¿Has hecho voluntariado alguna vez? Si la respuesta es afirmativa, estoy seguro que ha sido una experiencia enormemente positiva.
He tenido la suerte de poder participar en varios proyectos y reconozco que han sido muy valiosos para mi vida personal. Cuando tienes que ayudar a otros en situación más desfavorecida que la tuya, te das cuenta de todo lo que puedes aportar; y cuando lo haces, vas creciendo interiormente y algo dentro de ti cambia para bien.
El video que comparto esta semana Volunteer your Time (algo así como Sé voluntario en tu tiempo) trata precisamente de este cambio que se opera en la persona cuando descubre que es útil a los demás. Y no hace falta ir muy lejos para ayudar, pues a la vuelta de la esquina podemos encontrar situaciones y personas que nos necesitan. ¡Espero que os guste y sea útil!! La Historia de la Semana
En la historia de esta semana comparto dos textos breves y sencillos pero muy ilustrativos para nuestro día a día.
Es tradicional en los escritos antiguos resaltar las cualidades que debe tener una persona, un monje en este caso, poniendo en boca de su maestro la mejor solución al problema planteado.
En el primero, sugiere la forma de salir de la introspección, el estar más pendiente de las cosas de uno mismo que de las de los demás. En definitiva, recordar que es mejor la generosidad que el egoísmo. Y el segundo recuerda la importancia de vivir el presente, de manera que ni el pasado ni el futuro influyan en la realidad diaria en la que estamos inmersos.
Dicho con otras palabras, el maestro abre la mirada para actuar con madurez en todas las cosas. ======= De monjes...
Un monje se acercó un día a su guía espiritual y le dijo:
— Me siento desanimado. ¿Cómo puedo superarlo, maestro?
— Animando a los demás —repuso el maestro.
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Un día un monje le preguntó a su maestro:
- Maestro, ¿qué es lo más curioso de los seres humanos?
- Que piensan siempre al contrario -respondió el maestro-: Tienen prisa por crecer, y después suspiran por la infancia perdida. Pierden la salud para tener dinero, y luego pierden el dinero para obtener salud.
Piensan tan ansiosamente en el futuro que descuidan el presente, y así, no viven ni el presente ni el futuro. Viven como si no fueran a morir nunca y mueren como si no hubiesen vivido.
¿Estamos conformes con lo que tenemos? ¿O lo del vecino nos parece mejor que lo nuestro?
A veces pensamos que nuestra vida tiene muchas limitaciones y creemos que las demás personas viven mejor que nosotros, sin darnos cuenta de que en la sencillez y la aceptación gozosa de la realidad se encuentra el secreto de la felicidad.
La historia de esta semana viene a recordar que la propia vida (la familia, los amigos,...), cuando se tiene consciencia de su realidad, es suficiente para vivirla con plenitud y entrega generosa.
Y recuerda también cómo la creatividad es importante para resaltar las cosas buenas que tenemos a nuestro alrededor. ¡Un toque poético nunca viene mal!
Aquí va el cuento titulado El campesino. ======= El campesino
Un campesino cansado de la rutina del campo y de tanto trabajo duro, decidió vender su finca. Como sabía que su vecino era un destacado poeta, decidió pedirle el favor que le hiciera el aviso de venta. El poeta accedió gustosamente.
El aviso decía:
"Vendo un pedacito de cielo, adornado con bellas flores y verdes árboles, hermosos prados y un cristalino río con el agua más pura que jamás hayan visto". El poeta tuvo que marcharse por un tiempo, pero a su regreso decidió visitar a sus nuevos vecinos, pensando que aquel hombre del aviso se había mudado. Su sorpresa fue mayor al ver al campesino trabajando en sus faenas.
El poeta preguntó: -¡Amigo! ¿No se iba de la finca?
El campesino con una sonrisa le respondió:
-No mi querido vecino. Después de leer el aviso que usted me hizo, comprendí que tenía el lugar más maravilloso de la tierra y que no existe otro mejor...
Moraleja: No esperes a que venga un poeta para hacerte un aviso que diga lo maravillosa que es tu vida, tu hogar, tu familia y lo que con tanto trabajo hoy posees.
Dale gracias a la vida por tu salud, esperanza y el poder seguir luchando para alcanzar tus metas...
Me ha llegado este cuento matemático que leí hace muchos años y me ha parecido curioso para incluirlo en esta historia de la semana. ¿Cómo hacer un buen reparto de una herencia de camellos cuando no corresponden unidades enteras de manera que los herederos no se peleen? ¡Hay que saber un poco de números!
Por supuesto que tiene su pequeño truco. ¿Alguien lo descubrirá? A ver... ================ La herencia de los camellos Montados en un camello en dirección a Bagdad viajaban el matemático Beremiz y un bagdalí. Cerca de un albergue de caravanas se encuentraron con tres hombres que discutían acaloradamente sobre el reparto de una herencia. Beremiz se interesa por el problema y le explican lo que sucede:
-Somos hermanos, explica el mayor, llamado Mustafá, y a la muerte de nuestro padre hemos recibido como herencia estos 35 camellos. Según su voluntad para mí, que soy el mayor, serán la mitad de ellos; para Hamet, el hermano mediano, serán la tercera parte; y para Harim, el más joven, le corresponde la novena parte.
Los tres aceptamos la voluntad de nuestro padre, pero no sabemos como efectuar la partición y no nos ponemos de acuerdo en el reparto. Ni la mitad de 35, ni la tercera parte ni la novena parte arrojan repartos exactos. A mí me corresponden más de 17, pero menos de 18. A Hamen más de 11 pero menos de 12, y a Harim más de 3 pero menos de 4, así que ¿cómo podemos hacer la partición? -Muy sencillo, dijo Beremiz. Yo me comprometo a hacer un reparto justo que a todos convenga.
Le pidió al bagdalí su camello, y aunque éste se mostró muy reacio, finalmente cedió. Beremiz entonces procede a hacer una división justa y cabal: -A ti Mustafá te corresponden la mitad de 36, esto es 18. A ti Hamet te corresponde la tercera parte, es decir 12. Por último a Harim le corresponden 4. Ninguno podéis quejaros pues todos habéis ganado con mi reparto ya que sabíais que debíais recibir algo más de 17, de 11 y de 3 respectivamente.
En cualquier caso 18+12+4= 34 camellos, con lo que sobran dos. Uno, el de mi amigo bagdalí, el otro me lo llevaré yo como pago por haber resuelto ventajosamente el complicado problema de la herencia.
Y los tres hermanos mostraron su satisfacción y aceptaron gustosos el pago del camello.