Durante unos días del mes de enero tuve la oportunidad de visitar Bogotá (Colombia) para ayudar en la misión de la parroquia de Nuestra Señora de las Aguas, llevada desde el año 2008 por los Misioneros Identes, y me ha parecido oportuno compartir las impresiones que la ciudad me causó, pues llama mucho la atención.
Lo primero que cautiva es la amabilidad de las personas. Seguramente los españoles tenemos tantas características comunes con los colombianos que hacen que uno no se sienta extraño y se encuentre allí como en cualquier ciudad de España.
Bogotá es una ciudad enorme, con más de 8 millones de habitantes. Y en dos semanas sólo da tiempo de visitar el centro y poco más.
En la zona comercial hay varios rascacielos, y están terminando este año el más alto de América latina, que tendrá 200 metros de altura.
Es una pena que la zona colonial ha quedado reducida a unas pocas manzanas, en el conocido Barrio de la Candelaria, pero da una idea de cómo era antiguamente.
Cuando se pasea por la ciudad es inevitable ver la presencia de indigentes tirados por las aceras a cualquier hora del día.
Es un problema grande con el que se enfrenta la ciudad desde hace muchos años y al que no se le ha encuentrado solución, a pesar de los programas de rehabilitación.
Suelen ser drogadictos y alcohólicos, y al hacerse de noche vagan como zombies buscando la dosis necesaria.
A esas horas es un poco peligroso aventurarse por ciertas zonas de la ciudad.
Donde más se notan los vestigios coloniales es en las iglesias de la zona central, a cual más bonita y espectacular. El trabajo de los retablos en madera está muy conseguido.
El barroquismo de las iglesias contrasta con el resto de la ciudad, en la que descatan los murales y los grafitis.
Cualquier pared sirve para mostrar las habilidades pictóricas de los artistas y está facilitado por el ayuntamiento, aunque también hay los típicos grafitis sin sentido estético.
El sistema de transporte público para una ciudad tan grande me ha llamado la atención pues no lo había visto en ningún otro lugar. ¡Hay que 'estudiarlo' para aventurarse a usarlo!
En lugar del típico metro sólo hay autobuses pero con vías dedicadas exlusivamente a ellos, incluyendo puentes y túneles.
La compañía que lo gestiona se llama Transmilenio y son muy llamativos los autobuses doblemente articulados, (los de Madrid por ejemplo sólo tienen una articulación) con una capacidad de 250 pasajeros, que en hora punta pueden ser aún más.
Paseando por las calles se puede encontrar prácticamente de todo.
Hay cantidad de puestos de venta en las aceras que te ofrecen cualquier cosa que puedas imaginar, y es curioso que están organizados como los antiguos gremios: hay calles especializadas para cada objeto.
Puedes visitar la calle de las zapaterías, de las herramientas, de los dentistas,..., de lo que quieras ¡y uno no se decide en qué tienda comprar lo que necesita!
Dentro de la oferta de museos de la ciudad destaca el Museo del Oro, donde se exponen las piezas de oro que utilizaban los jefes de las culturas precolombinas y que tanto impresionaron a los primeros españoles que llegaron estas tierras.
Hay más de 30.000 piezas de oro y numerosos objetos que dan idea de las costumbres y vida de los antiguos moradores.
Es impresionante la riqueza cultural y la variedad de etnias que poblaron Colombia, así como sus ritos ancestrales.
Y también impresiona la cantidad de policía y seguridad privada que hay sobre todo por el centro de la ciudad.
No puede faltar el saborear un buen café colombiano y una muestra de las plantas de las que se recoge el grano de café.
Forma parte también de la idiosincrasia propia: ¡hasta se dan clases de cómo preparar el mejor café del mundo!
Cerca de la capital se encuentra una maravilla que sorprende a todo el mundo: la Catedral de Sal, en la ciudad de Zipaquirá.
En una antigua mina de sal, aprovechando una zona sin uso los mineros de la época contruyeron una capilla dedicada a su patrona, la Virgen del Rosario.
