabía qué le sucedía: no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día en que llegó.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo volar. Al día siguiente, el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.
A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte:
- Traedme al autor de ese milagro.
Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le preguntó:
– ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago?
Intimidado, el campesino le dijo al rey:
- Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama, y el halcón voló, se dio cuenta que tenía alas y empezó a volar.
¡Hoy me permito una concesión a la nostalgia! Hace unos días, compartiendo con un amigo conocido recientemente, descubrimos que en nuestra etapa universitaria nos gustaba el mismo cantautor Cat Stevens, muy famoso en los años 70 del pasado siglo por sus canciones intimistas y letras motivadoras.
Y he rescatado del baúl de los recuerdos este tema titulado Lady D'Arbanville, editado en 1970, uno de mis temas preferidos. Comparto dos videos con esta canción, el primero en una versión original grabada en 1976, y el segundo con temas de cuadros simbólicos.
La letra de la canción viene a expresar que el amor de verdad, el auténtico amor, supera todas las fronteras, hasta la que puede parecer insalvable: la muerte. Va en primer lugar la letra en español y luego en inglés, para practicar un poco.
Estoy seguro que a la gente de mi generación, que ahora andamos por los 60 😏 les gustará, pero me pregunto: ¿y a la generación actual les gustará también este tipo de música?
¡Se admiten todo tipo de comentarios!! (incluso en contra!)