martes, 14 de septiembre de 2021

La molienda y el trapiche

Alguna vez me he preguntado de dónde sale el azúcar que consumimos. En Europa proviene sobre todo de la remolacha y en América de la caña de azúcar. Pero, ¿cómo es el proceso que se inicia en la caña y termina en la mesa?

Hace unos días tuve la oportunidad de visitar una 'molienda', el lugar donde se trabaja la caña para obtener la panela, de donde sale el azúcar moreno.

Me ha sorprendido por todo el trabajo artesanal que conlleva y cómo se sigue obteniendo de la misma forma desde hace muchos años, siguiendo tradiciones que se remontan a los tatarabuelos.

Comparto estas fotos con el proceso de elaboración de una forma muy resumida, como homenaje a esos pequeños empresarios que dedican su esfuerzo a la producción artesanal de azúcar.

Todo comienza con el corte de la caña, de la que hay que quitar las hojas y dejar solamente el tronco. Estas se dejan en el campo y serán quemadas, para que la ceniza haga de abono en la siguiente cosecha.


            

Luego hay que trasladar la caña hasta donde está el trapiche, lo cual se realiza a lomos de burritos que van cargados hasta arriba y caminan solos hasta su destino (¡van en modo piloto automático!)

La caña se va apilando para que sea triturada en el trapiche, y se pueda obtener el jugo de la caña. El trapiche es la máquina que realiza esa función. Antes era de madera operada por animales, pero ahora ya es con motor. Al pasar la caña entre los cilindros, la va triturando y el jugo se deposita en un recipiente.


El siguiente proceso es la condensación del líquido, para que se vaya evaporando el agua y vaya quedando cada vez más sólido, hasta llegar a la panela.

Para ello, se va pasando el jugo por diversos recipientes a elevada temperatura de manera que cada vez el producto se va solidificando un poco más. ¡Todo de forma manual! Para alimentar el horno se utiliza la misma caña triturada una vez seca.

Una vez evaporado el líquido y antes de que se enfríe la masa hay que removerla continuamente para que no se haga una masa compacta, y así va quedando granulada.
El siguiente paso es cribar el producto, para que se obtenga la textura deseada y se pueda empaquetar para su venta.


                

Una vez terminado, ya se coloca en sacos o en bolsas listas para la venta y degustación de una rica y sabrosa panela.

Este es el resumen de la visita a una molienda artesanal en Malacatos. Seguramente los ingenios azucareros ya tienen moliendas más industrializadas que sacan un mayor rendimiento por tonelada de caña, pero aún siguen estando estos sitios que sobreviven gracias a la gran labor de la gente que sigue con la tradición familiar durante varias generaciones. Desde aquí mi reconocimiento a esta labor tan abnegada y dura.

La Historia de la Semana

domingo, 29 de agosto de 2021

Los verdaderos milagros

La historia que comparto esta semana me ha encantado porque revela un grado de madurez que es muy deseable en todas las personas.

Y la trama es sencilla: el personaje que se cree poderoso reclama un milagro al sabio, pero no es consciente de los 'pequeños milagros' que continuamente ocurren a su alrededor.


A veces nos dirigimos a Dios para pedirle que nos resuelva una situación o un problema, y está bien porque El es que más sabe, pero seguramente sería mejor si le pedimos fortaleza, paciencia o humildad y que nos acompañe en nuestra tarea.

El texto se titula Los verdaderos milagros, y aunque es un poco largo espero les guste.
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Los verdaderos milagros 
Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque: un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante alumno del sabio.

- Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa, inclusive puedes hacer milagros.

- Soy una persona vieja y cansada... ¿cómo crees que yo podría hacer milagros?
 

- Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos..... esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso.

- ¿Te referías a eso? Tú lo has dicho, esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso... no un viejo como yo; esos milagros los hace Dios, yo sólo pido se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego. Todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.

- Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que tú haces..... muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.


- Esta mañana, ¿volvió a salir el sol?

- Sí, claro que sí.

- Pues ahí tienes un milagro..... el milagro de la luz.

- No, yo quiero ver un VERDADERO milagro. Oculta el sol, saca agua de una piedra.... Mira hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas.

- ¿Quieres un verdadero milagro? ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?
 

- ¡¡Sí!!, fue un varón y es mi primogénito.

- Ahí tienes el segundo milagro.... el milagro de la vida.

- Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro...

- ¿Acaso no estamos en época de cosecha?, ¿no hay trigo y sorgo donde hace unos meses sólo había tierra?


- Sí, igual que todos los años.

- Pues ahí tienes el tercer milagro...

- Creo que no me he explicado, lo que yo quiero...

- Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podía hacer por ti... si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer.
Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda; cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían el sabio y su alumno, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó al conejo, sopló sobre él y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba algo  desconcertado, y le dijo:

- Maestro: te he visto hacer milagros como éste casi todos los días, ¿por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿por qué lo haces ahora que no puede verlo?

- Lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo. Le mostré tres milagros y no pudo verlos.... para ser rey primero hay que ser príncipe, para ser maestro primero hay que ser alumno... no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día. 

El día que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días sin que tú se los hayas pedido




La Historia de la Semana

martes, 25 de mayo de 2021

Fácil-Difícil

Seguramente cuando afrontamos las situaciones de la vida no nos paramos a pensar si son fáciles o difíciles, sino si me cuestan más o menos, o si me apetecen o no.

El texto que comparto este semana quiere hacer reflexionar sobre esas cosas que son muy fáciles, y por tanto se hacen de manera casi espontánea, frente a otras que nos parecen difíciles o más complicadas, pero que a la larga son mucho más beneficiosas para uno mismo y para los demás.



Por ejemplo, resulta fácil poner normas a los demás para que actúen como nos parece, pero a veces no las respetamos nosotros mismos.

Por eso me ha parecido muy instructivo este sencillo texto que viene a continuación y que refleja una madurez de comportamiento necesaria en nuestro entorno habitual.

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Qué es fácil, qué es difícil

Fácil es herir a quien nos ama.
Difícil es curar esa herida...

Fácil es dictar reglas.
Difícil es seguirlas...

Fácil es soñar todas las noches.
Difícil es luchar por un sueño...

Fácil es exhibir la victoria.
Difícil es asumir la derrota con dignidad...

Fácil es admirar una luna llena.
Difícil es ver su otra cara...

Fácil es tropezar en una piedra.
Difícil es levantarte...

Fácil es disfrutar la vida todos los días.
Difícil es darle el verdadero valor...

Fácil es orar todas las noches.
Difícil es encontrar a Dios en las cosas pequeñas.

Fácil es prometerle algo a alguien.
Difícil es cumplirle esa promesa...

Fácil es decir que amamos.
Difícil es demostrarlo todos los días...

Fácil es criticar a los demás.
Difícil es mejorar uno mismo...

Fácil es cometer errores.
Difícil es aprender de ellos...

Fácil es llorar por el amor perdido.
Difícil es cuidarlo para no perderlo...

Fácil es pensar en mejorar.
Difícil es dejar de pensarlo y realmente hacerlo...



La Historia de la Semana