viernes, 25 de noviembre de 2016

El astrólogo adivino

Un contravalor por desgracia muy frecuente es el de la envidia y los celos. ¡Cuántos problemas causan a las relaciones interpersonales!

Y además no revierten en disfrute individual sino en rencor y resentimiento. Decía un articulista que, de los siete pecados capitales, el más incomprensible es precisamente el de la envidia, pues mientras que en los demás al menos de momento se pasa bien, éste sólo reporta un entristecimiento interior cada vez mayor, que suele acabar en rencor y deseos de venganza.

La historia de esta semana, El astrólogo adivino,
trata precisamente este tema y cómo el protagonista lo resuelve con una gran dosis de astucia y elegancia.


La consecuencia para nosotros es clara: se requiere desarrollar la madurez personal primero para no dejarse llevar por la envidia y segundo para resolver las situaciones conflictivas. ¡¡Aunque estas cosas no se adquieren estudiando, sino con la experiencia!!

Aquí va a continuación El astrólogo adivino.

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El astrólogo adivino

Había una vez en un lejano país un astrólogo famoso por sus predicciones, admirado y respetado por las personas que allí vivían.
 
También había en el mismo país, un poderoso y presuntuoso rey que envidiaba la atención que el pueblo brindaba al adivino. Le molestaba enormemente no ser el protagonista, y la envidia y los celos le corroían las entrañas.

No soportando el que el adivino le quitara el lugar preferencial del reino, decidió mandarle matar. Pero antes pensó una estratagema para que en ello quedara patente ante el pueblo la ignorancia del astrólogo y la supremacía del rey.


El día señalado, en la plaza de la ciudad donde se había congregado el pueblo, ordenó a sus soldados que le llevaran ante él. El rey, sintiéndose dueño de la orden que daría a sus verdugos en cuanto a la fecha de la ejecución dijo irónicamente al adivino:

- Dime, amigo de los astros, tú que todo lo sabes, ¿podrías decirme que día vas a morir?

El astrólogo miró al pueblo reunido alrededor de la plaza, miró al rey y al verdugo … y pidió unos minutos para consultar a los astros.


Pasado su tiempo el rey preguntó:

- Y bien …. ¿qué te han respondido?

- Mi señor, no me atrevo a decirlo….

El rey, enfadado, le increpó:

- ¡Dilo ya! ¿o … acaso es que no lo sabes?

- Mi señor –contestó finalmente el astrólogo- los astros dicen que moriré exactamente un día antes que su majestad...




La Historia de la Semana

sábado, 19 de noviembre de 2016

El viejo ermitaño


Dice un antiguo refrán que Quien algo quiere, algo le cuesta. Y es una gran verdad.

La historia de esta semana, titulada El Viejo ermitaño, trata precisamente sobre el esfuerzo que hay que hacer cada día para no dejarse llevar por las circunstancias que nos rodean y mantenerse en equilibrio interior.


Los clásicos han llamado a este ejercicio ascésis o vida ascética, la que nos ayuda a refrenar nuestros instintos y vivir acorde con lo mejor de nuestro corazón, en un esfuerzo de recogimiento interior.

El fruto de este esfuerzo, como el del ermitaño, es la felicidad y la paz interior. A ello estamos invitados. ¡Espero que os guste!

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El viejo ermitaño
 


Se cuenta lo siguiente de un viejo ermitaño, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia. Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer.

La gente no entendía cómo era posible que tuviera tanto trabajo en su retiro. A lo que les contesto:

- Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león.


-No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Donde están todos esos animales?


 


 Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.


- Estos animales los llevamos dentro:
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que entrenarlos para que solo se lancen sobre presas buenas… Son mis OJOS .

Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que solo se pongan al servicio y ayuden sin herir… Son mis MANOS.

 


Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las situaciones difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta… Son mis PIES.


 

Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre esta lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño… Es mi LENGUA.

El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día… Es mi CUERPO.

Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso… Ese es mi CORAZON.




domingo, 13 de noviembre de 2016

Cosmic Father

Ya va siendo hora de compartir un poco de música relajante para esos cinco minutos tan necesarios de cerrar los ojos y olvidarse de las preocupaciones que nos rodean.

En esta ocasión comparto un tema de Oliver Shanti inspirado en la música oriental y que lleva por título Cosmic Father. Entraría dentro de la corriente de la música electrónica ambiental, logrando un clima de relax muy agradable de escuchar.


El primer video es con imágenes llamativas de una aurora boreal y el segundo con paisajes naturales de una isla griega de nombre Kalymnos.

