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Cada semana una breve historia y un relato que
nos ayude en la educación en valores
y en la madurez personal
viernes, 29 de octubre de 2010
Diccionario de la vida
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viernes, 15 de octubre de 2010
Decálogo de la serenidad
En los tiempos que corren es difícil comprometerse formalmente con algo, y más si es para toda una vida. Pero no nos cuesta tanto cuando son pequeñas cosas que podemos asumir de manera más fácil.
Viene esto a cuento de la historia de esta semana que acabo de releer y comparto con todos. Es un texto famoso del Papa Juan XXIII que circula por la red y seguramente ya lo conoceréis, pero me ha parecido oportuno reenviarlo.
A mí me recuerda la importancia de vivir cada instante poniendo todo mi corazón en lo que hago, y así, paso a paso, ir construyendo la propia vida.
Aquí os dejo con este Decálogo de la Serenidad.
¡Que lo disfrutéis!
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Decálogo de la Serenidad
1.- Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
2.- Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, seré cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo.
3.- Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en éste.
4.- Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adapten a mis deseos.
5.- Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6.- Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7.- Sólo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8.- Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabamente, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9.- Sólo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
10.- Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad.
Juan XXIII
viernes, 30 de abril de 2010
Vivir como las flores
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domingo, 11 de octubre de 2009
El maestro y los listos
La historia de esta semana recrea de una forma simpática esta situación, y me ha recordado la importancia de saber estar siempre por encima de las circunstancias, de manera que no nos dejemos llevar por ellas y acabemos donde no nos gustaría ir. Como decían los santos padres: cada uno es dueño de su destino, aún en medio de las mayores adversidades. ¡Espero que os guste!
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El maestro y los listos
Había en un pueblo de la India un hombre de gran santidad. A los aldeanos les parecía una persona notable a la vez que extravagante. El caso es que le pidieron que les predicase. El hombre, que siempre estaba en disponibilidad para los demás, no dudó en aceptar.
El día señalado para la prédica, no obstante, tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era sincera y de que debían recibir una lección. Llegó el momento de la charla y todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en reirse y pasar un buen rato a su costa. El maestro se presentó ante ellos. Tras una breve pausa de silencio, preguntó:
--Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros?
--No -contestaron.
--En ese caso -dijo-, no voy a decirles nada. Son tan ignorantes que de nada podría hablarles que mereciera la pena. En tanto no sepan de qué voy a hablarles, no les dirigiré la palabra.
Los asistentes, desorientados, se fueron a sus casas. Se reunieron al día siguiente y decidieron reclamar nuevamente las palabras del santo.
El hombre no dudó en acudir hasta ellos y les preguntó:
--¿Sabéis de qué voy a hablaros?
--Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos.
--Siendo así -dijo el santo-, no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis. Que paséis una buena noche, amigos.
Los aldeanos se sintieron burlados y experimentaron mucha indignación.
No se dieron por vencidos, desde luego, y convocaron de nuevo al hombre santo. El santo miró a los asistentes en silencio y calma. Después, preguntó:
--¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros?
No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos ya habían convenido la respuesta:
--Algunos lo sabemos y otros no.
Y el hombre santo dijo:
--En tal caso, que los que saben transmitan su conocimiento a los que no saben.
Y dicho esto, el hombre santo se marchó de nuevo al bosque.
domingo, 26 de julio de 2009
La mariposa azul
Mientras tanto, yo estaré de 'relax' participando en los campamentos de Quintanabaldo y en el campo de trabajo (http://www.juventudidente.
La historia de esta semana se titula 'La mariposa azul' y viene a recordar algo que a mí me parece importante: nuestra vida está en nuestras manos. Nos toca gobernar la nave y dirigirla hacia donde nos va indicando nuestro corazón, sin dejarse llevar por otras circunstancias. ¡Espero que os guste!
Con mis mejores deseos para estos días de asueto, me despido con un abrazo muy fuerte. Muchas gracias a tod@s por vuesta paciencia y amistad. ¡Y seguiremos en septiembre si Dios quiere!!
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La mariposa azul
Había un señor viudo que vivía con sus dos hijas, que eran muy curiosas e inteligentes. Las niñas siempre hacían muchas preguntas. A algunas de ellas él sabía responder, a otras no.
Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina.
El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin ni siquiera dudar. Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no supiera responder.
Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.
"¿Qué vas a hacer?" –preguntó la hermana.
"Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta"
"Si él dijese que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré. Y así, cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!"
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando.
- "Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?"
Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió:
"Depende de ti... Ella está en tus manos."
miércoles, 22 de julio de 2009
El reflejo de la vida
Muchas veces me he hecho la pregunta de cómo es posible que ante la misma situación externa cada uno reaccionemos de manera diferente. Hay quien se enfada, quien sonríe, quien pasa olímpicamente o se preocupa como si fuera vital,... De esto trata la historia de este semana, que lleva por título El reflejo de la vida, aplicado a la amistad.
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El reflejo de la vida
Había una vez un anciano que pasaba los días pescando, sentado junto al río, a la entrada de un pueblo. Un día pasó por allí un joven, se acercó y le dijo:
- Disculpe señor, soy nuevo aquí, nunca antes había venido por estos lugares. ¿Cómo es la gente de esta ciudad?
