martes, 22 de febrero de 2011

Señor, ayúdame!

Mucha gente piensa que orar es repetir mecánicamente unas palabras, más o menos sentidas, dirigidas a Dios. A veces sí, pero su efecto va mucho más allá. Si esas palabras no tienen una clara repercusión en mi cotidianeidad, es que algo no va bien. 

La historia de esta semana es una oración de Gandhi que expresa magníficamente esta repercusión en los demás. 


De hecho ha sido utilizada en las escuelas de liderazgo para hacer ver a los futuros líderes cómo es la mejor manera de acercarse a los demás, cómo debe ser mi actitud frente a las situaciones que la vida nos va deparando, sin dejarse llevar por la corriente.

 
Y dicho de una forma que ya San Juan resumió sencillamente: no puedo amar a Dios a quien no veo si no amo a mi hermano a quien veo.

En definitiva, se trata de una apuesta por la superación personal en la dirección más bonita: la del amor. Aquí va esta magnífica y actual oración de Gandhi.

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Señor, ayúdame!
Señor,
Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes 
y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.

Si me das humildad, no me quites la dignidad.

  
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda,
no me dejes culpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a ti mismo y a no juzgarme como a los demás.

 
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Mas bien, recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.


Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme
y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.

¡Señor...si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí!

viernes, 18 de febrero de 2011

El mensaje del anillo

Una de las características de las personas grandes de corazón es el 'saber estar' en todo momento y lugar: tanto si las cosas van bien como si van mal, saben distinguir la parte que corresponde a la propia responsabilidad (y aceptar las consecuencias), como la parte que escapa al control de cada uno. 


De la misma manera, 'saben estar' en medio de cualquier tipo de personas, tanto si son cultas como ignorantes, ricas o pobres, viejas o jóvenes.

El cuento de esta semana trata precisamente de saber mantener la integridad personal en medio de cualquier circunstancia, tanto si es buena o agradable como si es mala o triste, sin dejar que se nos nuble la visión, y así poder tener una visión objetiva de las cosas.

Y es que en el camino de la vida hay que ir adquiriendo esta madurez personal para afrontar cualquier situación siempre con fe y esperanza en el futuro.

Y sin más, aquí va El mensaje del anillo.


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El mensaje del anillo

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: "Me están haciendo un precioso anillo, con un diamante extraordinario, y quiero guardar dentro de él un mensaje muy breve, un pensamiento que pueda ayudarme en los momentos más difíciles, y que ayude a mis herederos y a los herederos de mis herederos, para siempre".

Aquellos sabios podrían haber escrito grandes tratados sobre muchos temas, pero escribir un mensaje de sólo dos o tres palabras era bastante más complicado. 


Pensaron, buscaron en sus libros, pero no encontraban nada. El rey lo consultó entonces con un anciano sirviente por el que sentía un gran respeto. Aquel hombre le dijo: "Hace muchos años estuve unos días al servicio de un gran amigo de tu padre. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me entregó este diminuto papel doblado. Me insistió en que no lo leyera antes de necesitarlo de verdad, cuando todo lo demás hubiera fracasado. Ahora es tuyo. Tómalo y ponlo en tu anillo".
 
Aquel momento de necesidad no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió su reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos le perseguían. Llegó a un lugar donde el camino se acababa. No había salida. Frente a él había un precipicio. Tampoco podía volver, porque el enemigo le cerraba el paso. Ya escuchaba el trotar de los caballos de sus perseguidores. Cuando iba a rendirse, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y leyó el misterioso mensaje. Tenía sólo tres palabras: "Esto también pasará".

Tuvo fuerzas entonces para resistir un poco más. Sus enemigos debieron de perderse en el bosque, pues poco a poco dejó de escucharse el trote de los caballos. El rey recobró el ánimo, regresó, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Hubo una gran celebración, con banquete, música y bailes. Se sentía muy orgulloso de su triunfo. 

El anciano estaba sentado a su lado, en un lugar preferente, y le dijo: "Ahora también es un buen momento para leer el mensaje". "¿Qué quieres decir?", preguntó el rey. "Ese mensaje no es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero".
El rey volvió a leerlo, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero su orgullo, su altivez, su egolatría, habían desaparecido.

Comprendió que todo pasa, que ningún éxito o fracaso son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza, y hay que aceptarlos como parte de la naturaleza, porque pertenecen a la misma esencia de las cosas.


(Las fotos son paisajes de los Picos de Europa, en Asturias) 


La Historia de la Semana

miércoles, 16 de febrero de 2011

Sometimes

Va siendo hora de intercalar un video musical para relajarse y descansar 5 minutos, que nunca viene mal.

En esta ocasión comparto un tema del grupo B-Tribe titulado Sometimes, grupo de origen alemán que se dio a conocer en los años 90. 
 
Me ha llamado la atención porque mezcla muy armoniosamente la guitarra española y los ritmos flamencos con la música ambiente, logrando una atmósfera muy especial y relajante.

El video está rodado sobre todo en Africa y tiene escenas muy bonitas y simpáticas.

Y la letra no tiene desperdicio:  de vez en cuando se oye sometimes y ole. (Será por la influencia española...)

¡Espero que lo disfrutéis! 

La Historia de la Semana