El último video del blog hacía referencia a las personas mayores desde el punto de vista de cómo las cuidamos los jóvenes.
La historia de esta semana es el reverso de la moneda: cuando uno se hace mayor va quitando importancia a las cosas y es fácil acabar abandonando el interés y la ilusión por lo que nos rodea, dejándose llevar por la dejadez y el abandono.
Esta historia me ha recordado lo que tantas veces decimos de poner todo nuestro corazón, empeño y entusiasmo en lo que hacemos, aunque a veces nos cueste un poco más o no tengamos las energías suficientes. Pero seguro que a cada uno le suscita una idea particular.
Así que aquí os dejo con El carpintero retirado.
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El carpintero retirado
Había una vez un viejo carpintero que, cansado ya de tanto trabajar, estaba listo para anunciar su retiro y dedicarse a otras cosas. Así se lo comunicó a su jefe, y aunque iba a echar de menos el salario, necesitaba retirarse y estar con su familia. Sabía que de alguna forma sobreviviría.
Al contratista le entristeció muchísimo la noticia de que su mejor carpintero se quería retirar de forma inminente y le pidió un último favor: construir una casa más antes de retirarse. El carpintero aceptó la proposición del jefe y empezó la construcción de la que sería su última casa.
Pero a medida que pasaba el tiempo se dio cuenta de que su corazón no estaba de lleno en el trabajo. Arrepentido de haberle dicho que sí a su jefe, el carpintero no puso el esfuerzo y la dedicación que siempre ponía cuando construía una casa y la construyó con materiales de calidad inferior. Esa era, según él, una manera muy desafortunada de terminar una excelente carrera, a la cual le había dedicado la mayor parte de su vida.
Cuando por fin el carpintero terminó su trabajo, el contratista vino a inspeccionar la casa.
Al terminar la inspección, junto con un gran abrazo le dio la llave de la casa al carpintero y le dijo: “Esta es tu casa. Quiero que sea mi regalo para ti y tu familia por tantos años de buen servicio a mi lado”. El carpintero sintió que el mundo se le venía encima… Grande fue la vergüenza interior que sintió al recibir la llave de la casa, ¡de su propia casa!
¡Ay!, si hubiese sabido con antelación que estaba construyendo su propia casa, ¡la habría hecho todo de una manera tan diferente!, ¡se habría esforzado mucho más para que todo hubiera resultado perfecto!
Pero ya era demasiado tarde....