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domingo, 14 de mayo de 2017

El lápiz

Comparto esta semana un cuento de Paulo Coelho titulado El lápiz, extraído de su libro Ser como el río que fluye, editado en el año 2007.

En este cuento me recuerda la importancia de ser conscientes de nuestra propia realidad, de saber distinguir lo realmente importante de lo circunstancial.


Muchas veces estamos tan metidos en nosotros mismos que no nos damos cuenta de las cosas que nos rodean y perdemos la necesaria sensibilidad  para apreciar las situaciones en su justo valor.

Por ejemplo, que, al igual que en un lápiz lo más importante no son los adornos ni la forma sino el grafito que lleva dentro, en las personas lo que marca la diferencia son los valores y virtudes interiores, que inciden en el mejor desarrollo y madurez personal.

Y sin más, aquí va el cuento de esta semana.
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El lápiz

El niño miraba a la abuela escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:


-Abuela, ¿estás escribiendo una historia que nos sucedió a nosotros? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?

La abuela dejó de escribir, sonrió y le comentó al nieto:

-Estoy escribiendo sobre ti, es verdad. Ahora bien, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueras como él, cuando crezcas.

El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada especial. 


 -¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!

-Todo depende de cómo mires las cosas. Hay cinco cualidades en él que, si consigues conservarlas, te harán siempre una persona en paz con el mundo.

PRIMERA CUALIDAD. Puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una mano que guía tus pasos. A esa mano la llamamos Dios y Él debe conducirte siempre en la dirección de su voluntad.


SEGUNDA CUALIDAD. De vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Con eso, el lápiz sufre un poco, pero al final está más afilado. Por tanto, has de saber soportar algunos dolores, porque te harán ser una persona mejor.

TERCERA CUALIDAD. El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar los errores. Debes entender que corregir una cosa que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para man­tenernos en el camino de la justicia.

  
CUARTA CUALIDAD. Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que lleva dentro. Por tanto, cuida siempre lo que ocurre dentro de ti.

 

Y la QUINTA CUALIDAD del lápiz: Siempre deja una marca. Del mismo modo, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará huellas, y por lo tanto procura ser cons­ciente de todas tus acciones.


La Historia de la Semana

domingo, 7 de mayo de 2017

Toma una sonrisa

Todos soñamos con hacer grandes cosas y ser protagonistas de buenas historias. Y no está mal el pensarlo.

Pero normalmente están fuera del alcance de nuestras posibilidades. Mientras que hay cantidad de cosas sencillas y pequeñas al alcance de la mano que nos pasan desapercibidas.


Esta es la idea que comparto en la historia de esta semana a través de un texto de Mahatma Gandhi que nos recuerda que una sonrisa, un rayo de sol,... siendo cosas sencillas pueden hacer un gran bien a los demás.

Se titula Toma una sonrisa, y recuerda otra entrada del blog de hace tiempo que llevaba por título 24 pequeñas maneras de amar

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Toma una sonrisa

Toma una sonrisa, regálala a quien nunca la ha tenido.

Toma un rayo de sol, hazlo volar allá en donde reina la noche. 


Descubre una fuente, haz bañar a quien vive en el barro. 

Toma una lágrima, ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.

Toma la valentía, ponla en el ánimo de quien no sabe luchar.

Descubre la vida, nárrala a quien no sabe entenderla.

Toma la esperanza, y vive en su luz.

Toma la bondad, y dónala a quien no sabe donar.


Descubre el amor, y hazlo conocer al mundo.



La Historia de la Semana

viernes, 17 de marzo de 2017

El anillo del Rey


A lo largo de la vida siempre hay momentos buenos y momentos malos, momentos felices y momentos tristes, que no dependen de uno mismo sino de las circunstancias que le rodean.

El cuento que comparto esta semana, titulado El anillo del Rey, nos recuerda un hecho importante: siempre hay que tener confianza en uno mismo y no creerse más cuando las cosas salen bien ni menos cuando salen mal.



Y para que no se olvide lo hace con una frase que es un recordatorio bien sencillo: esto también pasará.  Efectivamente todo va pasando y lo importante es actuar en conciencia para poder afrontar las vicisitudes que nos suceden.

En definitiva, saber vivir con sencillez para poder afrontar los retos de la vida diaria en paz y armonía.
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El anillo del Rey

Una vez un rey citó a todos los sabios de la corte y les informó:

- He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo.

Todos aquellos que escucharon los deseos del rey eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.

