viernes, 5 de octubre de 2012

Anastasio y Pacomio

La historia de esta semana cuenta un simpático pasaje de la vida de los monjes Anastasio y Pacomio.

Durante los primeros siglos del cristianismo tuvo un gran auge la vida eremítica, en la que las personas, en su deseo de alcanzar la santidad, se retiraban al desierto, dando lugar poco a poco a comunidades que crecían en torno a un monje con fama de santo.

Anastasio fue uno de ellos. Los escritos de esa época revelan una concepción de la vida espiritual muy profunda a la vez que muy sencilla.

Esta historia nos recuerda con un ejemplo práctico algo muy importante: se puede vencer al mal con el bien, aunque hoy día veamos a nuestro alrededor todo lo contrario: 

parece que predomina la venganza, el rencor, la ira, el resentimiento,... frente al perdón, el altruismo, la generosidad, la misericordia,... 

Aquí os dejo con Anastasio y Pacomio, que nos recuerdan una vez más que el bien siempre es preferible al mal.

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Anastasio y Pacomio

El abad Anastasio tenía un libro precioso. El monje Pacomio fue a visitarlo y se lo robó. El abad no quiso denunciarlo para que no se añadiera el perjurio al robo.

Pacomio, que necesitaba dinero, le ofreció el libro a un cambista por 18 monedas. El cambista, como no tenía mucha idea de libros, se lo llevó para tasarlo al abad Anastasio, que era el más entendido. 

-Este libro sí que las vale, le dijo Anastasio.

El cambista fue ante Pacomio y le dijo: 

-Me lo quedo. Anastasio me ha dicho que sí vale las 18 monedas que te ofrecí

Y Pacomio replicó: 

-¿No te dijo nada más Anastasio?

-No, nada más, contestó el cambista. 

-Pues no lo vendo, respondió Pacomio.

Y enseguida fue a Anastasio a pedirle perdón. 

Anastasio le regaló el libro en señal de gratitud. Y Pacomio, admirado, se quedó a vivir con él.
 

jueves, 4 de octubre de 2012

Viaje a Fátima

Explanada del santuario
Normalmente cuando se habla de Fátima (Portugal) suele venir un lejano recuerdo de la niñez, en que nos dijeron que allí hubo un milagro muy grande en el que se apareció la Virgen a tres pastorcillos hace muchos años.

Pero la realidad supera con creces ese recuerdo que aprendimos de niños. 

El fin de semana pasado tuve la suerte de acompañar a la Pastoral Universitaria de Madrid al santuario de Fátima dentro de una peregrinación diocesana para dar inicio a la Misión Madrid y pude comprobar que el significado que tiene va mucho más allá del simple milagro.

Entre los meses de mayo y octubre de 1917 la Virgen se apareció a tres niños, Lucía, Francisco y Jacinta,  que estaban cuidando las ovejas del rebaño familiar, para transmitir el mensaje de que había que orar mucho por la paz del mundo (había estallado la primera guerra mundial) y ofrecer sacrificios por el perdón de los pecadores.

Capelinha, en el lugar donde se apareció la Virgen
Prácticamente desde el inicio mucha gente creyó en las apariciones, y en la última se observó el milagro del Sol que acabó convenciendo a todos los presentes, entre los que no faltaban ateos y críticos.

Monumento a Juan Pablo II
En la actualidad, el árbol sobre el que se apareció la Virgen ya no existe, y en su lugar se ha construido una sencilla casita, la Capelinha, donde la oración brota de forma natural y se percibe la presencia sobrenatural de María.

La explanada donde está situado el santuario es grandiosa, y debido a la gran afluencia de peregrinos recientemente se ha construido una nueva basílica con amplias instalaciones para acogerlos, junto con un monumento a Juan Pablo II, cuya vida está muy relacionada con la Virgen de Fátima a raíz del atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981, el mismo día en que se iniciaron las apariciones de la Virgen a los niños.


