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viernes, 5 de julio de 2013

Las cosas no son como parecen...

Dice un clásico refrán castellano eso de 'piensa mal y acertarás'.

El video que comparto esta semana es para poner en cuarentena esta afirmación, pues, en muchas ocasiones, las cosas no son como parecen, y solemos dejarnos llevar por el prejuicio: una opinión previa desfavorable sin conocimento real de la situación. 

En el trabajo con jóvenes me ha ocurrido alguna vez ver a uno que no encaja en el tipo normal y pensar: éste me va a dar problemas de convivencia con el grupo. Y luego resulta que tiene un corazón de oro para tratar a los demás.


Este sencillo video me parece un buen ejemplo de que no hay que dejarse llevar por los prejuicios a la hora de pensar en los demás, porque muchas veces las cosas no son lo que parecen... (por cierto, ¿habéis descubierto la joven y la vieja en la foto de arriba?)


La Historia de la Semana

viernes, 15 de marzo de 2013

Ping pong

Un poco de humor para amenizar la semana nunca viene mal. Y si además tiene una pequeña moraleja, mejor que mejor.

En esta ocasión comparto un video de animación que toma como pretexto una partida de ping pong entre el oso Bernard (que ya ha salido por estas páginas) y un simpático (¡y bien despierto!) pingüino.

Para mí, la lección que saco es que nunca hay que despreciar a un contrincante en cualquier campo valiéndose únicamente de las apariencias externas.

Se suele decir que 'las apariencias engañan', y creerse superior a otro simplemente por lo exterior lleva a situaciones como la de este video, en las que se suele acabar con la peor parte. Y hay que ser humildes para reconocer nuestros propios valores.

¡Espero que os guste!


La Historia de la Semana

martes, 3 de julio de 2012

Los tres filtros

La historia de esta semana me ha recordado, por contraposición, los programas de tele-basura que se sirven en casi todos los canales, con personajes que hablan de cualquier cosa sin importar el contenido de lo que dicen sino la imagen que dan.

Esta historia en cambio hace referencia a algo tan importante como la honestidad en las manifestaciones y en los comentarios que hacemos acerca de los demás.

Ciertamente es muy fácil caer en los comentarios fáciles sobre las personas, que no suelen estar exentos de prejuicios y de ideas preconcebidas.

Por eso es un signo de madurez personal 'pensar antes de hablar' y no aceptar comentarios gratuitos sobre los demás.

Aquí va el relato titulado Los tres filtros, que espero os guste.

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Los tres filtros

Se cuenta que el discípulo de un sabio filósofo llegó a su casa y le dijo:

-Querido maestro, se dice por ahí que un amigo tuyo ha estado hablando mal de ti.

-¡Espera! -lo interrumpió el filósofo- ¿Has hecho pasar por los tres filtros lo que ahora me vas a explicar?

-¿Los tres filtros? -dijo el discípulo.

-Sí. El primero es la Verdad. ¿Estás seguro de que lo que me vas a decir es absolutamente cierto?

-Bien, no lo sé directamente. Me lo han dicho unos vecinos.

-Por lo menos -dijo el sabio-, lo habrás pasado por el segundo filtro que es la Bondad. A ver, esto que me vas a decir ¿es bueno para alguien?

-No, realmente, no. Más bien al contrario.

-Ah... entonces miremos el último filtro. El último filtro es la Necesidad, ¿crees que es realmente necesario hacerme saber esto que tanto te inquieta?

-De hecho, no.

-Entonces -dijo el sabio sonriendo- si no es verdad, ni es bueno ni necesario, ¡mejor lo enterramos en el olvido!
 
La Historia de la Semana

viernes, 4 de marzo de 2011

El elefante encadenado

He rescatado del baúl de antiguas historias ésta de Jorge Bucay que me ha servido en ocasiones para ilustrar cómo vivimos encadenados a nuestros prejuicios de manera insconsciente.

A veces vivimos atados a estacas que pueden ser pequeñas e insignificantes, pero que suponen un lastre en nuestras relaciones con los demás y a la hora de iniciar nuevas empresas.

Por eso, aunque no demos importancia excesiva a los prejuicios, hay que estar muy atentos para que no nos impidan desarrollar todo lo bueno que llevamos en el corazón.

En Hamlet de W. Shakespeare una de las protagonistas exclama:  Sabemos lo que somos, pero ignoramos lo que podríamos llegar a ser. Para descubrirlo hay que ir rompiendo las estacas que nos atan y amordazan.