La primera versión:



La segunda versión:




La Historia de la Semana



domingo, 16 de octubre de 2016

El escultor

Tomar una decisión en la vida implica necesariamente elegir una opción entre varias, descartando las demás.

Y de ello depende muchas veces el futuro que nos espera, por lo que hay que saber elegir bien el camino adecuado.


En la historia que comparto esta semana un escultor se encuentra en la encrucijada de decidir qué escultura saca del tronco de madera. 

Y así es nuestra situación: ¿qué escultura saco de mi vida personal?, ¿cómo elijo mi destino?... Es una decisión importante, pues la vida de cada uno es una auténtica obra de arte que vamos realizando día a día.

Esta historia se titula El escultor, y espero que os guste.
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El escultor


El escultor contemplaba un tronco de madera noble que tenía delante y, entornando los ojos, descubrió en él, como al trasluz, una talla perfecta y luego otra y otra... en un desfile interminable. 


No eran seres imaginarios, no; eran reales. Estaban allí dentro. Su oficio consistiría en rescatar a aquellas criaturas liberándolas de su prisión de madera. 

Pero al tomar la gubia se sintió totalmente paralizado. Desde el corazón de aquel tronco, millones de seres levan­taban los brazos clamando por su liberación. 

Salvar a uno era abandonar a muchos, pero no elegir era excluir a to­dos. Y ¿cómo renunciar a salvar a aquella única criatura que le era posible?...

Y sintió un estremecimiento, porque intuyó de pronto que el tronco era su propia vida; las figu­ras ocultas, los mil posibles modos de vivirla, y que él mismo debía elegir un único destino y tallarlo con sus propias manos. 



La Historia de la Semana

domingo, 2 de octubre de 2016

El rey y el arquero anciano

Siempre decimos que la experiencia es importante para afrontar las circunstancias que nos depara la vida. ¡Y es correcto!

Hay cosas que solamente se aprenden con los años, y aunque queramos transmitirlas a los más jóvenes se hace difícil que las acepten, pues tienen que experimentarlas por sí mismos.

La historia de esta semana, El rey y el arquero anciano, me ha traído a la mente la impaciencia del joven y la serenidad del anciano. Unos quieren tenerlo todo ya al instante y los otros saben hacer de la necesidad virtud para aceptar las situaciones que la vida nos va trayendo.

Esta idea está muy bien sintetizada en el proverbio de Fernando Rielo que dice: El joven es más ilusión que pensamiento; por eso necesita, más que amigos, un maestro.

Aquí va a continuación y espero que os guste.

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El rey y el arquero anciano 

Un rey quiso aprender el arte del tiro con arco.

Sus ministros convocaron a todos los campeones: los que lanzaban más flechas por minuto, los que llegaban más lejos, los que daban en el blanco con los ojos cerrados, los que cazaban pájaros en pleno vuelo, etc… Todos se jactaban de ser infalibles y ninguno erró una flecha. 


El rey consideró Maestros a esos guerreros que adornaban el real jardín con sus armas multicolores. Pero de pronto una brisa comenzó a corretear entre las hojas para hacerse cada vez más insidiosa. Volaron paños recamados, abanicos de marfil, trenzas empapadas en esencia de sándalo. ¡La juguetona serpiente se hizo ventarrón! Los arqueros cesaron sus ejercicios en espera de un tiempo más propicio.

El rey se sintió decepcionado: él quería un Maestro que no fallara nunca, aun en medio de un ciclón.

¡Le dijeron que eso era imposible!

El monarca suspendió la fiesta y cayó en un estado melancólico del que sólo pudieron sacarlo con la presentación de un séquito que lo acompañaría por el reino para ayudarlo a encontrar a tal hombre… Recorrieron las provincias sin obtener resultados, hasta que un día un campesino les dijo que conocía un arquero que no fallaba ni en medio de un huracán.

Reverente, llevó al rey a una aldea donde éste encontró a un luminoso anciano que manejaba un arco que un gigante no podría tensar. El arma brillaba, pulida por sus amorosas y arrugadas manos. Las flechas parecían joyas.

El rey le pidió su secreto y el arquero se lo dio: “¡Aún en medio de vientos furiosos, siempre doy en el blanco porque no tengo blanco! Me preocupo sólo de la flecha, la que lanzo con toda la dedicación y belleza que mi alma pueda obtener. El tiro es perfecto y, como no tengo finalidad, hacia donde quiera que lance la flecha y donde quiera que ella caiga, siempre da en el blanco.” El rey se arrodilló ante él y se hizo su discípulo.


La Historia de la Semana