Otra semana que se ha pasado volando. O tal vez sea que con esto de enviar una historia semanal a mí me lo parece... Pero mientras se pueda, espero no faltar a nuestra cita (¡¡y material hay de sobra!!) :-))
Cada vez que uno se asoma al mundo, y no hay que irse muy lejos, vemos muchísimas situaciones injustas. Y el primer sentimiento que nos viene es que nos gustaría arreglarlas, pero no sabemos por dónde comenzar. ¡¿Qué puedo hacer yo frente a los poderosos, frente a la sociedad, frente a las corrientes de opinión,...?!! Siendo realistas diremos que seguramente muy poco; pero ese poco, ese granito de arena apenas perceptible, puede ser fermento de otras grandes cosas que no imaginamos.
La historia de esta semana es un relato azteca que trata precisamente del valor de lo pequeño y cómo muchas cosas insignificantes pueden hacer una grande. Espero que os guste!
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Un relato azteca
Dicen nuestros abuelos que hace mucho tiempo hubo un gran incendio en los bosques que cubrían la tierra. Las personas y los animales empezaron a correr huyendo del fuego.
Nuestro hermano el búho, Tecolotl, también corría, cuando vio un pajarito que iba y venía del río cercano al fuego. Se dirigió hacia donde iba este pajarito.
Cayó en la cuenta de que era nuestro hermano el pájaro Quetzal, Quezaltototl, que iba hacia el río, cogía gotitas de agua en el pico, y volvía al fuego para arrojar en él aquella gotita de agua.
El búho se acercó al pájaro Quetzal y le gritó: "¿Qué haces, hermano? ¿Eres tonto? No vas a conseguir nada con eso. ¿Qué estás intentando hacer? ¡Tienes que huir para salvar tu vida!".
El pájaro Quetzal se detuvo un momento, miró al búho, y luego respondió: "Estoy haciendo lo que puedo con lo que tengo".
Nuestros abuelos recuerdan que hace mucho tiempo los bosques que cubrían nuestra Tierra fueron salvados de un gran incendio por un pajarito Quetzal, un búho y otros muchos animales que se unieron para apagar las llamas.
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