miércoles, 9 de noviembre de 2011

Recogiendo piedras

Uno de los valores que distingue específicamente al ser humano es el perdón y la compasión. Sólo las personas somos capaces de tener piedad y misericordia y ejercer el perdón.

Su contravalor se identifica también con claridad: el rencor y el resentimiento.

Por desgracia es muy frecuente encontrar personas que viven instaladas en el resentimiento por hechos pasados hace tiempo pero que son incapaces de olvidar y perdonar, con el resultado de no apreciar lo positivo de la vida humana.

Por eso, para crecer en la madurez y el desarrollo personal es imprescindible tener la grandeza de corazón de saber perdonar y 'pasar página' para no vivir anclados en temas que ya no aportan nada a la persona.

De esto trata la historia de esta semana titulada Recogiendo piedras. Espero que os guste.

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Recogiendo piedras

Un día el maestro les contó a sus discípulos esta historia:

- Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó.

Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no podía caminar.

- ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?

- Que es un necio -respondió uno de los discípulos.
-¿Para qué cargar las piedras con que tropezaba? Es un esfuerzo inútil -dijo otro.

Y añadió el maestro:

-Eso es lo que hacen aquéllos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aún la amargura de las propias equivocaciones...

Todo eso lo debéis dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor y del resentimiento contra los demás o contra uno mismo.

Si haces a un lado esa inútil carga y no la llevas contigo, tu camino será más ligero y tu paso más seguro.

martes, 8 de noviembre de 2011

Tiananmen Square

En la anterior entrada del blog titulada El loro y la libertad, se trató precisamente del tema de la libertad personal.

A lo largo del siglo pasado y en lo que va de este siglo muchas personas han dado la vida por sus ideales, han elegido libremente el sacrificio más grande para alcanzar un bien mayor. En un libro de reciente publicación se decía, por poner un ejemplo, que ha habido más mártires en los últimos 100 años que en toda la historia pasada del cristianismo.

El video musical de esta semana es un tema instrumental del compositor alemán Oliver Shanti que dedica a los estudiantes que fueron masacrados en la Plaza de Tiananmen durante las protestas de 1989, en las que pedían una mayor libertad y apertura del régimen comunista. 

Las imágenes del video no tienen gran valor, pero el fondo sonoro me resulta muy bonito y por eso lo comparto, pues es un himno a la libertad de las personas. 

¡Y para los 5 minutos diarios de relajación tan necesarios viene muy bien, como podréis comprobar!

¡Espero que os guste!
 
 

domingo, 6 de noviembre de 2011

El loro y la libertad

Se han escrito ríos de tinta sobre el tema de la libertad. Y con el atrevimiento que da la ignorancia me dispongo a dar mi opinión: ¡la libertad no existe!

Lo que llamamos usualmente libertad está muy condicionado por otros factores que la mueven: la curiosidad (elijo algo nuevo para mí), la costumbre (casi siempre hago lo mismo), el amor (sacrifico mi independencia por la gente que quiero), la vagancia (me cuesta cambiar de hábitos),... y un largo etcétera.

Quiero decir con esto que el 'acto libre' es difícilmente realizable pues siempre está movido por otras causas externas. Por ello pienso que, puestos a depender de algo, la mejor libertad es la que viene motivada por el Amor, que da dirección y sentido a todo lo que hacemos en la vida. Ya San Agustín dejó dicho que 'ama y haz lo que quieras'.
Por eso la verdadera libertad es tan difícil de ejercer y en muchos casos uno se acaba acostumbrando a lo más cómodo. Este es el tema central de la historia de esta semana, titulada El loro y la libertad.

Aunque también da pie para otras reflexiones. Por ejemplo: lo que uno piensa que es bueno para un amigo, ¿lo es realmente?, ¿es lo que le conviene? ¡Tema para pensar!

Y sin más, aquí está la historia:
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El loro y la libertad

Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía.

Cierto día el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira. Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. 

Se encontraban los dos hombres tomando té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:

- ¡Libertad, libertad, libertad!

No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: 

- ¡Libertad, libertad, libertad!

Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. 

Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro.

Un día después el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: 

"Libertad, libertad, libertad". 

Al invitado se le partía el corazón. ¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Así que, prestamente, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. 

Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla.

Y el loro seguía gritando: 

¡Libertad, libertad, libertad!