Tumbas de Jacinta y Lucía
Dos de los niños, Francisco y Jacinta, fallecieron por enfermedad pocos años después de las apariciones y fueron beatificados por Juan Pablo II en el año 2000. En cambio Lucía ingresó en las Carmelitas Descalzas y vivió hasta el 2005.

Los tres están enterrados en la primera basílica que se contruyó y sus capillas tienen una gran afluencia de fieles.

Llama poderosamente la atención la gran devoción popular que se manifiesta por todos los rincones, con muchas personas rezando el rosario y participando de la liturgia.

Nueva basílica
Interior de la basílica










Parte del grupo
Procesión de antorchas


















Destaca como una gran manifestación popular la 'procesión de antorchas', en la que el sábado por la noche miles de personas rezan el rosario con velas en las manos y luego van en procesión rodeando la plaza del santuario. Es impresionante y sobrecogedor participar del ambiente y de la fe que se vive y se percibe a flor de piel.

Otra parte del grupo











Como dato curioso que me llamó la atención, porque nunca lo había visto, es que se ofrendan tantas velas a la Virgen que de vez en cuando sale una llamarada en el lugar donde se colocan,  de manera que las derrite para que la gente pueda colocar otras nuevas. ¡Ingenioso!

En definitiva, resumiría este viaje diciendo que merece la pena hacer una visita al santuario de Fátima para acercarse a la presencia de la Virgen como Madre nuestra que es y recordar el sentimiento de que la ofrenda de la propia vida por los demás es lo que colma el corazón del ser humano y le hace crecer espiritualmente en medio de las circunstancias particulares de la vida de cada uno.

martes, 2 de octubre de 2012

Hábitos del buen líder

Un tema que siempre me ha parecido muy importante en el trabajo educativo es el del liderazgo y la autoridad moral para transmitir eficazmente las ideas.

Esto es particularmente necesario en el entorno del trabajo en ONG's y asociaciones juveniles donde no existe una relación de obediencia con la autoridad, como ocurrre en la empresa, el ejército o la religión.

Esta semana comparto un resumen de un artículo que me ha parecido muy interesante en este sentido. Está dedicado a los hábitos de un buen líder empresarial pero son perfectamente extrapolables a cualquier organización.

Son siete puntos que se han mostrado eficaces a la hora de dirigir un equipo de trabajo y que se podrían resumir sencillamente en pocas palabras: en contextos de voluntariedad es importante hacer amigos para lograr los objetivos propuestos.

Aquí van estos hábitos del buen líder, que espero os sean tan útiles como a mí. 

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Hábitos del buen líder

1) No crear estrellas
Hay que evitar caer en la acepción de personas, privilegiando a unos sobre otros. El reconocimiento debe fluctuar entre todos los miembros del equipo para no desmotivar.

 2) Coordinar el objetivo de cada miembro para encajarlo en el objetivo general. 
Conocer a las personas y su trabajo dentro de la organización para lograr una buena cooperación. El premio es para el equipo, no para el individuo.

3) No dar infinitas oportunidades a los menos capaces. 
A estas personas hay que proporcionarles herramientas adecuadas para que se pongan a la altura del equipo.

4) Asesorar al grupo pero no interferir en su trabajo
Estar continuamente encima de las personas interviniendo y matizando sólo provoca desmotivación. Los buenos ejecutivos reconocen que la excesiva intromisión impide a sus empleados que saquen lo mejor de ellos mismos.

5) Valorar a los miembros del equipo como lo primero
Después vendrán los clientes, beneficiarios y usuarios. Aquellos son los que aportan valor real a la organización.


6) Priorizar la gestión en lugar de los resultados. 
Es más importante motivar al equipo y colaborar juntos que el historial de resultados.

7) Hacer preguntas en lugar de dar órdenes
Cuando se dan pautas cerradas se pierde la oportunidad de hacer pensar por uno mismo y de dar lo mejor que uno sabe, con el agravante de que nunca aprenden a hacer las cosas por sí mismos, llegando en ocasiones al infantilismo.