viernes, 7 de noviembre de 2008

El viejo maestro

¡Ya hemos llegado a otro fin de semana!

¿Qué consideramos más importante: lo que llevamos en nuestro corazón o lo que nos viene de fuera? Una respuesta en la historia de esta semana.


===========================================

EL VIEJO MAESTRO

Había una vez hace mucho tiempo un viejo maestro en el arte de la guerra, ya retirado, que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.

Sabiendo de la fama del viejo maestro, fue allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible. El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.

Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.

-Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el viejo maestro.

-A quien intentó entregarlo -respondió un discípulo.

-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro- : Cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

viernes, 31 de octubre de 2008

La mejor medicina

Hola de nuevo!!
Esta semana me han llegado más historias, así que aquí va otra sobre cómo tratar a la gente.
Más abrazos y mejor finde
=========================


LA MEJOR MEDICINA
Un estudiante fue con un maestro para aprender el arte de curar. Vieron venir a un paciente y el maestro dijo:
-Este hombre necesita granadas para curar.
El estudiante recibió al paciente y le dijo:
-Tiene usted que tomar granadas, es todo lo que necesita.
El hombre se fue protestando y probablemente no consideró en serio el consejo. El estudiante corrió a su maestro y preguntó qué es lo que había fallado. El maestro no dijo nada y esperó a que de nuevo se dieran las circunstancias.
Pasó un tiempo y el maestro dijo de otro paciente:
-Ese hombre necesita granadas para curar, pero esta vez seré yo quien actúe.
Le recibió y se sentaron, hablaron de su familia, de su trabajo, de su situación, dificultades e ilusiones. El maestro con aire pensativo dijo como para sí mismo:
-Necesitarías algún fruto de cáscara dura, anaranjada, y que en su interior contenga granos jugosos de color granate.
El paciente interrumpió exclamando:
-¡Granadas!, ¿y eso es lo que podría mejorarme?.
El paciente curó y el estudiante tuvo una ocasión más para aprender que el remedio es la mitad de la cura.
La otra mitad es el acompañamiento y la respuesta de aquel a quien se cura.


Padrenuestro


A veces releemos cosas y nos sorprende algún matiz nuevo que antes no habíamos captado.

A mí me acaba de ocurrir con este Padrenuestro que me ha llegado y que comparto con todos vosotros.

==============================

Padre nuestro que estás en los cielos,
Y en la tierra que se muere
y en los ojos de los niños que no tienen p'a comer.

Santificado sea tu nombre,
Y que "to" el mundo se entere
de tu mano generosa, de tu fuerza y tu poder.

Venga a nosotros tu reino,
Y que brille lo más limpio,
lo más bueno, lo más puro, lo mejor de nuestro ser.

Hágase tu voluntad,
Y se lleve la basura,
la violencia y la mentira hasta desaparecer.

Así en la tierra como en el cielo,
Protégenos, Señor,
Ayúdanos, Señor.

Danos hoy nuestro pan de cada día,
Y que la naturaleza se reparta entre la gente
de manera natural.

Y perdona nuestras ofensas,
Como tú nos enseñaste a querer
a tus hermanos y a saberlos perdonar.

Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Nos ofenden la injusticia,
los tiranos, los cobardes, los racistas y el dolor.

No nos dejes caer en la tentación.
No permitas que se enferme
lo bonito, lo cristiano, ni el amor del corazón.

Y líbranos del mal.
Bendícenos Señor
Escúchanos, Señor.

Amén.

(De la Misa de la Alegría)