El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:

- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.

- ¿Como lo sabes?, -preguntó el rey.

- Durante mi larga vida en palacio me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje.

En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.

- Pero no lo leas, -dijo. Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación.

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y su reino se vio amenazado. El rey estaba huyendo a caballo para salvar su vida mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. En un momento llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.

Caer por él sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.

Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento...

Simplemente decía ESTO TAMBIEN PASARÁ.

En ese momento fue consciente de que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

Ese día en que estaba victorioso, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:

- Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo.

- ¿Qué quieres decir?, -preguntó el rey. Ahora estoy viviendo una situación de euforia, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo.

- Escucha, -dijo el anciano. Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje... ESTO TAMBIEN PASARÁ.

Y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:

- Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de nuestra vida.

La Historia de la Semana

viernes, 18 de marzo de 2016

The Present

Hay video clips sencillos pero que impactan cuando uno los ve, como el que comparto esta semana.

Se trata de un cortometraje alemán que ha ganado muchos premios en festivales de todo el mundo y que lleva por título The Present, El regalo.


El protagonista es un chico especial al que no le gusta salir a la calle y se entretiene con los videojuegos, hasta que un regalo inesperado altera su rutina, haciéndole salir de sí mismo y experimentar el éxtasis que comporta.

Hace pensar en las cosas sencillas de cada día, la aceptación de las propias limitaciones y la importancia de educar el éxtasis de las personas.

Su autor es Jacob Frey y es el trabajo que presentó para obtener su título en la escuela de animación.¡Espero que os guste!




La Historia de la Semana
Seguir leyendo: http://tv.libertaddigital.com/videos/2016-02-22/the-present-el-corto-con-mas-de-50-premios-6055218.html

domingo, 6 de diciembre de 2015

El plato de oro

Muchas personas centran su interés en las cosas materiales y no acaban de apreciar el valor de lo inmaterial.

La historia de esta semana es un cuento budista sobre la sencillez de la vida  y cómo el bien se impone al mal, aunque a veces no sea apreciable a primera vista.


Cuando se alcanza la paz interior, tan buscada por todos, uno es capaz de renunciar hasta de los platos de oro y regalarlos con total desprendimiento. 

La paz interior es un bien mucho más valioso que el oro, y se manifiesta en la sencillez y el bien que se hace cuando se vive.

A continuación El plato de oro, que espero os guste.

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El plato de oro

El gran monje budista solía andar cubierto únicamente con un taparrabos. Vivía siempre de forma austera y muy pobre. Aunque parezca absurdo, llevaba siempre consigo un pequeño plato de oro que le había regalado el rey, el cual había sido su discípulo. 



Lo llevaba como recuerdo, pero su corazón no era esclavo de aquel pedazo de oro.
 
Una noche, estaba a punto de acostarse para dormir entre las ruinas de un antiguo monasterio cuando observó la presencia de un ladrón escondido detrás de una de las columnas. 

-Ven aquí y toma esto -dijo el monje budista mientras le ofrecía el plato de oro-. Así no me molestarás un vez que me haya dormido y podré gozar de este rato de paz que es el descanso.

El ladrón agarró con ansia el plato y salió zumbando. Pero a la mañana siguiente regresó con el plato… y con una petición: 


-Cuando anoche te desprendiste con tanta facilidad de este plato pensé que me hacías inmensamente rico y feliz. Ahora quiero que me enseñes esa riqueza interior que te hace tan desprendido y otorga tanta paz.


La Historia de la Semana

domingo, 29 de noviembre de 2015

Dientes de león

Lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible. Seguro que más de una vez hemos escuchado este frase en tono de humor para referirse a algo que no tiene solución.

Es cierto que hay situaciones y cosas que por muchas vueltas que uno les dé, no se encuentra manera de hallar una solución.


Estoy pensando sobre todo en esas personas, amigos, seres queridos,...,  que nos gustaría que cambiaran de actitud pero nunca lo hacen a pesar de que se les diga.

La historia de esta semana, Dientes de león (esa flor que al soplar se deshace y ningún jardinero quiere en su jardín), aporta una idea muy sugerente para afrontar estos casos con sencillez: ¡siempre podremos amarlas como son y tratarlas como nos gustaría que fueran!

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Dientes de león

Un hombre que se sentía muy orgulloso del césped de su jardín, se encontró un buen día con que crecía una gran cantidad de “dientes de león”, esas flores que cuando soplas pides un deseo.