Esta historia de El elefante encadenado puede servir para reflexionar un poco sobre este tema. 



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El elefante encadenado

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una  cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. 

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?

Cuando era chico, pregunté a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.  Hice entonces, la pregunta obvia... 

- Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?  

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.

Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño."

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.  La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro...
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos  en el circo no escapa porque ¡CREE QUE NO PUEDE!

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.


Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. 

Vivimos pensando que "no podemos" hacer un montón de cosas  simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. 

Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: NO PUEDO, NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ.

Jorge Bucay 



martes, 22 de junio de 2010

Hippo and dog

Comienza el verano y ya se acercan las vacaciones, y no viene mal algo distendido para relajarse.

Aquí va una aventura del hipopótamo y el perro que no tiene desperdicio. ¡¡No es lo que parece!!!

Y lo mismo podemos decir muchas veces cuando nos apresuramos a hacer juicios de valor sobre las personas, dejándonos llevar por prejuicios cuya única realidad se da en nuestra cabeza.

Espero que os guste.... y no penséis mal de un servidor!!


miércoles, 3 de febrero de 2010

Los prejuicios

Uno de los aspectos que más llaman la atención hoy día en nuestras sociedades globalizadas son los prejuicios con los que afrontamos la relación con el desconocido.

En el subconsciente de muchas personas habitan actitudes de rechazo, de lejanía,... que salen a la luz cuando se encuentran con otras personas que son diferentes por el color de su piel, por su religión, por su status social,... y que no tienen otra base que los pre-juicios, las ideas preconcebidas que nos hacemos de los demás sin otro fundamento que nuestra propia imaginación.

El video de esta semana es muy sencillo pero muy ilustrativo de esta situación, y por ello lo comparto. Y al final, después de verlo, unas cuestiones que me han interpelado.



Como me ha hecho pensar un poco, comparto mis impresiones en forma de preguntas, por si sirve para trabajar el tema de los prejuicios con los grupos de jóvenes con los que trabajamos:

- ¿Con quién me identifico más en mi vida cotidiana: con la madre o con el joven que ayuda? 
- ¿Y con quién me gustaría identificarme?
- ¿Qué haría yo en el caso del joven y en el caso de la madre?
- ¿Influye el hecho de que el joven sea de color?
- ¿Se desanima por la dificultad de la empresa de subir a por el globo? 
- ¿Yo dejo las cosas a medias?
- ¿Cómo interpreto que tenga su habitación con unos cuantos globos?
- ¿Por qué sigue ayudando a los demás?
- ¿Tendrán los colores de los globos algún significado?

sábado, 11 de julio de 2009

Corazón de cebolla

Escribo desde Roma, donde me encuentro esta semana participando en un curso para misioneros. Tiempo de convivencia, tiempo de compartir; tiempo de reencuentro con amigos de siempre, tiempo de aprender,.... y tiempo de recuperar fuerzas para el curso que viene.


Decimos a veces que las personas 'en el fondo son buenas'. Yo estoy convencido que es un aserto plenamente real. Son las circunstancias que nos rodean las que hacen que se tengan que autoproteger, cubriendo los verdaderos y auténticos sentimientos en capa tras capa para no resultar vulnerable y poder defenderse frente a la adversidad.


Por eso es bueno aprender a ver el corazón de las personas a través de sus manifestaciones y libres de prejuicios. Por cierto, ¿sabéis porque lloramos al pelar una cebolla? Pues seguid leyendo y lo sabréis ...
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Corazón de cebolla


Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas.


Como todos los huertos, tenía mucha frescura y agrado. Por eso daba gusto sentarse a la sombra de cualquier árbol a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pájaros.


Pero de pronto, un buen día empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, naranja, morado... El caso es que los colores eran deslumbradores, centelleantes, como el color de una sonrisa o el color de un bonito recuerdo.


Después de sesudas investigaciones sobre la causa de aquel misterioso resplandor, resultó que cada cebolla tenía dentro, en el mismo corazón (porque también las cebollas tienen su propio corazón), un piedra preciosa. Una tenía un topacio, la otra un aguamarina, aquélla un lapislázuli, la de más allá una esmeralda ... ¡Una verdadera maravilla!