El anciano le respondió con otra pregunta:
-¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
-Egoístas y malvados, por eso estoy contento de haberme marchado de allí.
- Pues precisamente así son los habitantes de esta ciudad -le respondió el anciano.
Un poco después pasó otro joven, se acercó al anciano y le expuso la misma cuestión:
-Perdone, justamente acabo de mudarme y es la primera vez que voy a entrar en esta ciudad, ¿podría decirme cómo son sus habitantes?
El anciano le respondió de nuevo con la misma pregunta:
-¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
-Eran buenos y generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.
-Pues también los habitantes de esta ciudad son así -respondió el anciano.
Un hombre que había llevado a sus animales a beber agua al río y que había escuchado ambas conversaciones, en cuanto el segundo joven se alejó le preguntó al anciano:
-¿Cómo puede dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta realizada por dos personas?
-Mira -respondió el anciano-, es muy sencillo. Cada persona lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, también aquí encontrará amigos fieles y leales.
La Historia de la Semana
viernes, 19 de junio de 2009
Saber vivir la vida
En la historia de esta semana la protagonista es una mujer que realmente sabe vivir con plenitud todo instante por pobre que nos parezca. Espero que os guste.
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SABER VIVIR LA VIDA
Una mujer muy sabia se despertó una mañana, se miró al espejo, y notó que tenía solamente tres cabellos en su cabeza.
'Hmmm', pensó, 'Creo que hoy me voy a hacer una trenza'.
Así lo hizo y paso un día maravilloso.
El siguiente día se despertó, se miró al espejo y vio que tenía solamente dos cabellos en su cabeza.
'Hmmm', dijo, 'Creo que hoy me peinaré con la raya en medio'
Así lo hizo y paso un día grandioso.
El siguiente día cuando despertó, se miró al espejo y notó que solamente le quedaba un cabello en su cabeza.
'Bueno', se dijo, 'ahora me voy a hacer una cola de caballo.'
Así lo hizo, y tuvo un día muy, muy divertido.
A la mañana siguiente cuando despertó, corrió al espejo y enseguida notó que no le quedaba un solo cabello en la cabeza.
'¡Qué bien!', exclamó, '¡Hoy no voy a tener que peinarme!'
Y recordó algo que había oído hace tiempo: que la vida no es esperar a que la tormenta pase ... , sino aprender a bailar bajo la lluvia.
sábado, 2 de mayo de 2009
La noche y el día
De esto trata esta historia de la semana, para que aprendamos a ver las cosas un poquito mejor.
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La noche y el día
Un día el Maestro preguntó a sus alumnos:
- ¿Cómo podemos saber cuándo acaba la noche y empieza el día?
- El día empieza cuando, al ver una animal desde lejos, distingo si es un cordero o un perro, dijo uno.
- No, contestó el Maestro.
- Entonces cuando, al ver un árbol, distingo si es un cerezo o una higuera, dijo otro.
- Tampoco.
- Pues entonces cuando distingo si un hombre es blanco o es negro, añadió un tercero.
- Tampoco es correcto, corrigió el Maestro.
Entonces fueron los alumnos los que, intrigados, le preguntaron cómo podría saberse.
- La diferencia entre el día y la noche -respondió- se da cuando, al mirar a una persona, sea quien sea, ves en ella a un hermano. Si no la ves como hermano, sea la hora que sea, es que tu corazón está en la noche.
viernes, 27 de marzo de 2009
El perro y la liebre
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El perro y la liebre
Se cuenta que el legislador Licurgo fue invitado a dar una conferencia sobre educación. Aceptó la invitación, pero pidió un plazo de seis meses para prepararse.
El hecho causó extrañeza, pues todos sabían que él tenía capacidad y condiciones para hablar en cualquier momento sobre el tema. Y por eso mismo lo habían invitado.
Transcurridos los seis meses, Licurgo compareció ante la Asamblea, que estaba expectante. Se ubicó en la tribuna, y enseguida entraron unos criados portando cuatro jaulas. En cada una había un animal; en total eran dos liebres y dos perros.
A una señal preestablecida, uno de los criados abrió la puerta de una de las jaulas y una pequeña liebre blanca salió corriendo, espantada.
Luego, el otro criado abrió una jaula donde había un perro, y éste salió en desesperada carrera a la captura de la liebre. La alcanzó con destreza, destrozándola rápidamente.
La escena fue dantesca y golpeó a todos. Una gran conmoción recorrió la Asamblea y los corazones de todos parecían saltar del pecho. Nadie conseguía entender lo que Licurgo deseaba con tal agresión.
Licurgo no dijo nada. Volvió a repetir la señal establecida, y la otra liebre fue liberada de su jaula. Enseguida, se liberó al otro perro.
El público apenas contenía la respiración. Algunos, más sensibles, llevaron las manos a los ojos para no ver la repetición de la muerte bárbara del indefenso animalito que corría y saltaba.
En el primer instante, el perro embistió contra la liebre. Sin embargo, en vez de destrozarla, la tocó con la pata y la revolcó. Luego se irguió y se pusieron a jugar.
