Todo ser humano es único e irrepetible. Por ello merece toda nuestra atención y cuidado.
Cuando obervamos los problemas sociales a nuestro alrededor nos viene frecuentemente la pregunta: ¿y yo qué puedo hacer para solucionarlos?
Es difícil dar un respuesta general que tenga incidencia real en el problema, pero lo que sí está claro es que siempre puedo ayudar a la persona que tengo al lado, porque es única e irrepetible.
Todo esto me ha sugerido la historia de esta semana, La estrella de mar, que espero os guste.
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Una persona iba caminando al atardecer por una playa desértica.
Mientras caminaba, divisó a otro hombre a lo lejos. Al acercarse, notó que el lugareño se agachaba constantemente, recogía algo y lo arrojaba al agua.
Una y otra vez lanzaba cosas al océano.
Cuando nuestro amigo se acercó más todavía, vió que el hombre recogía estrellas de mar que se habían clavado en la playa y de una en una las iba devolviendo al agua. Se sintió algo confundido, así que se acercó y le dijo:
-Buenas noches, amigo. Me pregunto qué está haciendo.
-Devuelvo estas estrellas de mar al océano. Ve, en este momento, la marea está baja y todas estas estrellas quedaron en la costa. Si no las echo nuevamente al mar, se mueren aquí por falta de oxígeno.
-Ya entiendo- respondió éste -pero ha de haber miles de estrellas de mar en esta playa. Es imposible agarrarlas a todas. Son demasiadas. Además, seguramente esto pasa en cientos de playas a lo largo de toda la costa. ¡¿No se da cuenta que su trabajo no cambia nada??!!
El lugareño sonrió, se agachó, levantó otra estrella de mar para arrojarla de nuevo al mar y respondió:
- ¡Para ésta, sí cambió algo!