Durante los primeros siglos del cristianismo tuvo un gran auge la vida eremítica, en la que las personas, en su deseo de alcanzar la santidad, se retiraban al desierto, dando lugar poco a poco a comunidades que crecían en torno a un monje con fama de santo.
Anastasio fue uno de ellos. Los escritos de esa época revelan una concepción de la vida espiritual muy profunda a la vez que muy sencilla.
Esta historia nos recuerda con un ejemplo práctico algo muy importante: se puede vencer al mal con el bien, aunque hoy día veamos a nuestro alrededor todo lo contrario:
parece que predomina la venganza, el rencor, la ira, el resentimiento,... frente al perdón, el altruismo, la generosidad, la misericordia,...
Aquí os dejo con Anastasio y Pacomio, que nos recuerdan una vez más que el bien siempre es preferible al mal.
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Anastasio y Pacomio
El abad Anastasio tenía un libro precioso. El monje Pacomio fue a
visitarlo y se lo robó. El abad no quiso denunciarlo para que no se
añadiera el perjurio al robo.
Pacomio, que necesitaba dinero, le
ofreció el libro a un cambista por 18 monedas. El cambista, como no tenía mucha idea de libros, se lo llevó
para tasarlo al abad Anastasio, que era el más entendido.
-Este libro sí que las vale, le dijo
Anastasio.
El cambista fue ante Pacomio y
le dijo:
-Me lo quedo. Anastasio me ha dicho que sí vale las 18 monedas que te ofrecí.
-¿No te dijo nada más Anastasio?
-No, nada más, contestó el cambista.
-Pues
no lo vendo, respondió Pacomio.
Y enseguida fue a Anastasio a pedirle perdón.
Anastasio le regaló el libro en señal de gratitud. Y Pacomio, admirado, se quedó a vivir con él.