Y, aunque trató por todos los medios librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga. Habían invadido todo su estupendo jardín.

 

Al fin escribió al Ministro de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho y concluía la carta preguntando: 

-¿Qué puedo hacer?

Al poco tiempo le llegó la respuesta:

- Le sugerimos que aprenda a amarlos.



La Historia de la Semana

sábado, 7 de noviembre de 2015

Pequeñas cosas...

Cada vez son más los partidarios del aforismo Think globally, act locally, aforismo que surgió en los años 80 para sensibilizar en las cuestiones del medioambiente.

Su traducción es Piensa globalmente, pero actúa localmente. Y ya se utiliza en muchos contextos además del ecologista.

El texto que comparto esta semana, titulado Pequeñas cosas..., es un aplicación de esta idea a la vida cotidiana.

Generalmente todos queremos que no haya violencia, que haya más justicia,.. y a veces nos olvidamos que estas características hay que empezar a vivirlas en el propio entorno de cada uno.

Por eso este texto nos propone 25 pequeñas cosas muy locales y sencillas, pero que inciden muy positivamente en la globalidad de nuestro entorno y la sociedad en que vivimos. Y creo que nos pueden resultar muy útiles a todos. Especialmente a los que nos dedicamos al mundo del voluntariado.

Ya apareció un texto similar hace tiempo, titulado 24 'pequeñas' maneras de amar, que también nos recuerda que para llegar a lo grande hay que pasar por lo pequeño. ¡Espero que os guste y os sea útil! 

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Pequeñas cosas de cada día 


1.- Ponerme en el lugar del prójimo.

2.- Saber los gustos ajenos.

3.- Pensar en los otros.

4.- Por principio, pensar bien.

5.- Desear bien a todos.

6.- No despreciar a nadie.

7.- Tener la manía de hacer el bien.

8.- Aprobar lo bueno de los otros

9.- Controlar la envidia.

10.- Animar.

11.- Pedir consejo.

12.- Aprender a ser agradecido.

13.- Saber perdonar a otros.

14.- Pedir perdón.

15.- Dominar el mal humor.

16.- Dar algún abrazo.

17.- Hacer favores a otros.

18.- De primera decir sí.

19.- Saber decir no.

20.- Colaborar con otros.

21.- Saber escuchar a los demás.

22.- Siempre de buen humor.

23.- Dejarse querer.

24.- No hablar mal de las personas.

25.- Disfrutar de las pequeñas cosas de cada día.
 



La Historia de la Semana

sábado, 11 de octubre de 2014

El turista y el sabio

Una tendencia natural en muchas personas es el acaparamiento: ir guardando objetos, ropa, cosas,... simplemente por no saber desprenderse de ellos.

La experiencia y la madurez nos van indicando que aunque el guardar no es malo en sí mismo, hay que aprender a seleccionar lo que se conserva para el futuro.

La historia de esta semana recuerda precisamente que los objetos físicos no tienen tanta importancia en comparación con los valores inmateriales, que el desprendimiento de las cosas nos sitúa en una posición para ver las situaciones de la vida de forma más objetiva.

Y en definitiva que la sencillez es mucho mejor que la opulencia, revelando una sabiduría poco común hoy día, donde se valora más el tener que la generosidad. O como dice la conocida frase No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.

Lleva por título El turista y el sabio, y viene a continuación. 

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​El turista y el sabio

Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio.
 
El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

- ¿Dónde están sus muebles? -preguntó el turista. 


Y el sabio, rápidamente, también preguntó:

- ¿Y dónde están los suyos…?

- ¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!  


- Yo también… -concluyó el sabio. La vida en la tierra es solamente temporal… sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices.



La Historia de la Semana

domingo, 18 de noviembre de 2012

La princesita y su amiga pobre

Un lugar común en el arte y la literatura a través de los tiempos es el aprecio y la búsqueda de la belleza.

Pero ¿de qué belleza hablamos?, ¿dónde está la auténtica belleza?, ¿cuál es la belleza que importa de verdad?

En estos tiempos que vivimos suele predominar lo superficial sobre lo profundo, lo externo sobre lo interior; y resulta difícil reconocer la verdadera belleza.

La historia de esta semana, La princesita y su amiga pobre, es un cuento al estilo clásico, que nos recuerda algo que decimos frecuentemente pero a veces nos cuesta creer: la belleza que de verdad importa es la que se ve con los ojos del corazón. Lo que constituye una gran verdad.

