miércoles, 16 de octubre de 2013

Decálogo para sentirse mal

Ya hemos incluido varios decálogos en el blog, y el de esta semana, titulado Decálogo para sentirse mal, me ha parecido muy interesante para compartir.

Evidentemente ninguna persona quiere sentirse mal, salvo que esté mentalmente enferma. Pero, en ocasiones, en la búsqueda ansiosa del ‘sentirse bien’, de la búsqueda de la felicidad, no caemos en la cuenta de algunas cosas muy sencillas que podemos evitar y que repercutirán en un sentirse mucho mejor con uno mismo y con los demás.
 
Conviene por ello identificar estos errores frecuentes para poder superarlos, resolverlos y no caer en ellos. Por poner un ejemplo: el pensar de modo pesimista va haciendo que las cosas no se vean en su realidad objetiva.
 
Este decálogo es un resumen de los mismos que espero os sea de utilidad.
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Decálogo para sentirse mal

10 ideas que nos harán sentir mal y no nos dejarán madurar: 

1. Perfeccionismo desbordado. Estar sometido a la tiranía de los “debería”: “Debería hacer esto o lo otro. O “los demás deberían....”. El primer caso puede crear sentimientos de culpa exagerados en uno mismo y el segundo, rabia y frustración hacia los otros. 

 
2. No decir lo que hay que decir y decir lo que no se debe. Conviene decir lo que se siente para que no aumente la presión interna. Se pueden decir las cosas de modo sosegado, con respeto y directamente, siendo claro y conciso, pero no agresivo. 
 
3. Hacer juicios. Aun cuando es habitual enjuiciar y formar opiniones, como por ejemplo, tal persona es callada, se pueden obviar las conclusiones precipitadas de estas etiquetas como “es callada porque no tiene nada que decir”. 

4. Miedo a cometer errores. Una de las maneras de aprender es cometer errores. Proporcionan información valiosa y revelan áreas de crecimiento personal. La mejor es reconocer el error y evitarlo en lo sucesivo. 
 

5. Incapacidad de relajarse. La relajación no significa pereza. El humor y la recreación son tan necesarios como el sueño ya que restauran el equilibrio. La risa es un tonificante físico y psíquico, y un buen antídoto contra el estrés. 

 
6. No responsabilizarse de las propias acciones. Hacerse cargo de las propias decisiones y acciones, aunque sean equivocadas, confiere autoridad. Culpar a los demás y sentirse la “víctima de las circunstancias” es una posición de debilidad que impide ser el protagonista de la propia vida. 
 

7. Proponerse objetivos no realistas. No es realista pensar que siempre se puede obtener lo que se desea. Los objetivos deben estar a la altura de las capacidades. Hay factores que condicionan nuestros resultados. 
 

8. No poder olvidar los resentimientos. Los recuerdos del pasado que causan tristeza y rabia tendrían que ser expresados, resueltos y olvidados si no se quiere que influyan negativamente en nuestro presente. 


9. Incapacidad para tolerar las frustraciones de la vida. La vida puede ser muy triste si se tiene baja tolerancia a la frustración. Es mucho mejor fijarse en lo que se tiene y no en lo que se quiere o me falta. 

 
10. Pensar de modo pesimista. Hay que estar preparado para todo lo que pueda pasar, bueno o malo. Cuando sólo se ve lo negativo, se puede acabar en la tristeza, la frustración y la depresión.


La Historia de la Semana

jueves, 10 de octubre de 2013

Dar con generosidad

Decían los clásicos con toda su sabiduría que "el bien llama al bien".

El video de esta semana incide una vez más en esta cuestión, aunque difiere un poco del que ya salió por aquí sobre la cadena de favores, Algún día...

Me ha recordado la necesidad de ser generoso con el necesitado, sin esperar nada a cambio, aunque al final el bien siempre retorna al que lo practica. Y por eso decían también los clásicos: Haz bien y no mires a quién

¡A ver si os gusta!




La Historia de la Semana

miércoles, 9 de octubre de 2013

El mandarín y la lira

Es un lugar común afirmar que 'la vida da muchas vueltas'; y en efecto hay momentos buenos y momentos malos, momentos alegres y momentos tristes, situaciones que nos gustan y otras que nos disgustan.

Pero, ¿con cuales de ellas nos quedamos? Muchas personas se centran en las cosas negativas y ven la vida de color oscuro.

El cuento de esta semana, titulado El mandarín y la lira, me ha recordado que las experiencias buenas y positivas sirven de apoyo en los momentos difíciles y nos pueden ayudar para superar los momentos bajos.

Y sobre todo nos ayudan a mantener la esperanza en el futuro. ¡A ver qué os parece!

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El mandarín y la lira

Hace muchos años, reinaba en la China un mandarín amante de la música. Un día quiso ser dueño de una lira. La lira más hermosa que jamás se hubiera visto y con la que sus músicos pudieran tocar las melodías más dulces.

Sus súbditos se pusieron a trabajar inmediatamente. Sabiendo qué árbol proporciona la mejor madera para instrumentos de este tipo, buscaron un hermoso y viejo fresno; lo cortaron y de él sacaron los trozos más valiosos de madera. Artesanos cualificados trabajaron en la delicada confección de la lira. Cuando estuvo hecha, llevaron el precioso instrumento a manos del mandarín. 

Éste llamó a un músico de su corte para que tocara la lira y le deleitara con sus notas. El músico tomó la lira en sus manos e intentó en vano sacar algún acorde de ella. El mandarín, entre furioso y extrañado, mandó llamar a los mejores músicos del país. Todos salían de la corte cabizbajos y tristes por no haber podido hacer sonar la lira. Cada vez que tocaban, el instrumento parecía emitir gemidos estridentes.

El mandarín paseaba por sus jardines preguntándose qué misterio envolvía a su preciada lira. Uno de sus consejeros le dijo que había oído hablar de un viejo sabio que vivía retirado en las montañas. Sus palabras habían servido de solución a muchas personas que acudían solicitando su ayuda, y su fama se había extendido hasta los confines del imperio. El mandarín ordenó buscarlo y, al cabo de dos semanas, el anciano se presentó en la corte.

El mandarín en persona explicó la rara historia al sabio, quien se retiró a una sala llevando la lira consigo. Poco tiempo después salió de la estancia y, delante del mandarín, comenzó a arrancar las más dulces notas que nunca nadie había oído. 

Maravillado, el mandarín le preguntó cómo lo había conseguido, a lo cual el sabio respondió que su único secreto era el haber hablado a la lira diciéndole que recordara los días en los que un arroyo cantarín fluía en sus cercanías, la yerba que crecía lozana bajo su sombra y los cantos de los pájaros que cobijaba en sus ramas.