Para sorpresa de todos, ambos animales mostraron tranquila convivencia, saltando de un lado para el otro.
Entonces, y solamente entonces, Licurgo habló:
- Señores, acabáis de asistir a una demostración de lo que puede la educación. Ambas liebres son hijas de la misma matriz. Fueron alimentadas igualmente y recibieron los mismos cuidados. Así, igualmente, los perros. La diferencia entre ellos reside, solamente, en la educación.
Y prosiguió vivamente su discurso, exponiendo las excelencias del proceso educativo:
- La educación, basada en una concepción exacta de la vida, transformaría la cara del mundo. Debemos educar a nuestros hijos, esclarecer su inteligencia pero, ante todo, debemos hablar a su corazón, enseñándole a despojarse de sus imperfecciones, porque la sabiduría por excelencia consiste en volvernos mejores.
viernes, 23 de enero de 2009
La Sabiduría
¿Dónde radica la auténtica sabiduría? ¿Se aprende en la universidad o en la experiencia? ¿Cómo vivenciar lo cotidiano? Aquí os va. Espero que os guste tanto como a mí.
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LA SABIDURÍA
Erase una vez un anciano muy sabio. Tan sabio era que todos decían que en su cara se podía ver la sabiduría. Un buen día ese hombre sabio decidió hacer un viaje en barco, y en ese mismo viaje iba un joven estudiante. El joven estudiante era arrogante y entró en el barco dándose aires de importancia, mientras que el anciano sabio se limitó a sentarse en la proa de barco a contemplar el paisaje y ver cómo los marineros trabajaban.
Al poco el estudiante tuvo noticia de que en el barco se encontraba un hombre sabio y fue a sentarse junto a él. El anciano sabio permanecía en silencio, así que el joven estudiante decidió sacar conversación:
- ¿Ha viajado mucho usted?
A lo que el anciano respondió: - Sí .
- ¿Y ha estado usted en Damasco?
Y al instante el anciano le habló de las estrellas que se ven desde la ciudad, de los atardeceres, de las gentes y sus costumbres. Le describió los olores y ruidos del zoco y le habló de las hermosas mezquitas de la ciudad.
- Todo eso está muy bien. - dijo el estudiante - Pero... habrá estado usted estudiando en la Escuela de Astronomía.
El anciano se quedó pensativo y como si aquello no tuviese importancia le dijo: - No.
El estudiante se llevó las manos a la cabeza sin poder creer lo que estaba oyendo: - ¡Pero entonces ha perdido media vida!
Al poco rato el estudiante le volvió a preguntar: - ¿Ha estado usted en Alejandría?
Y acto seguido el anciano le empezó a hablar de la belleza de la ciudad, de su puerto y su faro. Del ambiente abarrotado de sus calles. De sus tradiciones y de otras tantas cosas.
- Sí, ya veo que ha estado usted en Alejandría -repuso el estudiante-. Pero, ¿estudió usted en la Biblioteca de Alejandría?
Una vez más el anciano se encogió de hombros y dijo: - Pues no.
De nuevo el estudiante se llevó las manos a la cabeza y dijo: - Pero cómo es posible, ¡Ha perdido usted media vida!
Al rato el anciano vio que en la otra punta del barco comenzaba a entrar agua entre las tablas. Entonces el anciano preguntó:
- Tú has estudiado en muchos sitios, ¿verdad?
Y el estudiante, orgulloso, enhebró una retahíla de escuelas, bibliotecas y lugares de sabiduría que parecía no tener fin. Cuando por fin terminó, el viejo le preguntó: -¿Y en alguno de esos lugares has aprendido natación?
El estudiante repasó las decenas de asignaturas que había cursado en los diferentes lugares, pero en ninguna de ellas estaba incluida la natación. - No. - respondió.
Entonces el anciano, arremangándose y saltando por encima de la borda, le dijo antes de tirarse al agua:
- ¡Pues has perdido la vida entera!
sábado, 18 de octubre de 2008
Llámale...
Para pensar un poco y situar las cosas en su justo sitio.
Abrazos y feliz finde,
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LLAMALE...
A eso de caer y volver a levantarte,
de fracasar y volver a comenzar,
de seguir un camino y tener que torcerlo,
de encontrar el dolor y tener que afrontarlo,
a eso, no le llames adversidad,
llámale SABIDURIA.
A eso de sentir la mano de Dios y saberte impotente,
de fijarte una meta y tener que seguir otra,
de huir de una prueba y tener que encararla,
de planear un vuelo y tener que recortarlo,
de aspirar y no poder,
de querer y no saber,
de avanzar y no llegar,
a eso, no le llames castigo,
llámale ENSEÑANZA.
A eso, de pasar días juntos radiantes,
días felices y días tristes,
días de soledad y días de compañía,
a eso, no le llames rutina,
llámale EXPERIENCIA.
A eso de que tus ojos miren y tus oídos oigan,
y tu cerebro funcione y tus manos trabajen,
y tu alma irradie y tu sensibilidad sienta,
y tu corazón ame,
a eso, no le llames poder humano,
llámale MILAGRO.