¡Tranquilos! No, no me he pasado a la gastronomía aunque el título haga referencia a la sopa. Se trata de otra sopa bien distinta.
Acabo de leer un artículo sobre la vida familiar que me ha parecido perfectamente extrapolable a la vida escolar, al trabajo con niños y jóvenes, e incluso a la vida laboral, y creo que viene bien en estos inicios del curso.
Se trata de cuatro ideas sencillas pero fundamentales para la educación en valores. Sin ellas difícilmente podemos transmitir todas las cosas buenas que se llevan en el corazón, tarea básica y primordial de todo educador.
(Las fotos son del Monasterio de Piedra, bonito lugar cerca de mi tierra chica: Zaragoza)
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Más SOPA
Una de las cosas que he aprendido de mi padre es una sabia receta para condimentar con éxito la vida familiar. Esa receta se condensa en la fórmula «más SOPA».
La primera es la S de serenidad. Pase lo que pase, se rompa lo que se rompa, en casa nunca hay que ponerse nervioso. Cuando un hijo suspende o hace un desastre no se gana nada gritando, sino que todo se empeora todavía más.
En una situación crítica no hay que dejarse arrastrar por la tensión y tomar decisiones que luego se mostrarán desacertadas. Cuando uno se agobia y pierde la serenidad, hay que recuperar la paz por dentro y por fuera lo antes posible aunque sea dando una vuelta a la manzana. Lo que no podemos hacer es agobiar a los demás con nuestro mal humor o nuestro genio insoportable.
En una situación crítica no hay que dejarse arrastrar por la tensión y tomar decisiones que luego se mostrarán desacertadas. Cuando uno se agobia y pierde la serenidad, hay que recuperar la paz por dentro y por fuera lo antes posible aunque sea dando una vuelta a la manzana. Lo que no podemos hacer es agobiar a los demás con nuestro mal humor o nuestro genio insoportable.
La segunda es la O de orden: el orden material de la casa, en la cocina, en la sala de estar, ... Convendrá que haya una leonera para los niños, pero no puede ser toda la casa una leonera.
Sin llegar a convertirnos en unos maniáticos del orden —ni enfadarnos por esa causa— hemos de ayudarnos unos a otros a dejar las cosas en su sitio para que los demás puedan encontrarlas. ¡Ordenar no puede ser sólo tarea de la madre!
Sin llegar a convertirnos en unos maniáticos del orden —ni enfadarnos por esa causa— hemos de ayudarnos unos a otros a dejar las cosas en su sitio para que los demás puedan encontrarlas. ¡Ordenar no puede ser sólo tarea de la madre!
La tercera es la P de puntualidad, que a algunos tanto les cuesta. En una casa tiene que haber un horario que incluya el levantarse de la cama (incluido los domingos), la hora de comer y de cenar, las horas para llegar habitualmente a casa, para ver la televisión, para usar el baño, etc. No puede parecer un cuartel, pero hace falta un horario.
Será tarea de todos el empeñarse en llegar a tiempo a las cosas: eso es hacer familia, eso es demostrar con hechos el cariño.
Será tarea de todos el empeñarse en llegar a tiempo a las cosas: eso es hacer familia, eso es demostrar con hechos el cariño.
La cuarta es la A que corresponde a la alegría y que muchas veces es también el mejor fruto del cuidado de las otras tres. Si en una familia todos procuran estar serenos, hay un cierto orden y una relativa puntualidad, lo lógico es que, como se quieren, estén de ordinario alegres.
La alegría se traducirá en la sonrisa cariñosa habitual, en las risas a carcajadas a veces, en los besos, abrazos y caricias que expresan el afecto.
La alegría se traducirá en la sonrisa cariñosa habitual, en las risas a carcajadas a veces, en los besos, abrazos y caricias que expresan el afecto.