Y posteriormente, gracias a la facilidad para trabajar el tipo de roca y las zonas ya explotadas de la mina, se construyó un Via Crucis y varias capillas que constituyen un singular monumento que merece la pena visitar.
Y los pocos días que visité Bogotá no dieron tiempo para más. Ayudando en la parroquia se pasó el tiempo volando y llegó el momento de regresar a las ocupaciones habituales. ¡Espero que este sencillo resumen os haya gustado!
(Si se quieren ver más fotos, están en este enlace)
La Historia de la Semana
Parroquia de Nuestra Señora de las Aguas |
Lo primero que cautiva es la amabilidad de las personas. Seguramente los españoles tenemos tantas características comunes con los colombianos que hacen que uno no se sienta extraño y se encuentre allí como en cualquier ciudad de España.
Edificio más alto |
Catedral de Bogotá |
En la zona comercial hay varios rascacielos, y están terminando este año el más alto de América latina, que tendrá 200 metros de altura.
Casa colonial |
Casa colonial |
Indigentes |
Cuando se pasea por la ciudad es inevitable ver la presencia de indigentes tirados por las aceras a cualquier hora del día.
Es un problema grande con el que se enfrenta la ciudad desde hace muchos años y al que no se le ha encuentrado solución, a pesar de los programas de rehabilitación.
Vista de la ciudad |
Vista panorámica |
A esas horas es un poco peligroso aventurarse por ciertas zonas de la ciudad.
Iglesia de Santa Clara |
Donde más se notan los vestigios coloniales es en las iglesias de la zona central, a cual más bonita y espectacular. El trabajo de los retablos en madera está muy conseguido.
Iglesias de Bogotá |
Ntra. Sra. de las Aguas |
Santa Clara |
El barroquismo de las iglesias contrasta con el resto de la ciudad, en la que descatan los murales y los grafitis.
Cualquier pared sirve para mostrar las habilidades pictóricas de los artistas y está facilitado por el ayuntamiento, aunque también hay los típicos grafitis sin sentido estético.
Murales y grafitis |
El sistema de transporte público para una ciudad tan grande me ha llamado la atención pues no lo había visto en ningún otro lugar. ¡Hay que 'estudiarlo' para aventurarse a usarlo!
En lugar del típico metro sólo hay autobuses pero con vías dedicadas exlusivamente a ellos, incluyendo puentes y túneles.
La compañía que lo gestiona se llama Transmilenio y son muy llamativos los autobuses doblemente articulados, (los de Madrid por ejemplo sólo tienen una articulación) con una capacidad de 250 pasajeros, que en hora punta pueden ser aún más.
Mercados en la calle |
Hay cantidad de puestos de venta en las aceras que te ofrecen cualquier cosa que puedas imaginar, y es curioso que están organizados como los antiguos gremios: hay calles especializadas para cada objeto.
Puedes visitar la calle de las zapaterías, de las herramientas, de los dentistas,..., de lo que quieras ¡y uno no se decide en qué tienda comprar lo que necesita!
Vestidura ceremonial |
Seguridad |
Hay más de 30.000 piezas de oro y numerosos objetos que dan idea de las costumbres y vida de los antiguos moradores.
Es impresionante la riqueza cultural y la variedad de etnias que poblaron Colombia, así como sus ritos ancestrales.
Y también impresiona la cantidad de policía y seguridad privada que hay sobre todo por el centro de la ciudad.
Recolectando café |
Al rico tintico |
Forma parte también de la idiosincrasia propia: ¡hasta se dan clases de cómo preparar el mejor café del mundo!
Cerca de la capital se encuentra una maravilla que sorprende a todo el mundo: la Catedral de Sal, en la ciudad de Zipaquirá.
Catedral de Sal |
Grupo de jóvenes |
Capilla Catedral de Sal |
Y los pocos días que visité Bogotá no dieron tiempo para más. Ayudando en la parroquia se pasó el tiempo volando y llegó el momento de regresar a las ocupaciones habituales. ¡Espero que este sencillo resumen os haya gustado!
(Si se quieren ver más fotos, están en este enlace)
Parroquia de Nuestra Señora de las Aguas |
La Historia de la Semana