domingo, 6 de diciembre de 2015

El plato de oro

Muchas personas centran su interés en las cosas materiales y no acaban de apreciar el valor de lo inmaterial.

La historia de esta semana es un cuento budista sobre la sencillez de la vida  y cómo el bien se impone al mal, aunque a veces no sea apreciable a primera vista.


Cuando se alcanza la paz interior, tan buscada por todos, uno es capaz de renunciar hasta de los platos de oro y regalarlos con total desprendimiento. 

La paz interior es un bien mucho más valioso que el oro, y se manifiesta en la sencillez y el bien que se hace cuando se vive.

A continuación El plato de oro, que espero os guste.

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El plato de oro

El gran monje budista solía andar cubierto únicamente con un taparrabos. Vivía siempre de forma austera y muy pobre. Aunque parezca absurdo, llevaba siempre consigo un pequeño plato de oro que le había regalado el rey, el cual había sido su discípulo. 



Lo llevaba como recuerdo, pero su corazón no era esclavo de aquel pedazo de oro.
 
Una noche, estaba a punto de acostarse para dormir entre las ruinas de un antiguo monasterio cuando observó la presencia de un ladrón escondido detrás de una de las columnas. 

-Ven aquí y toma esto -dijo el monje budista mientras le ofrecía el plato de oro-. Así no me molestarás un vez que me haya dormido y podré gozar de este rato de paz que es el descanso.

El ladrón agarró con ansia el plato y salió zumbando. Pero a la mañana siguiente regresó con el plato… y con una petición: 


-Cuando anoche te desprendiste con tanta facilidad de este plato pensé que me hacías inmensamente rico y feliz. Ahora quiero que me enseñes esa riqueza interior que te hace tan desprendido y otorga tanta paz.


La Historia de la Semana

domingo, 29 de noviembre de 2015

Dientes de león

Lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible. Seguro que más de una vez hemos escuchado este frase en tono de humor para referirse a algo que no tiene solución.

Es cierto que hay situaciones y cosas que por muchas vueltas que uno les dé, no se encuentra manera de hallar una solución.


Estoy pensando sobre todo en esas personas, amigos, seres queridos,...,  que nos gustaría que cambiaran de actitud pero nunca lo hacen a pesar de que se les diga.

La historia de esta semana, Dientes de león (esa flor que al soplar se deshace y ningún jardinero quiere en su jardín), aporta una idea muy sugerente para afrontar estos casos con sencillez: ¡siempre podremos amarlas como son y tratarlas como nos gustaría que fueran!

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Dientes de león

Un hombre que se sentía muy orgulloso del césped de su jardín, se encontró un buen día con que crecía una gran cantidad de “dientes de león”, esas flores que cuando soplas pides un deseo.



Y, aunque trató por todos los medios librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga. Habían invadido todo su estupendo jardín.

 

Al fin escribió al Ministro de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho y concluía la carta preguntando: 

-¿Qué puedo hacer?

Al poco tiempo le llegó la respuesta:

- Le sugerimos que aprenda a amarlos.



La Historia de la Semana

domingo, 15 de noviembre de 2015

Los pájaros

Muchas son las ideas que me ha sugerido esta historia titulada Los pájaros que comparto esta semana.

¿Cuántas veces hacemos las cosas por rutina, por costumbre, porque 'siempre se ha hecho así?

¿Cuántas veces nos limitamos a seguir a otros sin pensar en si es bueno o no?


Este cuento ilustra en forma de humor cómo los pájaros van en la bandada sin saber por qué ni a donde. Y cómo en ocasiones es necesaria la figura del líder para dar sentido y dirección a lo que se hace.


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Los pájaros


Un grupo de pájaros cruzaba el cielo en forma de "V" cuando a una nube le picó la curiosidad y quiso saber dónde se dirigían y qué planes tenían. 



Esperó a cruzarse en su camino y, con delicadeza, sin molestar ni entorpecer la marcha, que adivinaba que sería importante, se acercó con cuidado al último pájaro de una de las ramas de la "V" y le preguntó dulcemente:

- Dime, querido pájaro, si me lo puedes decir, ¿dónde os dirigís en un vuelo tan recto y tan largo, y qué vais a hacer allá? 

 
El pájaro, sin dejar de volar al ritmo de sus compañeros, contestó:

 
- ¡Ay, si yo lo supiera! Pero no tengo ni idea. Yo no hago más que seguir a mi compañero de delante. Voy donde va él, y vuelo hacia donde él vuela. Pregúntale a él. Él lo sabrá.
 
La nube se adelantó un poco, hasta llegar al pájaro de delante, y recibió la misma respuesta. Y así fue  pasando de un pájaro a otro y de una rama de la "V" a la otra, sin conseguir saciar su curiosidad. 


Todos le decían que ellos no sabían nada y que preguntara a los demás, que ellos lo sabrían. Pero nadie sabía nada. Cada uno seguía al de delante, sin preguntarse nada, y no podían dar respuesta. 


La nube tenía cada vez más curiosidad, hasta que no le quedó otro remedio que dirigirse al pájaro de la punta de la "V" corriendo el riesgo de molestarlo y distraerlo en su importante tarea de guía del grupo. 

Se disculpó, y le preguntó dónde iba con todos aquellos compañeros que lo seguían. El pájaro que hacía de guía le contestó:

- ¡Qué más quisiera yo, que saberlo! No tengo ni idea de dónde vamos. Pero todos éstos me vienen empujando por detrás, y no tengo más remedio que seguir volando, aunque no sepa donde me llevan. ¡Ellos lo sabrán! ¡Pregúntales a ellos!




La Historia de la Semana