Pero por una incomprensible razón se empezó a decir que aquello era peligroso, intolerante, inadecuado y hasta vergonzoso. Total, que las bellísimas cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa e íntima con capas y más capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular cómo eran por dentro. Hasta que empezaron a convertirse en unas cebollas de lo más vulgar.


Pasó entonces por allí un sabio, que gustaba sentarse a la sombra del huerto y sabía tanto que entendía el lenguaje de las cebollas, y empezó a preguntarlas una por una:


-¿Por qué no eres como eres por dentro?


Y ellas le iban respondiendo:


-Me obligaron a ser así...


-Me fueron poniendo capas... incluso yo me puse algunas para que no me dijeran....


Algunas cebollas tenían hasta diez capas, y ya ni se acordaban de por qué se pusieron las primeras capas. Y al final el sabio se echó a llorar. Y cuando la gente lo vio llorando, pensó que llorar ante las cebollas era propio de personas muy inteligentes.


Por eso todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazón. Y así será hasta el fin del mundo.

lunes, 27 de abril de 2009

El Paquete de Galletas

Una joven esperaba el embarque de su vuelo en un gran aeropuerto ..... Como tenía una larga espera ante sí, decidió comprarse un buen libro, y también se compró un paquete de galletas.
Se sentó lo más cómodamente que pudo, y se puso tranquilamente a leer, dispuesta a pasar un buen rato de descanso.

Al lado de su asiento, donde se encontraba el paquete de galletas, un hombre abrió una revista y se puso a leer.

Cuando ella cogió la primera galleta, el hombre también cogió una. Ella se sintió irritada por este comportamiento, pero no dijo nada, contentándose con pensar : “¡Que cara dura!”
Cada vez que ella cogía una galleta, el hombre hacía lo mismo. Ella se iba enfadando cada vez más, pero no quería hacer un espectáculo.

Cuando solo quedaba una galleta, pensó: “¿Y ahora qué va a hacer este imbécil?” El hombre cogió la última galleta, la partió en dos y le dio la mitad.

Bueno, esto ya era demasiado ... ¡Ella estaba muy enfadada ! En un arranque de genio, cogió su libro y sus cosas y salió disparada hacia la sala de embarque.

Cuando se sentó en su asiento del avión, abrió su bolso y ... con gran sorpresa descubrió su paquete de galletas intacto y cerrado !!! ¡ Se sintió tan mal ! No comprendía como se había podido equivocar... Había olvidado que guardó su paquete de galletas en su bolso.

El hombre había compartido con ella sus galletas sin ningún problema, sin rencor, sin explicaciones de ningún tipo...
...mientras ella se había enfadado tanto, pensando que había tenido que compartir sus galletas con él.... y ahora ya no tenía ninguna posibilidad de explicarse ni de pedir excusas...

sábado, 7 de marzo de 2009

Las cuatro estaciones

Ya estamos en marzo y en Madrid han comenzado a florecer los almendros, señal de la próxima primavera. ¿Qué pasaría si únicamente nos quedáramos con la imagen del invierno?, ¿o sólo tuviéramos en cuenta los defectos de nuestos amigos? Nos daría una visión muy parcial de la realidad. Y frecuentemente basada en prejuicios personales.


La historia de esta semana recuerda que lo mejor es tener una visión universal de las cosas, sin quedarnos en la mirada corta y los juicios preconcebidos. Aquí va Las cuatro estaciones.


Y un fuerte abrazo con mis mejores deseos para este finde.


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LAS CUATRO ESTACIONES


Había un hombre que tenía cuatro hijos.



Buscaba con tesón que aprendieran a no juzgar las cosas rápidamente y a la ligera. Así que un día se le ocurrió enviar a cada uno de ellos por turnos a ver un peral que estaba a una gran distancia.



El primer hijo fue en el Invierno, el segundo en Primavera, el tercero en Verano y el hijo más joven en el Otoño. Cuando todos ellos habían ido y regresado, los llamo y les pidió que describieran lo que habían visto.



El primer hijo menciono que el árbol era horrible, doblado y retorcido.



El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas.



El tercer hijo no estuvo de acuerdo. Dijo que estaba cargado de flores, que tenía un aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa mas llena de gracia que jamás había visto.



El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos. Dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.



Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque sólo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol.



Les dijo que nunca se debe juzgar a un árbol, o a una persona, por sólo ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, la felicidad y el amor que viene con la vida sólo puede ser medido al final, cuando todas las estaciones han pasado.



Por eso, si uno se da por vencido en el invierno, habrá perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño.