jueves, 20 de junio de 2013

Toma de conciencia

Cuando observamos el avance tan rápido de la sociedad se suele decir a veces que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'.

Personalmente creo que el mejor tiempo es el que nos toca vivir ahora, siendo bien conscientes, eso sí, de los retos que se nos van planteando y de las cosas a favor y en contra que tenemos enfrente.

El texto de esta semana quiere ser una toma de conciencia de estas realidades con las que tenemos que convivir en nuestro ambiente, para no asustarnos y poder ser cada uno de nosotros el motor que vaya transformando lo negativo en positivo, lo malo en bueno, contribuyendo así a construir una sociedad mejor ¡al menos en nuestro entorno!

Y sin más, aquí os dejo con esta Toma de conciencia.

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Toma de conciencia 

Construimos casas cada vez más grandes...
para familias más pequeñas.
Gastamos más... pero tenemos menos.
Compramos más... pero lo disfrutamos menos.

Habitamos en edificios más altos...
con vidas poco profundas.
Vamos por autopistas más amplias...
con mentes cada vez más estrechas.

Tenemos más comodidades...
pero vivimos más incómodos.
Tenemos más conocimientos... y menos sensatez.

Más expertos... y menos soluciones.
Más medicinas... y menos salud.

Son tiempos de comida rápida...
y de digestión lenta.
De casas fantásticas... con hogares rotos.
De enojarnos enseguida...
pero de perdonar muy lentamente.

De salir muy temprano...
y llegar siempre tarde.
Levantamos las banderas de la igualdad,
pero sostenemos los prejuicios.


Tenemos la agenda llena
de teléfonos de amigos
a los que nunca llamamos...

Y los estantes de nuestra biblioteca
repletos de libros
que jamás leeremos...

Nos ganamos la vida,
pero no sabemos cómo vivirla.

Poseemos cada vez más cosas,
y desperdiciamos casi todas...

viernes, 14 de junio de 2013

Tocar para Sarakali

El tema musical de esta semana se titula












La Historia de la Semana

jueves, 13 de junio de 2013

La grandeza del Rey

Vivimos en tiempos complicados: basta asomarse a las noticias para constatar que algo no funciona bien en nuestra sociedad. 

Se le da mucha más importancia al tener que al ser, con la consecuencia de que se altera la escala de valores importantes y necesarios para la convivencia. Y, de esta forma, estamos rodeados de crisis en lo político, de corrupción económica a todos los niveles, de falta de ilusiones,...

La historia de esta semana intenta arrojar un poco de luz en este contexto respondiendo a una pregunta sencilla: ¿qué cualidades debe tener un buen dirigente? Y por extensión toda persona que tenga bajo su responsabilidad a otras.

La respuesta no es muy complicada: atender al bien común y lo mejor para los demás. ¡Cuánto cambiaría para bien nuestra sociedad ti todos actuáramos así!

El cuento se titula La grandeza del Rey, y, aunque es un poco largo, merece la pena leerlo.

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La grandeza del Rey

Había una vez un poderoso rey que tenía tres hijos. Dudando sobre quién debía sucederlo en el trono, envió a cada uno de ellos a gobernar un territorio durante cinco años, al término de los cuales deberían volver junto a su padre para mostrarle sus logros.

Así marcharon los tres, cada uno a su lugar, alegres por poder ejercer como reyes. Pero al llegar descubrieron decepcionados que tan sólo se trataba de pequeñas villas con un puñado de aldeanos, en las que ni siquiera había un castillo.

- Seguro que a mis hermanos les han dado reinos mayores, pero demostraré a mi padre que puedo ser un gran rey -se dijo el mayor. Y juntando a los pocos habitantes de su villa, les enseñó las artes de la guerra para formar un pequeño ejército con el que conquistar las villas vecinas. Así, su pequeño reino creció en fuerza y poder, y al cabo de los cinco años había multiplicado cien veces su extensión. Orgulloso, el joven príncipe reunió a aquellos primeros aldeanos, y viajó junto a su padre.

- Seguro que a mis hermanos les han dado reinos mayores; sin duda mi padre quiere probar si puedo ser un gran rey -pensó el mediano. Y desde aquel momento inició con sus aldeanos la construcción del mayor de los palacios. Y tras cinco años de duro trabajo, un magnífico palacio presidía la pequeña aldea. Satisfecho, el joven príncipe viajó junto a su padre en compañía de sus fieles aldeanos.

- Seguro que a mis hermanos les han dado reinos mayores, así que la gente de esta aldea debe de ser importante para mi padre -pensó el pequeño. Y resolvió cuidar de ellos y preocuparse por que nada les faltara. Durante sus cinco años de reinado, la aldea no cambió mucho; era un lugar humilde y alegre, con pequeñas mejoras aquí y allá, aunque sus aldeanos parecían muy satisfechos por la labor del príncipe, y lo acompañaron gustosos junto al rey.

Los tres hermanos fueron recibidos con alegría por el pueblo, con todo preparado para la gran fiesta de coronación. Pero cuando llegaron ante su padre y cada uno quiso contar las hazañas que debían hacerle merecedor del trono, el rey no los dejó hablar. En su lugar, pidió a los aldeanos que contaran cómo habían sido sus vidas.

Así, los súbditos del hijo mayor mostraron las cicatrices ganadas en sus batallas, y narraron todo el esfuerzo y sufrimiento que les había supuesto extender su reino. El hermano mayor sería un rey temible, fuerte y poderoso, y se sentían orgullosos de él.

Los súbditos del mediano contaron cómo, bajo el liderazgo del príncipe, habían trabajado por la mañana en el campo y por la tarde en la obra para construir tan magnífico palacio. Sin duda sería un gran rey capaz de los mayores logros, y se sentían orgullosos de él.

Finalmente, los súbditos del pequeño, medio avergonzados, contaron lo felices que habían sido junto a aquel rey humilde y práctico, que había mejorado sus vidas en tantas pequeñas cosas. Como probablemente no era el gran rey que todos esperaban, y ellos le tenían gran afecto, pidieron al rey que al menos siguiera gobernando su villa.

Acabadas las narraciones, todos se preguntaban lo mismo que el rey: ¿cuál de los príncipes estaría mejor preparado para ejercer tanto poder? Indeciso, y antes de tomar una decisión, el rey llamó uno por uno a todos sus súbditos y les hizo una sola pregunta:

- Si hubieras tenido que vivir estos cinco años en una de esas tres villas, ¿cuál hubieras elegido?

Todos, absolutamente todos, prefirieron la vida tranquila y feliz de la tercera villa, por muy impresionados que estuvieran por las hazañas de los dos hermanos mayores.

Y así, el más pequeño de los príncipes fue coronado aquel día como el más grande de los reyes, pues la grandeza de los gobernantes se mide por el afecto de sus pueblos, y no por el tamaño de sus castillos y riquezas.

La Historia de la Semana