La siguiente etapa del viaje por Asia fue la ciudad tailandesa de Chiang Mai, la segunda del país después de la capital Bangkok, y la más importante del norte de Tailandia.
Si Manila es una capital sorprendente, Chiang Mai no se queda atrás. Aunque el entorno es mucho más agrícola que aquélla, la diferencia cultural con occidente es aún mayor, pues nunca ha estado dominada por los estados occidentales.
Por otra parte en Tailandia prácticamente todo el mundo es de religión budista (menos del 1% de la población es cristiana), y se nota mucho en la vida cotidiana.
La puerta de entrada al país es el aeropuerto de Bangkok (de los más grandes del mundo) do,nde unas esculturas de gigantes te reciben en el inmenso hall de entradas y salidas, y que es una pequeña parte de todo el aeropuerto.
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Gigante de la mitología tailandesa |
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Haciendo amigos con el gigante... |
La misión en esta ciudad consiste en dirigir un centro pastoral donde se reúnen los católicos cada domingo para la misa y un encuentro con ellos al final de la misma para potenciar la convivencia.
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Casa típica de la zona |
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Restaurante de carretera |
También se acoge en régimen de internado a varios jóvenes que están estudiando y tienen interés por la religión católica.
La verdad es que tienen un mérito enorme los misioneros que están trabajando en estas tierras pues de entrada el idioma es muy complicado (los niños llegan a dominarlo a los 10 años...) y las costumbres no tienen nada que ver con las nuestras.
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Comida típica: plato de arroz al que se le van añadiendo otros sabores |
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Un ejemplo es la comida. Se come a cualquier hora y donde te pille el hambre pues los restaurantes y los chiringuitos de comidas están abiertos todo el día. Y aunque el arroz se usa siempre, no les gusta el arroz con leche. ¡¡En cambio con las judías pintas hacen dulces y helados!!
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Con el Obispo de la ciudad |
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Con la comunidad |
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Visitando un templo |
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Monjes budistas |
Una tradición budista que me llamó la atención es la de poner un pequeño templo a la entrada de las casas para tratar bien a los espíritus de las personas que las han habitado y así evitar problemas. Cada día le ponen comida, bebidas, imágenes,...
Hay tiendas especializadas (tipo Leroy Merlin) donde venden una gran variedad según los gustos y las posibilidades de cada familia.
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Reunión con un grupo de jóvenes catequistas |
Una de las cosas que llama poderosamente la atención es la reserva de elefantes entrenados para hacer mil actividades, la más llamativa ¡pintar cuadros!
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Y se lleva las herramientas |
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Pinta su cuadro |
El comercio parece consustancial a los pueblos asiáticos. Muchas personas tienen su tiendecita y viven de lo que van vendiendo.
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Tienda de artesanía |
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Calle de Baan Tawai |
Pero la palma se la lleva una aldea llamada Baan Tawai, la ciudad de la artesanía, donde prácticamente todas las calles están dedicadas a la venta de artesanía, con los escaparates a pie de acera.
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Monje recaudando donativos |
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Sala de espera especial |
Ser monje budista tiene muchos privilegios en esta zona (hasta sala de espera reservada en el aeropuerto), pues tienen gran autoridad, sobre todo los ancianos.
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Interior de un templo budista |
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Monje bendiciendo |
Otra cosa muy original son los trajes típicos de cada etnia, pues llaman mucho la atención.
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Niña de la etnia Mon |
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Paisano de la etnia Mon |
Un centro importante del budismo tailandés es el templo de Doi Suthep, que es muy visitado tanto por turistas como por los propios tailandeses.
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Frente al chedi de Doi Suthep |
Impresiona mucho porque el dorado abunda por todas partes y está muy bien cuidado. Data del siglo XIV.
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Aprendiendo a usar los palillos |
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Un poco de arroz azul... |
Las frutas secas son muy apreciadas y hay supermercados enteros dedicadas a ellas, ¡a cuál más exótica!
Y aquí acaba el somero relato de la experiencia vivida en tierras asiáticas. Con un gran bagaje de cosas nuevas aprendidas y con ganas de regresar.
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Supermercado con todo tipo de frutas secas |
La Historia de la Semana
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