Y sólo buscando esa belleza interior se encuentra la verdadera y auténtica felicidad a la que aspiran todas las personas. ¡Espero que os guste! 

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La princesita y su amiga pobre

Erase una vez una princesita de ojos grandes y claros, tez blanca, mejillas como de porcelana y rosadas, rostro redondo y larga cabellera rubia que vivía en un precioso, grande, lujoso y acogedor castillo con unos reyes muy ricos que eran sus padres.

Justo al lado del castillo había una casa de piedra muy sencilla y pequeña, sin ningún lujo, donde vivía una niña de la misma edad que la princesa con la diferencia que ella era pobre como sus padres y su parecer no era tan hermoso. Su tez era morena como el té. Tenía el pelo negro pero enmarañado y rizado, y su aspecto era más andrajoso que elegante. 

Sin embargo la pequeña princesita, aún teniendo de todo, no era feliz; parecía estar enojada todo el tiempo y su irritabilidad se reflejaba en su rostro hermoso. A pesar de ser tan hermosa parecía que el pueblo no reparaba en su belleza. En cambio la niña de la casa de piedra tenía una enorme sonrisa dibujada en su cara y el pueblo sí parecía ser atraído por esta muchachita de ojos saltones y alegres. Allá por donde pasaba dejaba su huella en el corazoncito de la gente con su simpatía y su magnética personalidad. No había en el pueblo nadie que no la conociera por su cercanía y
todos la apreciaban. 

Un día esta niña se acercó movida por la curiosidad al castillo y allí conoció a la princesa. La niña saludó a la princesita y ésta reaccionó con la antipatía que la caracterizaba y la echó de su castillo. Lejos de ponerse triste, su pequeña vecinita le pidió disculpas alegremente y se fue de allí feliz como era habitual en ella.

Al día siguiente la princesita estaba aburrida en la torre de su habitación asomada a la ventana. Su ventana casualmente daba al patio de la pobre pero feliz muchacha. Mientras que ella lo tenía todo y su vecinita nada, era mucho más feliz corriendo detrás de los pollos con sus trapos andrajosos. 


De repente algo se inquietó dentro del corazón de la princesa cuando vio aquella escena y recordando las palabras amables del día anterior de la muchacha y el respeto frente a su actitud de rechazo, dejando a un lado el orgullo, decidió reconocer su error y movida por el arrepentimiento tomó el valor necesario para presentarse en casa de sus vecinos y pedirle disculpas a la muchacha alegre.

La muchacha lejos de enfadarse la recibió con una amplia sonrisa y aceptó sus disculpas. Desde aquel día fueron inseparables y compartieron juegos y amistad. Todos los días la princesita iba a buscar a su amiguita a la casa de piedra y viceversa y desde entonces todo el pueblo amó a la princesa y adoraban a las dos niñas.

Pero los años pasaron y las dos niñitas tuvieron que tomar sus respectivos caminos en la vida y dejaron de verse. La princesita creció y se convirtió en una hermosa joven que atraía todas las miradas de los muchachos. Los príncipes iban y venían a pedirla en matrimonio; éstos a su vez le ofrecían riquezas y regalos prometiéndole toda clase de presentes materiales pero ella no se interesó en ninguno.
Prefirió seguir los consejos que le dejó su amiga de la infancia y no fijarse en lo externo de los hombres sino en lo apuesto del corazón de aquel que iba a merecer su amor.


Pasados unos años un tímido y apuesto príncipe se armó de valor para ir a visitarla al castillo y pedir la mano de la joven, quien se fijó en la hermosura de su corazón y apreció algo diferente. Y se hicieron grandes amigos. El príncipe tenía un corazón magnánimo y la princesa se enamoró profundamente.

Después de dos años de noviazgo decidieron casarse, pero en lugar de vivir en el castillo de sus padres, regalaron a los más pobres del pueblo todas las riquezas que tenían y los regalos de su boda. Ellos decían que el mejor regalo que tenían era la felicidad y que también querían compartirlo con los demás.

Por eso el príncipe y la princesa vivieron humildemente y se fueron a residir a una casa de campo de una aldea cercana, dejando todas las comodidades de sus vidas pasadas y recorriendo el mundo entero juntos ayudando a los más necesitados.

Los años pasaron, y el príncipe y la princesa envejecieron como todo el mundo. Pero no les importó el paso del tiempo porque se dieron cuenta de que la mejor riqueza y la mayor hermosura las tenían en el interior de su corazón.


La Historia de la Semana