Las peregrinaciones son manifestaciones culturales y religiosas muy arraigadas en la sociedad. De una forma u otra se desea y se busca una experiencia de la divinidad.
Seguro que casi todo el mundo hemos hecho alguna. Pero, ¿qué peregrinación es más importante: la física o la espiritual?
Donde se encuentra Dios y la plena realidad de uno mismo es en el interior de cada uno, y ahí está la mejor peregrinación que podemos hacer: a lo más íntimo de nuestro corazón.
La historia de esta semana, titulada La peregrinación, nos recuerda de forma sencilla esta gran verdad.
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La peregrinación
Sari era un buen hombre con aspiraciones espirituales sinceras y se había propuesto llevar a cabo una larga peregrinación a Benarés para bañarse en el Ganges. Antes de partir, se encontró con un maestro que le preguntó:
-¿Para qué quieres ir allí?
-Para ponerme en contacto con Dios -repuso.
El maestro le ordenó:
-Dame ahora mismo todo el dinero que llevas para el viaje.
Sari le entregó el dinero, el maestro se lo guardó en el bolsillo, y dijo:
-Sé que habrías acudido a Benarés y te hubieras lavado en el Ganges. Pues bien, en lugar de eso, lávate con el agua que llevo en mi cantimplora.
Sari tomó el agua y se lavó la cara y las orejas. El maestro, satisfecho, declaró a continuación:
-Ahora ya has conseguido lo que te proponías. Ya puedes regresar a tu casa con el alma serena, aunque antes quiero decirte algo más. Desde que fue construido Benarés, Dios no ha morado allí ni un solo minuto. Pero desde que fue creado el corazón del hombre, Dios no ha dejado de habitar en él ni un solo instante. Ve a tu casa y medita. Y, siempre que lo necesites, viaja a tu propio corazón.
La Historia de la Semana
Seguro que casi todo el mundo hemos hecho alguna. Pero, ¿qué peregrinación es más importante: la física o la espiritual?
Donde se encuentra Dios y la plena realidad de uno mismo es en el interior de cada uno, y ahí está la mejor peregrinación que podemos hacer: a lo más íntimo de nuestro corazón.
La historia de esta semana, titulada La peregrinación, nos recuerda de forma sencilla esta gran verdad.
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La peregrinación
Sari era un buen hombre con aspiraciones espirituales sinceras y se había propuesto llevar a cabo una larga peregrinación a Benarés para bañarse en el Ganges. Antes de partir, se encontró con un maestro que le preguntó:
-¿Para qué quieres ir allí?
-Para ponerme en contacto con Dios -repuso.
El maestro le ordenó:
-Dame ahora mismo todo el dinero que llevas para el viaje.
Sari le entregó el dinero, el maestro se lo guardó en el bolsillo, y dijo:
-Sé que habrías acudido a Benarés y te hubieras lavado en el Ganges. Pues bien, en lugar de eso, lávate con el agua que llevo en mi cantimplora.
Sari tomó el agua y se lavó la cara y las orejas. El maestro, satisfecho, declaró a continuación:
-Ahora ya has conseguido lo que te proponías. Ya puedes regresar a tu casa con el alma serena, aunque antes quiero decirte algo más. Desde que fue construido Benarés, Dios no ha morado allí ni un solo minuto. Pero desde que fue creado el corazón del hombre, Dios no ha dejado de habitar en él ni un solo instante. Ve a tu casa y medita. Y, siempre que lo necesites, viaja a tu propio corazón.
La Historia de la Semana
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